2018: euro-optimismo con nubarrones a la vista
De Italia a Francia pasando por la extrema derecha.
Se respira optimismo al inicio del curso político en la Unión Europea. El desempleo en la zona euro está en mínimos (8,7%) desde 2009, a pesar de que España permanece a la cola (16,7%) junto a Grecia. El índice de confianza económico está en máximos desde el año 2000 y el monumental lío de Trump en la Casa Blanca sitúa a la UE en una suerte de paraíso estable. El reciente tuit de Macron al llegar a China, "he venido para decir que Europa ha vuelto", ejemplifica bien este ambiente. No obstante, pese al viento a favor tras años de crisis en crisis parando golpes, se vislumbran algunos nubarrones en el horizonte.
MERKEL TODAVÍA EN EL AIRE: EUROPA EN FUNCIONES
Considerada el gran oasis de estabilidad y progreso durante los años de crisis, Alemania se encuentra con un gobierno en funciones desde la celebración de elecciones en septiembre. La situación de interinidad podría prolongarse. La canciller Merkel, la líder que más tiempo lleva en su cargo en toda la UE, trató de formar una coalición con Liberales, Verdes y sus aliados democristianos de Baviera. Fracasó. Ahora su partido (CDU) trata de repetir la gran coalición con los socialdemócratas (SPD), una opción que avanza gracias a la firma de un preacuerdo, pero éste deberá ser ratificado por unos socialdemócratas muy divididos al respecto.
En realidad, se trataría de una "pequeña gran coalición". La CDU y el SPD tuvieron los peores resultados en seis décadas. Si en los años 70 sumaban juntos el 90% de los votos, ahora rozan el 55%. Si socialdemócratas y democristianos se ponen de acuerdo, situarían a la extrema derecha – el AfD – al frente de la oposición, ya que fue el tercer partido más votado.
Si fracasan las negociaciones, Merkel podría teóricamente gobernar en minoría –aunque lo ha descartado y resultaría insólito en Alemania-. Si convoca de nuevo elecciones, su futuro podría estar comprometido: la opinión pública está cada vez más dividida sobre su continuidad. Mientras, la UE se mantiene a la espera porque no puede tomar grandes decisiones sin su locomotora en marcha.
ELECCIONES EN ITALIA: LA PESADILLA DE LOS GRILLOS
El 4 de marzo se celebrarán elecciones en Italia. La amenaza populista de la que Europa salió relativamente ilesa en 2017 –Macron neutralizó a Marine Le Pen, pero la ultraderecha gobierna en coalición en Austria-, volverá a tomar temperatura. Italia, la tercera economía de la zona euro, tiene una deuda pública que roza el 140% de su PIB, sólo por debajo de Grecia. Se temen los efectos que podría desatar su inestabilidad política sobre el sistema financiero de la zona euro. La actual legislatura ha visto rotar hasta tres primeros ministros: Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gentiloni.
Las encuestas sitúan al partido Cinco Estrellas, fundado por el cómico y activista Beppe Grillo, ligeramente a la cabeza. Aunque el partido ha moderado su perfil de la mano de su candidato, Luigi Di Maio, los Grillos siguen defendiendo salir del euro si sus demandas no son atendidas. Comparten grupo en el Parlamento Europeo con los xenófobos UKIP de Nigel Farage. Las alternativas pasan por el Partido Democrático liderado por el ex primer ministro Renzi, con dificultades para cohesionar el centro-izquierda o la coalición conservadora que encabeza el eterno Silvio Berlusconi. La gobernabilidad será complicada.
CATALUÑA: IMPREVISIBLE CALMA
La incertidumbre sobre la formación de gobierno en Cataluña tras los resultados del 21-D y los planes del independentismo en caso de que logre formar un nuevo ejecutivo podrían marcar parte de la agenda europea en los próximos meses.
La Comisión Europea mantiene un perfil bajo y permanece fiel a su mensaje conocido: respeto para un asunto interno de España y llamadas al cumplimiento de la ley y al diálogo. En octubre el gobierno español corrigió del 2,6% al 2,3% sus previsiones de crecimiento para 2018 a causa de la crisis catalana. El asunto está lejos de estar resuelto y podría sacudir de nuevo la opinión pública europea a lo largo de este año.
EL POPULISMO Y LA EXTREMA DERECHA CENTRO-EUROPEA EN EL GOBIERNO
El 2018 estrena nuevo gobierno en Austria con un partido de extrema derecha, el Partido de la Libertad, al frente de carteras como Exteriores o Defensa. Aunque la política europea será responsabilidad del canciller del Partido Popular austriaco, Sebastian Kurz –con 31 años es el líder más joven de la UE- la influencia del partido ultra preocupa en Bruselas, en especial sobre las cuestiones migratorias, asunto que será clave en la agenda de este año.
Los gobiernos de Hungría y Polonia mantienen su desafío a los principios democráticos y valores de la UE. En primavera se celebran elecciones en Hungría donde previsiblemente Viktor Orbán convalidará su posición como primer ministro (las encuestas le sitúan con clara ventaja en cabeza y la segunda fuerza es Jobbik, un partido ultra más a la derecha que el propio Orbán).
El gobierno polaco es la piedra en el zapato que más preocupa a Juncker, el asunto que, según reconoce su entorno, podría enturbiar el balance de su presidencia que termina en la primavera del año próximo. La Comisión Europea ha abierto un procedimiento de infracción que podría llevarle a retirar los derechos de voto de Polonia en El Consejo. "No estamos en guerra en Polonia", ha tenido que reconocer recientemente el portavoz de la Comisión.
BREXIT: AHORA EMPIEZA LO DIFÍCIL
Pese al buen balance del año 2017 para las negociaciones del Brexit, con el acuerdo preliminar sobre las condiciones de salida ya firmado, este año comienza la parte más difícil, como reconoce el negociador jefe europeo, Michel Barnier. Los 27 Estados tratarán de mantener la unidad a la hora de abordar el acuerdo de transición y la futura relación comercial. Londres ofrecerá distintas zanahorias a unos y otros para dividir a los europeos, cuyos intereses económicos varían en los Estados Miembros.
El éxito de este año dependerá en buena medida de la capacidad de la primera ministra Theresa May de mantenerse al frente del gobierno, cuya remodelación está en marcha. Mantiene una mayoría débil en el Parlamento que depende del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, cuyo ministro responsable, James Brokenshire, ha dimitido por problemas de salud en las últimas horas.
En este territorio se juega uno de los principales campos de batalla del Brexit. Llevan un año sin gobierno por la incapacidad de los principales partidos republicano y unionista de formar una coalición, en un ambiente complicado por las negociaciones del Brexit. La mayoría de Irlanda del Norte votó por la permanencia y será ahora la frontera de las dos Irlandas la que definirá la proximidad que los británicos mantendrán con la UE tras su salida.
Mientras la UE sortea estos nubarrones y otros que inevitablemente sorprenderán a lo largo del año, Macron deberá dar forma a su promesa de impulsar una "Europa que proteja", de rostro humano para que sea reconocible por los ciudadanos peor tratados por la crisis. Juncker tratará de llegar con los deberes hechos al final de su mandato que concluirá con las elecciones al Parlamento Europeo en la primavera de 2019. En el tintero: un sistema de acogida de refugiados que funcione, blindar la zona euro de cara a futuras crisis, además de otros asuntos, como una defensa europea que reduzca la dependencia europea de los Estados Unidos de Donald Trump.