40 años de felipismo: "González tiene un papel más relevante que Franco en la historia de España"
Sergio del Molino repasa la trayectoria del expresidente socialista cuando se cumplen cuatro décadas de su histórico primer triunfo electoral
“Usted esté tranquila porque su hijo va a ser un grande de España y del extranjero, no se olvide usted de esto”. Una vidente supo ver antes que nadie la grandeza de la figura de Felipe González, presidente del gobierno de España de 1982 a 1996 y protagonista de un cambio histórico que llevó al país a la plena democracia. Y así se lo dijo a su madre Juana aquel día que acudió a su consulta mientras el pequeño Felipe iba aún a la escuela. El andaluz “que olía a establo”, como dijo una vez Alfonso Guerra, rompió los moldes que constreñían al tradicional PSOE para generar una ola de esperanza y fuerza que le llevó a ser el político más aclamado de la historia reciente de España.
Con sus luces y sus (muchas) sombras, González ha forjado una leyenda en torno a su figura que ahora pretende desnudar el escritor aragonés Sergio del Molino. En el libro “Un tal González”, el autor hace un recorrido por sus inicios en la política, su irrupción en las tripas del PSOE, su accidentada primera reunión con Fraga, su relación con Guerra o Boyer y, por supuesto, cómo le afectó el azote de la corrupción y el GAL.
Una radiografía meticulosa del personaje que también sirve para cincelar la España que despertaba de la dictadura y ansiaba plena libertad. Sueños desbocados que encontraron en Felipe González el camino para su consecución. “Si no hubiera existido su figura, intuyo que la España de ahora sería peor”, sentencia del Molino.
- Leyendo su libro se aprecia una clara fascinación hacia el personaje del que usted escribe. ¿Se reconoce seducido por Felipe González?
- La fascinación es literaria. Si no, no habría dedicado tanto tiempo de mi vida a escribir este libro. Pero no puedo considerarme seducido de la misma manera que él sedujo a un par de generaciones de españoles. Mi proceso es más retrospectivo e intelectual. Intento comprender esa fascinación, ponerme en el lugar de esos españoles y redibujar la España que acabó entregándose a él.
- ¿Usted cree que Felipe González dejará tan buen recuerdo en la historia de España como Adolfo Suárez?
- González es mucho más importante en la historia de España que Suárez. Creo que Suárez tiene un peso sobredimensionado porque González aún sigue en activo. Pero, a poco que se analice, uno se da cuenta de que la figura verdaderamente importante para la consolidación de la democracia en España ha sido la de Felipe. Sin sus gobiernos no se habría desarrollado el estado social y los cuarenta largos años que llevamos de estabilidad democrática en España, el mayor tiempo de nuestra historia. Suárez es una figura muy importante en la transición, pero en términos históricos González es muy superior. Es, de hecho, nuestro personaje principal del siglo XX.
- ¿Por encima de Franco?
- Es superior a Franco en relevancia. El generalísimo es una figura negra y muy influyente por el peso de la dictadura en la historia, pero González tiene un potencial transformador del país y una influencia positiva sobre España que no tiene Franco. Felipe culmina el proyecto de los ilustrados y, con el tiempo, la talla política de González y su influencia será mucho mayor en la historia de España.
- ¿Estamos matando a todos los héroes de la Transición? ¿Se les está dando el hueco en la historia que merecen?
- No, pero es normal. Todo país y toda nación tiene una relación conflictiva con las generaciones que vienen antes y su legado político. No es una historia periclitada, sino algo que interpela aún a nuestras ideas. Es imposible hacer un análisis sosegado sobre pasiones que todavía condicionan nuestro día a día. De todos modos, es posible que haya habido un exceso de elevación de los altares sobre todo lo que supuso la Transición, un mito cursi y exagerado. Pero también hay ahora un intento iconoclasta de destruir este modelo político. Ambos planteamientos no son juicios históricos ni intentan entender las cosas tal y como sucedieron, sino aprovechar el relato histórico en beneficio de cada uno. Hoy por hoy, predomina un relato destructor o desmitificado de la Transición como una cambalache mafioso que traicionó las esperanzas e ilusiones democráticas de los años setenta.
- Usted dice que González fue cruel e implacable. ¿Es imposible gobernar siendo honesto y sin traicionar a nadie, ni a tus ideales?
