13 cosas que no sabías que provocan fiebre
SPOILER: no tiene por qué ser coronavirus.
¿Te notas la piel caliente? Pese a que en circunstancias normales no sería motivo de preocupación, desde el comienzo de la pandemia de coronavirus este síntoma nos pone en máxima alerta, a veces de forma excesiva. Por eso conviene saber que una fiebre tiene muchas posibles explicaciones que van más allá del COVID-19. A veces, ni siquiera implica que tengas una enfermedad.
La temperatura normal del cuerpo suele ser de 37 grados centígrados, pero varía ligeramente de una persona a otra e incluso fluctúa a lo largo del día.
“Puede ser más baja por la mañana y más alta por la tarde y la noche”, señala el médico Michael Hall. Sin embargo, si tu temperatura sube de 38 grados y dura más de unas horas, se considera fiebre, algo que puede deberse a muchas causas.
“La mayoría de mis pacientes comprenden que la fiebre es un síntoma habitual de los catarros y la gripe”, comenta Christopher Dietz, director médico de MedExpress Urgent Care. “Sin embargo, lo que la gente no sabe es que la fiebre no siempre significa que estés enfermo”.
Estas son otras posibles causas que deberías conocer:
Si no conoces el motivo que se esconde tras tu fiebre, empieza por este: las infecciones a menudo provocan fiebre.
“Cuando el sistema inmunitario detecta una amenaza, como una bacteria o un virus, el organismo libera unas sustancias llamadas pirógenos en el torrente sanguíneo para que lleguen al hipotálamo, que se encarga de regular la temperatura corporal”, explica Diana Gall, médica de Doctor4U. “Cuando el hipotálamo detecta pirógenos, aumenta la temperatura corporal y provoca fiebre para intentar matar a las bacterias y los virus”.
La fiebre es una de las formas por las que el organismo combate la infección, “pero una temperatura demasiado alta también es peligrosa”, advierte.
“Si la fiebre persiste y no baja con los remedios disponibles en casa, deberías ir al médico, sobre todo si además de fiebre tienes dolor de cabeza, dificultad para respirar, sangre en la orina o en las heces, enrojecimiento de la piel, sarpullidos, vómitos, etcétera. La infección puede ser grave y la temperatura corporal quizás no baje sin tratamiento médico”, explica.
Entre el final del frío del invierno y “el calor interno que se genera al hacer ejercicio, el cuerpo puede aumentar su temperatura”, explica Phil Mitchell, director médico nacional de DispatchHealth.
Por lo general, el organismo sabe bajar la temperatura del cuerpo a través del sudor y la dilatación de los vasos sanguíneos, pero si estos sistemas básicos se sobrecargan, la temperatura de tu cuerpo aumentará.
No suele pasar solo por hacer ejercicio, sino que tiene que darse en un ambiente cálido, indica Mitchell. En esos casos, hay que irse a un lugar más fresco e incluso utilizar otros métodos externos para bajar la temperatura.
Te puede dar un golpe de calor si no lo tratas de inmediato. “Necesitas asistencia médica si sientes confusión, si pierdes la conciencia o si te sube mucho la temperatura”, expone Steven Reisman, cardiólogo y director del New York Cardiac Diagnostic Center.
Las vacunas para prevenir infecciones víricas o bacterianas preparan al organismo para entrar en contacto con esa infección más adelante, explica Erik A. Larsen, director adjunto de urgencias del White Plains Hospital.
“Cuando te ponen la vacuna, estimulas la respuesta del sistema inmunitario y tu organismo dice: ‘¿Esto qué es?’ y genera la fiebre”, ilustra.
Larsen aclara que al vacunarte no te están inyectando una infección activa, solo estás preparando a tu organismo por si se encuentra algún día con ella.
Abstinencia del alcohol
“Puedes sufrir fiebre leve durante los primeros días de abstinencia del alcohol, ya que el sistema nervioso central, que estaba mermado por el alcohol, se tiene que reajustar”, comenta Holly Phillips, experta médica de RxSaver.
