2021: El futuro no será como antes
El balance de un año diferente, y los desafíos para el que viene.
Escribo estas líneas pocas horas después de terminar la última reunión del año del Directorio de FONPLATA - Banco de Desarrollo, un encuentro que normalmente dedicamos a hacer un repaso de los logros de los últimos doce meses.
Aparte de los muchos logros y avances obtenidos en nuestras áreas regulares de trabajo, que compartiré unos párrafos más adelante, el recuento de la actividad en 2020 estuvo fuertemente signado por la respuesta a la pandemia de COVID-19.
La emergencia sanitaria y sus devastadoras consecuencias económicas nos forzaron a ser creativos, ágiles y flexibles. Se trataba de cuidar la salud y proteger lo mejor posible la economía, sin dejar de ejecutar nuestros proyectos de desarrollo.
Viéndolo ahora en perspectiva, y a partir de las reflexiones que hago mensualmente en esta columna, me doy cuenta de que los eventos que antecedieron a la crisis del coronavirus de algún modo nos prepararon para responder a él.
Empecé el año participando -junto al Papa Francisco, personalidades de la academia, las organizaciones internacionales e instituciones financieras de todo el mundo- en el Foro “Nuevas formas de fraternidad solidaria: de inclusión, innovación e integración”.
En dicho encuentro, compartimos nuestra visión sobre la necesidad de retomar una actitud más solidaria en las estrategias de desarrollo, fomentar la inclusión, promover la igualdad y superar algunas injusticias históricas con las que hemos estado viviendo durante demasiado tiempo.
Unas semanas después, en un Foro de Integración que organizamos junto a LatinFinance, fui testigo del compromiso de países, instituciones y profesionales de nuestra región dispuestos a poner en marcha iniciativas para consolidar la integración entre todas estas naciones.
Poco nos imaginábamos en ese momento que la visión común, el compromiso conjunto, y el futuro incluyente a los que nos comprometimos en aquella cita se pondrían a prueba apenas unas semanas después cuando se declaró la pandemia.
Los retos que nos planteaba el 2020 no eran pocos, ni fáciles. Pero llegó el más grande de todos. Empezamos a perder vidas en todo el mundo, las economías se paralizaron, el miedo y desesperanza se esparcieron tan rápido como el virus.
Pero el virus también dio una nueva dimensión a la importancia de la solidaridad y nos impuso a los bancos de desarrollo una nueva -y mucho más ambiciosa- agenda de trabajo.
De parte de FONPLATA - Banco de Desarrollo, respondimos en los dos frentes más impactados por la pandemia, salud y economía. Creamos una línea de apoyo a la reactivación económica por 1.000 millones de dólares, y aprobamos 120 millones más de rápido desembolso para la emergencia sanitaria.
Al culminar este año hemos superado con creces, y por octavo año consecutivo, las previsiones de desembolsos y aprobaciones de crédito, lo cual contribuyó a mantener nuestra calificación crediticia como institución financiera confiable.
Igualmente, trabajamos en el ordenamiento de la cartera en función de su contribución con los objetivos de desarrollo sostenible. Todo esto con casi todo el personal trabajando de forma remota, sin perder la agilidad, la capacidad de respuesta y el compromiso con las desafiantes agendas de nuestros países.
Todo esto me da motivos para el optimismo en dos de los objetivos estratégicos que nos hemos planteado para 2021: mejorar todavía más nuestra calificación de crédito para dar un mejor servicio, y lograr la incorporación de nuevos países miembros.
Sin embargo, todavía hay mucho por hacer para superar los retos que nos deja 2020. Las consecuencias de la pandemia, la recuperación económica y avanzar en la vacunación serán prioridades de primer orden en los próximos meses.
Son tareas para las que Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay pueden seguir contando con nosotros. El futuro no será como lo anticipábamos hace 12 meses, pero si nos dejamos guiar por la solidaridad, la igualdad y la justicia, confío en que será mejor.
Mucho mejor.