18 señales de que tienes inteligencia emocional
Cuando se habló por primera vez de forma pública sobre inteligencia emocional, hizo las veces de eslabón perdido en un peculiar descubrimiento. En el estudio, las personas con un coeficiente intelectual promedio tenían mejores resultados que aquellos con un mayor coeficiente intelectual en un 70% de las ocasiones. Esta anomalía le dio una vuelta a la creencia popular de que un coeficiente intelectual alto es la única fuente de éxito.
Tras décadas de investigación, se ha descubierto que la inteligencia emocional es un factor crítico que distingue a los más brillantes del resto. La relación es tan importante que el 90% de las personas con mejores resultados tienen un nivel alto de inteligencia emocional.
La inteligencia emocional es algo que todos tenemos, es algo intangible. Afecta a la manera de gestionar nuestro comportamiento, de sortear las dificultades sociales y de tomar decisiones personales para conseguir resultados positivos.
A pesar de la importancia de la inteligencia emocional, su naturaleza intangible hace que sea muy difícil cuantificarla y saber qué hacer para mejorarla. Siempre se puede considerar la posibilidad de hacer un test científicamente validado, como el que se encuentra en el libro Inteligencia emocional 2.0.
Por desgracia, los test científicamente validados no son gratuitos. Así que he analizado los datos de más del millón de personas a las que ha realizado pruebas TalentSmart para identificar los ragos que indican un nivel alto de inteligencia emocional:
1. Tener un amplio vocabulario emocional.
Todo el mundo tiene emociones, pero solo unos pocos pueden identificarlas cuando tienen lugar. Nuestros estudios indican que solo el 36% de las personas son capaces de hacerlo, lo que supone un problema, porque las emociones no identificadas suelen llevar a malentendidos, lo que suele provocar la toma de decisiones irracionales y la realización de acciones contraproducentes.
Las personas emocionalmente inteligentes dominan sus emociones porque las comprenden y, para ello, utilizan un vocabulario emocional muy amplio. Mientras que muchas personas simplemente dicen que se sienten "mal", las personas emocionalmente inteligentes pueden distinguir si se sienten "irritables", "frustradas", "pisoteadas" o "con ansiedad". Cuanto más específicas sean las palabras, mejor se comprende un sentimiento, lo que lo ha provocado y lo que se debería hacer al respecto.
2. Sentir curiosidad por los demás.
Independientemente de si son extrovertidas o introvertidas, las personas emocionalmente inteligentes sienten curiosidad por los que les rodean. Esta curiosidad es fruto de la empatía, una de las vías que llevan a la inteligencia emocional. Cuanto más te preocupes por los demás y por cómo lo están pasando, más curiosidad te inspirarán.
3. Aceptar los cambios.
Las personas emocionalmente inteligentes son flexibles y están constantemente adaptándose. Saben que el miedo al cambio es paralizador y una de las principales amenazas a la hora de triunfar y conseguir ser feliz. Se anticipan a los cambios que están a la vuelta de la esquina y crean un plan de acción por si esos cambios llegan a materializarse.
4. Conocer los puntos fuertes y los puntos débiles de uno mismo.
Las personas emocionalmente inteligentes no solo entienden las emociones, sino que también saben qué se les da bien y qué se les da mal. También saben qué les saca de sus casillas y cuáles son los entornos (en cuanto a situaciones y en cuanto a personas) que les permiten triunfar. Tener un nivel elevado de inteligencia emocional implica conocer tus puntos fuertes y recurrir a ellos para tu propio beneficio sin dejar que tus puntos débiles te frenen.
Las personas a las que les seduce el poder y, por lo tanto, acaban abusando de él no suelen ser conscientes de sus propias debilidades. Para ser influyente de verdad, tienes que verte como eres realmente y prepararte para utilizar tus mejores características para lograr cosas buenas. Eso implica observar con atención tus puntos fuertes y débiles y aceptarlos completamente.
5. Tener criterio para juzgar.
La inteligencia emocional se reduce a la conciencia social, que es la capacidad de percibir las emociones de los demás y entender lo que les sucede. Con el tiempo, esta capacidad te convertirá en un juez de carácter con un criterio excepcional. Nadie será un misterio para ti. Sabrás de qué pie cojea cada uno y comprenderás sus motivaciones, incluso esas que no se aprecian a simple vista.