La abstinencia del alcohol también provoca temblores, lo que puede afectar a tu temperatura corporal, señala Larsen.
“El organismo reacciona a la ausencia de alcohol y provoca contracciones musculares. Eso hace que el cuerpo entero tiemble y aumente su temperatura”, expone.
Ciertas enfermedades inflamatorias, como la artritis reumatoide y el lupus, provocan fiebre, indica Lisa Alex, médica de Medical Offices of Manhattan. También sucede porque el organismo produce pirógenos. Si tienes una enfermedad inflamatoria y sufres un brote de cualquier tipo, es posible que tengas fiebre.
“Muchos medicamentos, como los antibióticos y antipalúdicos, pueden provocar fiebre. Los anticonvulsivos y ciertos medicamentos herbales también pueden surtir ese efecto”, enumera la médica Soma Mandal.
Conviene que vigiles la reacción de tu cuerpo cuando tomes un nuevo medicamento.
“Presta atención si la fiebre aparece una semana después de empezar a tomar el medicamento y desaparece cuando dejas de tomarlo”, recomienda J. David Gatz, director adjunto del departamento de urgencias de la Universidad de Maryland.
Los coágulos de sangre son una fuente de fiebre de la que no se habla mucho, sostiene Nate Favini, director médico de medicina preventiva de Forward.
“Si además de fiebre sientes dolores, inflamación y enrojecimiento en las piernas o falta de aliento, puede ser una señal de que tienes un coágulo”, señala.
“Aunque no es frecuente, algunas de mis pacientes tienen fiebre todos los meses al inicio de su menstruación, probablemente debido a la inflamación pélvica que provoca la endometriosis cuando el sangrado crónico se vierte hacia el estómago”, indica Kenneth Ward, director de Predictive Laboratories y asesor científico del Predictive Technology Group.
Si tienes este problema, Ward sugiere que vayas al médico, ya que también puedes sufrir calambres debilitantes durante la menstruación y dolor al practicar sexo, al orinar o durante las evacuaciones intestinales.
Si hace poco te has sometido a una operación, sobre todo en el pecho o en el abdomen, es posible que te suba la temperatura a lo largo de los días siguientes, algo llamado fiebre postoperatoria.
“El organismo produce proteínas inflamatorias como reacción al trauma de la cirugía. Eso provoca fiebre durante los primeros días después de la operación”, dice Laurence Gerlis, médica y directora general y de SameDayDoctor.
Los estudios demuestran que se trata de un efecto secundario común de las operaciones, ya que un 90% de los pacientes lo sufren. En la mayoría de los casos, se soluciona por sí solo.
La fiebre también puede ser un efecto secundario de la anestesia, aunque no es tan frecuente, puntualiza la cirujana ortopédica Erin Nance. A esa fiebre se la denomina hipertermia maligna.
Cuando sucede esto, se debe a la sustancia anestésica común que se realiza durante la cirugía. Puede provocar fiebre alta, rigidez muscular y ritmo cardíaco elevado. Si no se trata a tiempo con hielo y dantroleno, puede resultar letal .
“Si en tu historial familiar consta algún caso de hipertermia maligna, es fundamental que se lo digas a los anestesistas antes de la operación”, subraya.
La dermatóloga Rina Allawh, del Montgomery Dermatology LLC, explica que ciertas infecciones de transmisión sexual pueden provocar un aumento de la temperatura corporal.
“Al principio, la sífilis se presenta con un chancro duro (una especie de úlcera) que, si no se trata correctamente, puede provocar fiebre, dolor articular, fatiga e inflamación de los ganglios linfáticos”, enumera.
La gonorrea, si no se trata, puede acompañarse de fiebre alta y un sarpullido, afirma Allawh. Para prevenir síntomas que pueden provocar la muerte, es esencial reconocer la enfermedad lo antes posible para iniciar el tratamiento. Por otra parte, “practicar sexo seguro y hacerse pruebas de infecciones de transmisión sexual” es igual de importante.
