10 preguntas intrusivas que jamás deberías hacer en una primera cita
"Fue la cita más breve de la historia".
Una forma segura de estropear una primera cita es monopolizar la conversación, dar la chapa con tu nuevo proyecto, con tu último viaje a Portugal o con la enfermedad cutánea de tu perro sin tomarte la molestia de preguntarle algo a tu cita.
Quizás sea ese el motivo por el que el 65% de los solteros de Estados Unidos aseguran que lo que más les impresiona en una primera cita es recibir muchas preguntas, según una encuesta de Match.com.
Pero, claro, esa encuesta da por hecho que todo el mundo tiene la decencia básica de hacer preguntas adecuadas que muestren un interés auténtico en conocer quién eres sin ser demasiado intrusivo, obsceno u ofensivo de cualquier otro modo.
La edición estadounidense del HuffPost ha preguntado a varias mujeres cuáles han sido las preguntas más intrusivas que han recibido en una primera cita y, de paso, ha quedado claro que muchos solteros deberían reconsiderar su actitud lo antes posible. A continuación puedes leer un decálogo de preguntas que NO debes hacer en tu próxima cita:
“Me hicieron esta pregunta de repente en una primera cita cuando tenía 19 o 20 años en una zona acaudalada de Nueva York. Ni siquiera era escritora erótica aún, simplemente una estudiante universitaria en un bar de vinos que no podía permitirse con un treintañero. No digo que fuera una pregunta adecuada si supiera que escribo con libertad sobre mi vida sexual, solo que el contexto hizo que fuera más improcedente aún.
Estábamos hablando de asuntos bastante inocentes cuando salió el tema del sexo. Me preguntó si me gustaba el sexo anal y casi me atraganté con el vino. Acto seguido, básicamente me explicó que para él era imprescindible que tuviéramos sexo anal cada vez que nos acostáramos. Aún no nos habíamos besado y ya me estaba hablando de sexo anal. No volvimos a quedar. Unos días después me envió un mensaje con el emoji del guiño y no le respondí”. ― Gigi Engle, escritora y asesora sexual.
“Como mujer transexual, lo tengo mucho más complicado para encontrar a tíos que quieran salir conmigo. Salí a comer con uno que no tardó en demostrarme que tenía más interés en ‘experimentar’ conmigo que en conocerme cuando me hizo la pregunta más intrusiva que me han hecho en una cita. Estaba dándole un mordisco a mi hamburguesa cuando me preguntó como si nada: ‘¿Cuánto te mide?’. Casi me atraganté al ver lo despreocupado que estaba. No parecía una pregunta por curiosidad, sino que me estaba cosificando.
Le dije que no me sentía cómoda respondiendo a eso y le pregunté cómo se sentiría si le preguntara lo mismo. No pareció pillarlo. Ignoro preguntas similares muy a menudo en las aplicaciones para ligar, así que me decepcionó incluso haber accedido a quedar. Me aseguré de que la camarera nos trajera la cuenta por separado para que el tío no pensara que le debía nada”. ― Janelle Villapando.
“Me hicieron esta pregunta a los 20 minutos de empezar la cita. Apenas llevábamos tres sorbos y me lo preguntó justo después de explicarle que soy escritora y que dirijo mi propia empresa. No me dijo nada como: ‘Háblame más sobre cómo lo has conseguido’, sino que me preguntó: ‘¿Cuánto cobras?‘. Mi respuesta fue: ‘¿Cuánto crees que cobro?’. Cuando se rio y me dijo: ‘No lo sé, pero no mucho’, me di cuenta de que la cita tenía fecha de caducidad. 10 minutos después ya estaba de camino a casa”. ― Jen Glantz, autora de ‘Always a Bridesmaid (for Hire)’ y presentadora del podcast ‘You’re Not Getting Any Younger’.
“Durante años, mi peinado habitual fue un pelo afro enorme. Durante casi una década, he llevado el pelo completamente al natural, y casi todo ese tiempo lo he llevado afro. Estaba en una primera cita y el tío no dejaba de mirarme como queriendo preguntar algo pero sin saber cómo hacerlo. Cuando por fin conseguí que lo escupiera, ya estaba bastante frustrada. Después de preguntarme cómo conseguía ese pelo afro, empezó a acribillarme a preguntas como qué productos usaba y qué sensación me daba este pelo. Cuando se estiró para tocarlo, supe que habíamos terminado antes siquiera de empezar y se llevó un golpe de kárate en el brazo que estaba extendiendo.
Notición, colega: no puedes toquetear el pelo de una chica y esperar otra cosa que no sea un final abrupto de una cita. No solo fueron maleducadas las preguntas, sino que lo de casi tocarme el pelo sin mi permiso fue como un intento de violación. Pedí inmediatamente que me guardaran la comida en un recipiente para llevar y le dije al tío lo maleducado que había sido. Intentó disculparse, pero me fui y lo dejé sentado a la mesa”. ― Valencia Morton, bloguera en Millionairess Mama.