6. No ofenderse con facilidad.
Cuando sabes quién eres es difícil que alguien haga o diga algo que te saque de quicio. Las personas emocionalmente inteligentes y seguras de sí mismas tienen la mente abierta, lo que significa que son mucho más fuertes. Incluso puedes reírte de ti mismo y dejar que los demás hagan chistes a tu costa porque eres capaz de dibujar mentalmente la línea que separa el humor de la degradación.
7. Saber decir que no.
Tener inteligencia emocional implica tener autocontrol. Es decir, retrasar las recompensas y evitar actuar de forma impulsiva. Según una investigación realizada por la Universidad de California en San Francisco, cuanto más nos cueste decir que no, más probable es que experimentemos estrés, agotamiento e incluso depresión. De hecho, saber decir que no es una de las cosas más difíciles para muchas personas. La palabra "no" tiene mucho poder, pero no nos debería dar miedo pronunciarla. Cuando llega el momento de decir que no, las personas fuertes evitan pronunciar frases como "no creo que pueda" o "no estoy seguro" porque saben que rechazar algunos compromisos significa darle más importancia a los existentes para tener la oportunidad de dar lo mejor de sí mismas con ellos.
8. Distanciarse de los errores.
Las personas emocionalmente inteligentes se distancian de sus errores, pero no los olvidan. Al mantener una distancia de seguridad con los errores, en la que aún los tengan a la vista, estas personas son capaces de adaptarse para tener mejores resultados en el futuro. Hace falta tener mucha conciencia de uno mismo para andar por la cuerda floja entre el duelo y el recuerdo. Lamentarse por un error durante demasiado tiempo hace que experimentemos ansiedad y miedo, mientras que olvidarlo por completo hace que aumenten las probabilidades de que lo volvamos a cometer. La clave para mantener el equilibrio reside en la capacidad para transformar los fracasos en oportunidades para mejorar. Con esta filosofía, aprenderemos a levantarnos cada vez que nos caigamos.
9. Dar sin esperar nada a cambio
Cuando alguien da algo desinteresadamente, sin esperar nada a cambio, da una buena impresión. Por ejemplo, imagínate que hablas con alguien sobre un libro y la próxima vez que os veis esa persona aparece con el libro del que hablasteis en la mano. Las personas emocionalmente inteligentes cuidan mucho sus relaciones porque siempre están pensando en los demás.
10. No guardar rencor.
Las emociones negativas que conlleva guardar rencor son en realidad una respuesta al estrés. El mero hecho de pensar en lo sucedido nos pone en modo lucha o huida, un mecanismo de supervivencia que nos obliga a prepararnos para un enfrentamiento o para salir por patas cuando se presenta una amenaza. Cuando la amenaza es inminente, esta reacción es esencial para la supervivencia, pero cuando es agua pasada, acumular ese estrés causa estragos en el cuerpo y puede tener consecuencias devastadoras para la salud con el tiempo. De hecho, un grupo de investigadores de la Universidad Emory (Georgia, Estados Unidos) ha demostrado que guardar rencor contribuye a un aumento de la tensión arterial y al desarrollo de enfermedades del corazón. Además, supone dejar que se acumule el estrés, y las personas emocionalmente inteligentes saben que tienen que evitarlo a toda costa. Deshacerse del rencor no solo hace que nos sintamos mejor, sino que también puede ser beneficioso para la salud.
11. Neutralizar a las personas tóxicas.
Lidiar con personas difíciles es frustrante y agotador. Las personas con mucha inteligencia emocional prestan especial atención a sus sentimientos para controlar sus interacciones con la gente tóxica. Cuando se tienen que enfrentar a una persona tóxica, le plantan cara a la situación de forma racional. Identifican sus emociones y no permiten que la ira o la frustración alimenten el caos. También tienen en cuenta el punto de vista de la persona difícil y son capaces de llegar a un lugar común para solucionar los problemas. Incluso cuando las cosas se salen de madre, las personas fuertes no se dejan hundir por una persona tóxica.