Vale, en pleno confinamiento probablemente ya hayas descartado este motivo, pero cuando se levanten las restricciones y se restablezca el tráfico aéreo, quizás te interese recordarlo. Según la zona a la que viajes, puedes sufrir un aumento de la temperatura corporal debido a bacterias y protozoos tropicales que no suelen darse en países desarrollados, explica Amna Husain, pediatra y fundadora de Pure Direct Pediatric in New Jersey.
“Por este motivo, recomiendo a los viajeros que hablen antes con su médico y sigan las recomendaciones de las autoridades sanitarias en lo referente al consumo de agua y comida”, aconseja.
Trastornos o cambios hormonales
“El hipertiroidismo por sí solo no provoca fiebre, pero sí se puede dar un trastorno asociado por una gran segregación de hormonas tiroideas llamado crisis tiroidea, cuyos síntomas son fiebre, taquicardias, cambios de tensión y temblores”, expone Husain.
La experta señala que las crisis tiroideas pueden producirse a causa de un factor estresante externo, como un trauma, un ataque cardíaco, un parto o una infección con un problema de hipertiroidismo sin controlar.
“En casos muy poco frecuentes, puede ser a causa del propio tratamiento para el hipertiroidismo con terapia de yodo radiactivo por la enfermedad de Graves”, explica.
Los cambios hormonales que se producen durante la menopausia también pueden aumentar la temperatura del cuerpo en episodios de sofocos.
Antes de que te asustes, no pienses que por tener fiebre ya tienes cáncer ni que es uno de sus síntomas más característicos. Simplemente, ten en cuenta que es uno de sus muchos posibles síntomas.
“Hay varios tipos de cáncer asociados con fiebre, que son más conocidos como leucemias o linfomas, aunque otros tipos de cáncer también pueden provocar fiebre”, comenta el oncólogo Timothy S. Pardee, jefe de medicina de Rafael Pharmaceuticals.
Pardee explica que esto sucede porque en algunos casos, las células cancerígenas provocan una respuesta inflamatoria que, a su vez, hace que el cuerpo reaccione provocando fiebre. Algunos tipos de cáncer, como la leucemia, pueden reducir la capacidad del cuerpo de combatir infecciones, prolongando así las enfermedades y las fiebres.
“Otros síntomas a los que hay que prestar atención son una pérdida de peso involuntaria y un sudor copioso por la noche (hasta el punto de tener la camiseta empapada al despertar). Estos síntomas son un motivo justificado para ir al médico y hacerte pruebas”, añade.
“Tener fiebre no tiene por qué ser motivo de alarma a no ser que se den unas determinadas circunstancias”, señala David Cutler, médico de familia del Providence Saint John’s Health Center de California.
Además, “si sufres una infección, gripe o neumonía, con los medicamentos adecuados puedes mitigar síntomas como fiebre, dolor de cabeza, otros dolores y deshidratación por sudar demasiado”.
Sin embargo, si la fiebre es producto de un problema hormonal (como por la menopausia) o por el exceso de ejercicio, los medicamentos antipiréticos no servirán de nada. En esos casos, es mejor ponerte frente a un ventilador para reducir tu temperatura corporal.
Amesh A. Adalja, de la Universidad Johns Hopkins, aclara: “Deberías preocuparte si la fiebre supera los 38,3 grados y no remite o si viene junto con otros síntomas, como deshidratación, fatiga extrema, falta de aliento o un sarpullido grave”.
Caso aparte son las personas inmunodeficientes, cuyo límite antes de ir al médico debería ser mucho más bajo, y lo mismo en el caso de las embarazadas, las personas con cardiopatías o problemas respiratorios y los más jóvenes, advierte.
Pese a todo esto, si te preocupa la fiebre, siempre puedes llamar al médico. Al fin y al cabo, están ahí para velar por tu salud.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido y adaptado del inglés por Daniel Templeman Sauco.