“Fue ese ‘no’ previo a la pregunta lo que hizo que fuera tan intrusiva. Desde el primer momento expresó lo poco que le interesaban las conversaciones superficiales y dijo que prefería de hablar de asuntos importantes, como los nuevos avances en neurociencia o Elon Musk (supongo que debería haberlo interpretado como una clara señal de alarma). No dejaba de preguntarme quién era y de responderme justo después: ‘No, dime la verdad’. Fue presuntuoso, maleducado y, sobre todo, un menosprecio bajo el falso pretexto de conocerme mejor. Al final paró cuando le dije que tengo una cuenta de Instagram en la que ridiculizo a hombres que en realidad son unos fantasmas con un ego desmedido”. ― Lillian, de @thefleshlightchronicles.
Aún íbamos por la ensalada cuando, así porque sí, preguntó: ‘¿En qué trabaja tu papá?‘. Yo apenas tenía veinte años y estudiaba en la Facultad de Derecho. Me reí pensando que estaba de broma. Pero no. Ladeó la cabeza como diciendo: ‘¿Y bien?’.
‘Es rabino’, le respondí. Fue como si le hubiera dicho que asesinaba a gente con su hacha. No estoy segura de si el problema era que yo fuera judía, si fue la suposición de que mi familia no era rica o si en realidad buscaba una esposa y un empleo. Fue la cita más breve de la historia”. ― Jenny Block, escritora.
“En una ocasión, quedé con un hombre de negocios que llevaba un tiempo pidiéndome salir a tomar algo. Su primera pregunta, antes incluso de pedir las bebidas, fue: ‘¿Te cuesta mucho llegar al orgasmo? Tiene pinta de que sí’. Luego empezó a contarme que la última mujer con la que había salido nunca había llegado al orgasmo hasta que estuvo con él. También me explicó cómo le hacía llegar al clímax usando un masajeador eléctrico Magic Wand. Cuando por fin terminó de describirme al detalle sus experiencias con sus ex, me miró como esperando que respondiera a su pregunta. Aproveché la oportunidad y le solté que era ese masajeador eléctrico Magic Wand el que llevaba a su ex al orgasmo, no él. Y me largué”. — Mara Marek, comediante y presentadora de The Happy Never After Podcast.
“Parece que mis citas prefieren buscar la letra pequeña antes de invertir un tiempo en conocerme. Esa pregunta no solo implica que hay algo malo en ti si no tienes pareja, sino que ignora el hecho de que se supone que en esa cita hay dos personas solteras. Aunque se diga como un halago (¿Cómo es posible que una chica como tú aún no tenga pareja?), en la práctica es repelente y hace que la mujer se ponga a la defensiva en una situación en la que debería abrirse a un posible amor”. — Jen Ruiz, bloguera de viajes.
“Tener citas en Los Ángeles estando gorda es una situación entre lo horrible y la parodia. A mí no me tocó vivir el estereotipo de que las gordas la chupamos mejor hasta que empecé a buscar citas de forma activa siendo veinteañera. Quedaba con hombres aparentemente equilibrados, pero en más de una ocasión la conversación viraba a un tema sexualmente explícito.
Hay una diferencia enorme entre que te gusten las mujeres de talla grande y tener un fetiche con las gordas. No quiero burlarme de nadie por tener un fetiche, pero a mí, personalmente, no me interesa recibir ese tipo de atención. Las preguntas más intrusivas que me han hecho en una cita eran preguntas sexuales explícitas relacionadas directamente con la percepción que tenían esos hombres de mí: una mujer gorda”. — Brianna McDonnell, bloguera de moda y defensora del respeto por todo tipo de cuerpos.
“Tenía una cita con una chica que es música y fuimos a un concierto de un grupo de amigos míos en una sala de espectáculos. Todo iba genial y acabamos liándonos durante el concierto. Cuando acabó el espectáculo, vi a una amiga mía llorando en una esquina con un buen disgusto. Me acerqué a ella y le pregunté si estaba bien y la ayudé a recuperar la compostura. Volviendo a casa en coche, mi cita me preguntó: ‘¿Esa era tu novia?‘. Dije que no, que solo era una amiga, pero ella siguió preguntando: ‘¿Seguro? Porque se parece a tu ex’.
Fue aquí cuando la pregunta se volvió incómoda, porque apenas nos conocíamos, nunca habíamos hablado de nuestras ex y la única ex que me venía a la mente parecida a ella era alguien con quien había roto hace cinco años. Quise saber cómo conocía el aspecto de mi ex y me dijo que la había visto en mi Instagram. Eso significaba que había retrocedido varios años en mis publicaciones para encontrar una foto de mi exnovia y que se había acordado de ella, porque tengo fotos con otras chicas en Instagram. Ahora tengo un Instagram privado aparte”. — Tevy Khou, ilustradora.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.