12. No buscar la perfección.
Las personas emocionalmente inteligentes no tienen la perfección como meta porque saben que no existe. Los seres humanos, por naturaleza, son falibles. Si tu objetivo es la perfección, siempre te quedará la sensación de haber fracasado y acabarás rindiéndote o reduciendo el esfuerzo. Perderás el tiempo en lamentarte por no haber logrado lo que te proponías, en vez de disfrutar de lo que sí has podido conseguir e ilusionarte por lo que podrás lograr en el futuro.
13. Apreciar lo que se tiene.
Tomarse un tiempo para contemplar las cosas por las que nos sentimos agradecidos no es solo algo que deberíamos hacer, sino que también mejora nuestro estado de ánimo, ya que puede reducir el nivel de cortisol —la hormona del estrés— en un 23%. Según un estudio realizado por la Universidad de California en Davis, las personas que se esfuerzan a diario para tener una actitud grata tienen un mejor estado de ánimo, más energía y una mayor sensación de bienestar. Probablemente estos efectos se deban a un nivel bajo de cortisol.
14. Desconectar.
Desconectar de vez en cuando demuestra inteligencia emocional porque nos ayuda a mantener el estrés bajo control y a vivir el momento. Cuando estás disponible para el trabajo 24 horas al día, te expones a una corriente constante de situaciones estresantes. Oblígate a desconectar e incluso a apagar el teléfono para que tu cuerpo y tu mente descansen. Existen estudios que demuestran que algo tan simple como un correo electrónico puede disparar los niveles de estrés. La tecnología nos permite comunicarnos constantemente y puede hacer que los demás se piensen que tenemos que estar disponibles 24 horas al día. Es extremadamente difícil disfrutar de un momento de relax fuera del trabajo si en cualquier momento te puede llegar un correo que te haga ponerte a pensar en el trabajo (y estresarte).
15. Limitar el consumo de cafeína.
El consumo de cafeína propicia la secreción de adrenalina. La adrenalina es la fuente de la respuesta de lucha o huida, un mecanismo que prioriza una respuesta rápida por encima del pensamiento racional y que resulta muy útil si alguna vez te persigue un oso, pero no es tan buena solución a la hora de contestar a un correo electrónico, por ejemplo. Cuando la cafeína provoca en el cerebro y en el cuerpo un estado de sobrexcitación y estrés, las emociones toman las riendas de la conducta. El estrés que genera la cafeína es de todo menos intermitente, ya que su prolongada vida media provoca que el cuerpo tarde lo suyo en deshacerse de ella. Las personas emocionalmente inteligentes saben que la cafeína es un problema y que no les permite dar lo mejor de sí mismas.
16. Dormir lo suficiente.
No me canso de subrayar la importancia del sueño a la hora de potenciar la inteligencia emocional y de gestionar los niveles de estrés. Cuando dormimos, el cerebro se recarga, hace un repaso de los recuerdos del día y los almacena o los desecha (lo que provoca que soñemos), para que nos levantemos alerta y despejados. Las personas emocionalmente inteligentes saben que el autocontrol, la concentración y la memoria se ven reducidos cuando no dormimos bien o lo suficiente, así que, para ellas, el sueño es una prioridad.
17. Evitar los monólogos pesimistas.
Cuantas más vueltas des a los pensamientos negativos, más poder les concedes. La mayoría de nuestros pensamientos negativos no son más que eso, pensamientos; no son hechos. Cuando nos da la sensación de que algo pasa siempre o no pasa nunca, se debe a la tendencia natural del cerebro a percibir las amenazas (exagerando la frecuencia o la gravedad de un suceso). Las personas emocionalmente inteligentes saben separar sus pensamientos de los hechos para no entrar en un bucle de negatividad y avanzar hacia una perspectiva más optimista.
18. Ser feliz al margen de las opiniones ajenas.
Cuando la sensación de placer y de satisfacción dependen de la opinión de los demás, dejas de ser el autor de tu propia felicidad. Cuando las personas emocionalmente inteligentes se sienten bien por algo que han hecho, no permiten que las opiniones o los logros de los demás se lo arrebaten. Aunque es imposible desactivar las reacciones a lo que piensan los demás, no tienes que compararte con nadie y siempre debes tomarte las opiniones ajenas con reservas. De esta manera, independientemente de lo que la gente piense o haga, la autoaceptación depende de ti.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense del 'HuffPost' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.