La campaña más extrema
Las consecuencias del acto de Vox en Vallecas polarizan todavía más el 4-M.
El miércoles por la tarde la precampaña cambió totalmente. Cargas policiales, enfrentamientos, agresiones, piedras, provocaciones… Vox llegaba a Vallecas, a su ‘plaza roja’, buscando entrar en una campaña que le había relegado a un papel minoritario y que dibujaba incluso un horizonte negro para los de Santiago Abascal, superando en las encuestas por poco el 5% necesario para entrar en la Asamblea.
Isabel Díaz Ayuso está engullendo a todo el espectro que va del centro derecha hasta la extrema derecha. El fenómeno Vox -tercero en las últimas elecciones generales en Madrid con un 18,49%- no aparecía. Los de Rocío Monasterio han diseñado una campaña, inspirada en Marine Le Pen y Donald Trump- para entrar en los barrios obreros. Y Vallecas era el primer paso, con ese objetivo y con el de llamar la atención.
La plaza de la Constitución de Vallecas es un símbolo de las reivindicaciones de izquierdas y escenario de actos como el cierre de campaña de Manuela Carmena e Íñigo Errejón en mayo de 2019. Los partidos de izquierdas sabían que era una provocación, pero intentaron parar hasta el último momento que vecinos y grupos antifascistas se movilizaran. Pero no lo consiguieron, los polos radicales se atraen. La violencia televisada.
Madrid se ha convertido en el escenario de unas elecciones que se leen a nivel nacional, unas midterm elections, como diría en Estados Unidos. Los liderazgos generales se medirán también en este paso por las urnas, con un Pablo Casado confiando su futuro a una rotunda victoria en Madrid y con un Pedro Sánchez que piensa implicarse al máximo.
El partido de ultraderecha ha decidido aprovechar al máximo las imágenes presentándose como víctima de la ultra izquierda. Y, además, para cargar directamente contra el Gobierno de Pedro Sánchez, acusando de mal despliegue y falta de protección al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Con interés también por el voto de los integrantes de las fuerzas y cuerpos de seguridad.
Desde el Gobierno se ha rechazado en todo momento los episodios de violencia. En palabras de Margarita Robles horas después de los altercados: “Ningún tipo de violencia tiene cabida”. En el acto resultaron heridas 35 personas (21 policías nacionales). El candidato socialista, Ángel Gabilondo, pidió parar la espiral de violencia de estos días. El PSOE intenta superar ese marco de polarización que intentan dibujar otros partidos.
Pero los otros partidos se echan las culpas en un momento clave de la precampaña, en la que hay un empate técnico, según el CIS, entre los bloques de derechas y de izquierdas y con un 20% de indecisos. Desde el Partido Popular se ha salido rápidamente a condenar los altercados de Vallecas, defendiendo a Vox -con la intención también de neutralizar el papel de víctima de Abascal-. Pablo Casado arreciaba directamente contra Unidas Podemos, criticando que “haya partidos que forman parte del Gobierno de España que justifiquen y alienten estos ataques inaceptables en cualquier Estado democrático”.
Desde Podemos se apunta directamente a Vox y se les acusa de haber ido a buscar la “provocación” con intereses electorales. Pablo Iglesias lo decía así en un vídeo en redes: los ultraderechistas organizaron el acto con el “fin absolutamente deliberado y evidente de provocar altercados en el barrio”. Todo ello está llevando a un clima de máxima tensión y polarización en Madrid, cuando no ha empezado ni oficialmente la campaña electoral.
Se prevén a partir de ahora unos momentos duros y una campaña brusca, en la que varios de los actores van a buscar la confrontación directa, la batalla sin contemplaciones, a cara de perro. Y es que se trata además de una contienda con muchas variables y en la que se prevé una participación récord (más del 70% de madrileños dice que con toda seguridad irá a las urnas).
Desde el momento que se convocaron las elecciones, todos los partidos sabían que iba a ser una batalla muy extrema, con los polos tirando fuertemente. Díaz Ayuso ha desplegado un discurso de corte trumpista, que ha hecho que hasta los votantes de Vox la puntúen más alto que a Rocío Monasterio en la encuesta del CIS. Empezó ya fuerte con esa idea de bandos lanzando el “socialismo o libertad” y el “comunismo o libertad”. La entrada, además, de Iglesias ha supuesto tensionar todavía más. En el PP dicen que les viene hasta bien. La estrategia de UP es confrontar directa y duramente contra los populares y Vox y no libraruna guerra interna con las izquierdas.
Una tensión que también se palpa entre Sol y La Moncloa. Ayuso ha entrado en una lucha de tú a tú con Pedro Sánchez, una estrategia que le ha dado rédito desde el confinamiento. De hecho, la pandemia se ha convertido en un arma arrojadiza, con el Gobierno regional apretando en temas de toques de queda y cierres perimetrales y criticando que faltan vacunas por culpa de Sánchez.
Esto ha llevado también a que el propio presidente del Gobierno se implique de manera personal en estas elecciones, poniendo hasta en duda los datos ofrecidos por el Ejecutivo regional. Sin amilanarse, Ayuso le ha contestado: “Se cree el ladrón que todos son de su condición”. Todo ello en un momento muy grave epidemiológicamente en Madrid, que dobla la media nacional de contagios por cada 100.000 habitantes.
Madrid está de lleno en la campaña más polarizada de su historia.