- Para poder llevar a cabo un proyecto político hay que esta dispuesto a renunciar a parte de tus lealtades personales y tu propio sentimiento ideológico. Felipe siempre lo tuvo claro: el proyecto estaba por encima de todo, de personas o de programa. Aunque he de decir que sus discursos y los programas electorales con los que concurre a las elecciones no guardan una gran incoherencia. Hay quizá algo taimado, un intento de dosificar la información, pero no de traicionar y darle la vuelta al proyecto. Él es muy fiel a la idea del progreso y de lo que tiene que ser España. Por eso, a veces se enfrenta con sus amistades. Si no estás dispuesto a llegar a ese límite, no tienes madera para gobernar. Eso se lo dicen amigos suyos antes de llegar al poder y es lo que explica buena parte de su éxito.
- ¿Ha traicionado Pedro Sánchez los valores de Felipe González? ¿Ha matado al PSOE que él creó?
- Sánchez ha construido conscientemente un proyecto político dentro del partido en clara oposición al PSOE felipista. Él cortó amarras con esa tradición porque la supervivencia de su proyecto y de su carrera política dependían de ello. El felipismo era una lastre que podía ahogarle. El PSOE de ahora es muy diferente al de González. Sanchez, ideológica y orgánicamente, ha fundado un partido nuevo. Los viejos felipistas ya no se sienten cómodos dentro de este PSOE.
- ¿Usted cree que Sánchez está abocado a una derrota electoral el próximo año?
- Sánchez está haciendo méritos para perder, pero todavía tiene margen para cambiar su discurso de intereses. Yo no apostaría todo a una derrota segura, pero está trabajando para ello.
- ¿Y cree que González se lleva mejor con Aznar que con el propio Sánchez?
- Ahora guarda más distancia con Sánchez que con Aznar. Con Sánchez mantiene relación porque está en el partido y porque el presidente recurre a los felipistas para mantener cierta paz y unidad dentro del partido. Pero cuando sánchez sea un expresidente, tendrá una relación tan fría y extraña como la que mantiene con Aznar. Con el único expresidente con el que González tuvo una relación estrecha fue con Suárez. Y con Rajoy sé que no se llevan mal.
- En su libro parece decir que Felipe González sigue viendo lo del GAL como un asunto menor y que su mayor error político fue convocar el referéndum de la OTAN. ¿Es así?
- Felipe cree que uno de sus principales errores fue la convocatoria del referéndum porque puso en peligro todo el proyecto. Una decisión impropia de un presidente como él. Tendría que haber convocado elecciones o haber hecho otra cosa que no fuera una consulta que dividió al país. Lo del GAL no es que lo minimice, es que cree que todo el asunto es fruto de una injusticia. Él siente que hay una enorme malentendido propiciado por una conspiración liderada por Garzón y algunos periodistas, que establecieron una campaña de difamación y persecución mediática y judicial que es injusta. Y sostiene que las condenas a los miembros de su gobierno no están justificadas o avaladas. No lo ve como un error suyo. O, como mucho, solo como un error de gestión.
- ¿Ha leído su libro Felipe?
- Sé que lo tiene. No me ha dicho que lo haya leído porque asegura que no suele leer los libros que le dedican. No sé si en algún momento me escribirá para decirme que lo ha leído.
¿Qué valores tenía Felipe González que no tiene un líder político actual?
- La ausencia de sentimentalismo es fundamental. Ser rocoso, esconder profundamente los sentimientos y no utilizarlos como arma electoral. Es algo muy propio de la generación de Felipe y ahora vemos lo contrario. De hecho, actualmente tenemos el presidente con los rasgos más robóticos que pueda existir. El que menos emociones transmite. Pero también es el que gobierna atendiendo más a las emociones. Y luego está la solidez argumental y la firmeza de tu compromiso. Felipe intentó entender el país para ver cómo sus medidas podían llegar a tener éxito. Ahora, lo que se busca es que el político se adapte a lo que dicen las encuestas y a lo que gusta y lo que no.
¿España no sería moderna si no hubiera existido Felipe González?
- Desde luego sé que España sería un país muy distinto al actual y la democracia no habría llegado a consolidarse en tan poco tiempo o con tanta firmeza como con otro presidente. Otro más frágil o uno más sentimental habría agrandado la crisis social, política y económica que se vivía. Sospecho que sin González España sería un país peor y, desde luego, muy distinto.