1-O en Barcelona: lágrimas, tristeza, heridas, sueños y papeletas

1-O en Barcelona: lágrimas, tristeza, heridas, sueños y papeletas

Así se ha vivido en las calles una cita grabada ya en la historia de la ciudad

Barcelona. 1 de octubre de 2017. 24 horas que no olvidará esta ciudad. Lo que ha pasado este domingo marcará el futuro del país. Fuera de los despachos, este domingo los sentimientos estaban en la calle, y en las miradas desde las ventanas de los que no han salido. El asfalto de la ciudad condal ha quedado impregnado de esta fecha.

Un día largo, de una intensidad brutal, de sentimientos encarnizados. De lágrimas de muchos al ver las cargas policiales, de tristeza de los que no se sienten entendidos, de heridas por los enfrentamientos con la Policía y de papeletas, que por fin se pudieron tocar aunque muchos sabían que no servirán legalmente.

  Agentes de la Policía Nacional retiran urnas del IES Tarragona - EFEEFE

El ruido de los helicópteros ya despertaba a los vecinos de las zonas cercanas al puerto durante la madrugada. Muchos ya habían abandonado la cama para ocupar colegios desde horas antes, y otros madrugaban a las cuatro para bloquear las puertas y evitar los precintos. Las urnas sigilosas llegaban en coches, envueltas.

  Una persona entra con un paquete en la Escola Industrial de Barcelona con una de las urnas envuelta en un plástico negro- EFEEFE

La hora de la verdad eran la seis de la mañana -fijada por los tribunales para que los Mossos desalojaran-. Nervios, ilusión, incertidumbre. A la vez iban llegando a todos los puntos de la ciudad los efectivos enviados desde todos los lugares de España.

CARGAS Y CARRERS

Centenares de personas se arremolinaban en las puertas de los colegios del Raval. Aplausos para los Mossos. Se abren las puertas. Las gargantas celebran el momento. Es 1-O y las urnas están sobre las mesas. Pero en ese momento van llegando noticias, vía Twitter y whatsapps. Imágenes de furgones policiales llegando al Ramón Llull, al otro lado de la cuidad, en el número 275 de la Diagonal.

Allí la tensión se hace carne. Frente a frente. La imagen más dolorosa al final se producía. Centenares de vecinos no consiguen entrar en la escuela, la Policía salta la valla para incautar las urnas. Rompen una ventana. Gritos, caos. Ana, nerviosa, lo cuenta en shock minutos más tarde: "Ha sido salvaje".

En bloque centenares de vecinos se ponen frente a los furgones policiales. "Els carrers serán sempre nostres", proclaman. Un grito que ha recorrido muchos rincones de Barcelona a lo largo de este grisáceo y lluvioso domingo. Carreras hasta la esquina con Sardenya. Pelotazos, confusión, cargas, varios heridos. Suenan las ambulancias de fondo. Este tipo de escenas se han repetido en varios puntos de la ciudad, lo que provoca la indignación de los barceloneses.

En cambio, la actitud de los Mossos, que han dejado que abrieran los colegios y que se han quedado en un segundo plano en las esquinas de los centro, ha provocado los aplausos. Los coches de los policías autonómicos eran vitoreados a su paso por las calles, como en el Carrer del Àngel.

CHOCOLATE, L'ESTACA Y EL "COBARDE" RAJOY

Las imágenes que iban circulando por las redes sociales y la televisión han hecho que muchos salieran a la calle. "No tenía pensado ir a votar, voy a hacerlo en blanco, pero después de las cargas lo he decidido", confesaba un joven en La Sedeta. Muy cerca hacía cola la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

La fila es multitudinaria y en las ventanas del colegio han puesto un altavoz con las noticias radiofónicas a todo trapo. Internet no va del todo bien, los clásicos radiofónicos no fallan. Este 1-O es una sucesión de imágenes, de momentos, que a veces se difuminan por la rapidez. Sí, sí, es el sindicalista Juan Manuel Sánchez Gordillo en una esquina, con una bandea de Andalucía en el cuello. Ha venido desde Marinaleda para apoyar el 1-O.

En la Sedeta siguen haciendo una cadena humana para ordenar la entrada. Todos esperan bajo la lluvia. Aplausos cada vez que alguien sale de votar. Los furgones de la Policía pasan sin pararse y el helicóptero sobrevuela en esta zona cercana a la Sagrada Familia. Rechazo en forma gutural. Los turistas toman fotos sin parar.

Van pasando las horas. Se mezclan las papeletas, las urnas. Se ha convertido más en una gran demostración de fuerza que un supuesto referéndum. Y muchos en los colegios dicen "vergüenza" enseñando las fotos de las cargas en sus móviles.

En la Escola Industrial centenares de personas están en el patio. Se saludan, hacen largas colas, atienden a los medios extranjeros. Y es que en la mente de todos están también que esto ya es un problema europeo, que hay que contarlo al mundo, que hay que involucrar finalmente a la Unión Europea. Y muchos se quedan en las puertas, no quieren dejar los centros solos por si llegan las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado a requisar las urnas.

Imágenes duras, pero también de aparente normalidad tras los nervios en algunos centros. En la Escola Collado i Gil, como informa nuestra compañera Carlota Ramírez, ha transcurrido la jornada con tranquilidad. Un coche de los Mossos se encontraba parado al final de la calle, pero no ha intervenido ningún agente. Desde las cinco de la mañana, se concentraban personas en las puertas mientras repartían chocolate los que habían pasado la noche allí. Ante los rumores de de las cargas han cerrado las puertas y han hecho relevos.

Jornada de contrastes, de símbolos, y de música. Los vecinos salen al balcón y animan la tarde. Esto pasaba frente al Instituto Miquel Tarradell.

La gente pasa la tarde tras votar en la puerta mientras suenan desde una casa El mar, de Manel, y L' Estaca, de Lluís Llach. Muchos se abrazan y se emocionan. Dentro del colegio no hay carteles de partidos ni consignas, se intenta cumplir la consigna de supuesta neutralidad.

La vida tiene esas vueltas. Y una larga cola se forma al otro lado de Barcelona en la escuela de música que lleva el nombre de Joan Manuel Serrat, que hace unos días se pronunció en contra del 1-O. Un grupo grita "independencia" y la mayoría le pide silencio.

Un día largo, extenuante, incierto, de rugosa piel. Y como punto final (y no sabemos principio de qué) la plaza Catalunya.

Los favorables a la independencia se han juntado allí, en el acto organizado por la ANC y Omnium, para seguir la 'noche electoral' delante de un pantalón en el que se proyectaba TV3. "Fuera, perro, cobarde", son los gritos cuando conectan con la declaración de Mariano Rajoy desde La Moncloa. Suenan más tarde las llaves de los congregados, todo un símbolo ya del 1-O. El hombre más esperado del día, Carles Puigdemont, aparece en pantallas pasadas las diez y media. Aplausos y gritos de "independencia". En una esquina lo mira de reojo en una valla publicitaria José Manuel Soto.

Las calles de Barcelona, 1 de octubre. ¿Qué verán los próximos días?