Llega el verano y con él la imperiosa necesidad de darse un remojón de vez en cuando. Si tienes la suerte de vivir en una ciudad con playa eso que te llevas, pero si por el contrario vives en un lugar en el que no hay playa te toca ir a la piscina.
Si bañarse en una de ellas no es el infierno es algo que se le parece: miles de personas en el mismo recinto, pelos por todos lados, lugares sin sombra y precios abusivos son, entre otros, algunos de los tormentos que tienes que vivir si te apetece darte un chapuzón en esta época del año.
Aquí tienes un buen puñado de razones para evitar por todos los medios ir a una piscina pública en pleno verano.
1. No es la playa. La piscina es el consuelo de todos aquellos que no tenemos a mano una playa y bueno, puede valer, pero donde esté el mar...
2. Puede que no haya césped. Tumbarte en el suelo de la piscina, que está a medio millón de grados, además de dejarte con un dolor de espalda terrible, te hará sentirte como un solomillo a la plancha.
3. La masificación. Si lo que buscas es la tranquilidad puede que una piscina pública no sea lo idóneo. No encontrar sitio y tener que poner la toalla al lado de la papelera no parece el mejor plan del mundo.
4. El precio. En ciudades como Madrid, la entrada a una piscina está ahí ahí con el del marisco en Navidad. Las piscinas recaudan tanto dinero en verano que hay algunas que podrían cotizar en Bolsa.
5. Intercambio de fluidos en el agua. Esto también puede ocurrir en la playa, pero la salinidad del mar tira un poco para atrás. Puede que estar compartiendo espacio acuático con una pareja que lo está dando todo no sea lo que más te apetezca del mundo.
6. El pitido del socorrista. Cuenta la leyenda que una vez uno de ellos se levantó de una silla para hacer una indicación. Sólo los más viejos del lugar lo recuerdan.
7. Niños saltando en bomba. Que sí, que no estás en un spa, pero estar dentro de la piscina y tener que ir esquivando niños que se tiran al agua como kamikazes no es plato de buen gusto.
8. Ni una sombra. Agosto. Tres de la tarde. Ni un árbol en todo el recinto. Dolor.
9. Una cola de varias horas. En algunas piscinas sólo hay una persona atendiendo en taquilla y tardas más en acceder al recinto que lo que se tarda en entrar a un concierto de los Rolling Stones en el Camp Nou.
10. Adolescentes con altavoces. Nutridos grupos de millennials con sus tonadillas a todo trapo abarrotan las piscinas españolas. En los 80 estaba bien, pero ahora...
11. Grupos de personas que se montan un banquete. La nevera azul con tortillas, ensaladillas rusas, un pollo asao, la Coca-Cola, la mesa plegable, las sillas...
12. Precios del chiringuito. Si por casualidad la piscina cuenta con un bar en el que tomar un refrigerio este te va a salir más caro que un menú degustación de tres estrellas Michelín. ¿Quién no quiere pagar 3 euros por un refresco?
13. Agua gélida. Si por lo que sea la piscina está tapada por edificios y no le da el sol puede ser que lanzarte de golpe sea como caer en el Mar de Bering, el de los cangrejos reales.
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