10 frases 'hardcore' de este año político
Los mejores comentarios y pullitas que han lanzado nuestros representantes en 2020.
Utilizar a los muertos, la estrategia histórica del PP, sigue vigente con Pablo Casado. Esta frase la soltó el líder popular en el Congreso cuando se aprobó la prórroga del estado de alarma el pasado 29 de octubre, regodeándose en un número que no era oficial entonces (España acaba de superar los 50.000 fallecidos por covid-19 hace dos meses). Ya a finales de marzo, la dirección popular esperaba ansiosa que España llegase a los 20.000 muertos para repetirla como un mantra. Casi la misma cifra que acumula ahora la Comunidad de Madrid, presidida por Isabel Díaz Ayuso.
Cayetana Álvarez de Toledo se quedó tan ancha el 27 de mayo, cuando desde la tribuna del Congreso acusó al padre de Pablo Iglesias de ser un terrorista. La frase era el remate de una escalada verbal que iba in crescendo según menguaban los planes del PP de desalojar a Pedro Sánchez de Moncloa. La sensación de qué en medio del drama, los ciudadanos solo encontraban confrontación entre partidos servía para ahondar en el deterioro de la democracia. Uno de esos momentos que te gustaría no estar viviendo en directo.
La frase de Pablo Casado restalló en el Congreso de los Diputados el 22 de octubre, el día que debía de haber sido el gran momento del líder de Vox, Santiago Abascal. Pero media docena de palabras del presidente del PP, que quisieron marcar la ruptura y el distanciamiento de Vox, dieron el protagonismo de la jornada a un Casado al que muchos daban por finiquitado. Pablo, supuestamente amigo de Santiago, también le reprochó el daño que había hecho al Partido Popular, que le había dado “trabajo durante 15 años”. Un cariacontecido Abascal, tristón y decepcionado, acusó a Casado de “dar una patada a la esperanza” de tantos españoles que votan a Vox e incluso al PP. Ese mismo día, Abascal también echó en cara a Casado aliarse con Pedro Sánchez para debilitar a la monarquía. Casado no ha cambiado la estrategia de derribar al Gobierno.
La frase de Ignacio Garriga, diputado de Vox y candidato en Cataluña, es solo una muestra de la utilización que Vox, y también el Partido Popular, han hecho de la figura de Felipe VI durante todo el año. La supuesta defensa de la derecha de la figura del monarca frente a los presuntos delitos y escándalos de su padre, el rey emérito, no hace más que perjudicar a la Corona, pero Felipe VI no ha sugerido en ningún momento que no necesita esa ayuda. Tanto Vox como el PP dicen que el Gobierno quiere debilitar al rey.
Lo dijo Inés Arrimadas en el pico de la segunda ola del covid-19, el 25 octubre de 2020. Se distanciaba así de la foto de Colón con Abascal y Pablo Casado, al apoyar el estado de alarma ante “la situación que se ha descontrolado”. Culminaba así, en sede parlamentaria, el camino que la sustituta de Albert Rivera había empezado, poniendo tierra de por medio con el populismo de Vox y PP. Por el momento. Para muchos votantes, la posición de Ciudadanos durante la pandemia ha sido la más responsable de la derecha.
Pablo Casado dixit en Twitter, para inmediatamente ser seguido por el resto de su tropa, Ana Pastor e Isabel Díaz Ayuso, que cargaban sembrando dudas sobre el reparto equitativo de las vacunas y la “propaganda” que hace el Gobierno. Hasta el último minuto del 2020, Casado, líder de la oposición, se ha subido al carro extremo contra el Gobierno. Todo lo contrario de lo que ha hecho la derecha civilizada de la UE, que frente a los populismos radicales de los partidos de extrema derecha, han apoyado a los gobiernos.
Es lo que sugirió con tono sardónico el vicepresidente Pablo Iglesias al portavoz de Vox, Ivan Espinosa de los Monteros, durante la Comisión de Reconstrucción. Todo fue un tanto forzado. Cuando el vicepresidente contestaba al diputado del PP, Mario Garcés, dijo, así, de pasada: “Se puede imaginar la opinión que tengo yo del señor Espinosa de los Monteros o del señor Abascal, pero les han votado muchos ciudadanos españoles. Y aunque a veces parezca que más quieren dar un golpe de estado que proteger la democracia española, estoy dispuesto a dialogar con cualquiera, con cualquiera”. Iván Espinosa pidió amparo a Patxi López, presidente de la comisión. Iglesias insistió: “Voy a ser más preciso. Ustedes querrían dar un golpe de estado, pero no se atreven”. Como no consiguió el amparo del socialista López, el de Vox se fue. Es el momento de Iglesias y su tono de profesor universitario, con el “cierre al salir”.
No es fácil encontrar una salida de patas del gélido Pedro Sánchez a lo largo del año maldito 2020. Muy en su papel institucional, tanto que a menudo se convierte en excesivo y pesado (a nadie se le van a olvidar aquellas comparecencias largas y tediosas de los sábados del estado de alarma y las prórrogas), cuando ya no ha podido más, ha bajado de la columna y ha tirado de ironía con est. En muy parecido sentido, le hizo el mismo reproche a Santiago Abascal, cuando hablaba de China, del virus chino, de Putin, de la conspiración internacional, de George Soros, etc. Solo que Sánchez es tan frío, inaprensible, que ni cuando hace ironías arrasa.
Fue la pregunta del socialista Odón Elorza -exalcalde de San Sebastián- a Santiago Abascal desde la tribuna. Fue el pasado mes de diciembre, cuando se conoció el chat de los militares retirados que pedían poco menos que un golpe de Estado, además del fusilamiento de 26 millones de españoles que son rojazos, a criterio de los miembros de ese chat. “¿Soy fusilable?”, interrogó Elorza a Abascal, porque según el diario digital Infolibre, uno de los participantes del chat reenvió un audio de Abascal que decía: “Me dicen que es obligatorio saludar a este grupo. Un abrazo a todos y ¡Viva España”.
Los segundos de Aitor Esteban en la “patochada” de moción de censura propuesta por Vox podrían resumir el sentir de millones de personas ante muchos de los momentos que nos ha ofrecido en este extraño y peligroso año, el Congreso de los Diputados. El portavoz del PNV en Madrid ha sido autor, muy a menudo, de algunas de las intervenciones más sensatas y de sentido común que se han escuchado en la cámara. Por eso, se ha ganado a pulso el respeto de todos sus compañeros, de forma que hasta los mismo ultras de Vox se tientan la ropa antes de atacarlos.