La cooperativa para la representación política
No estamos aquí para derrotar al PP, estamos para derribar un sistema que es injusto con las personas, a las que obliga a pagar una deuda que no han contraído. Dudamos mucho que los partidos del siglo XX puedan aceptar nuestras condiciones, porque vamos a arrollarlos. Nosotros, los ciudadanos.
Los desahuciados, los parados, los jóvenes sin futuro, los funcionarios en general o los dependientes, son lo que son y a estas alturas del desastre social que vivimos que sean de derechas o de izquierdas nos importa poco. El número de ciudadanos que son insumisos a las políticas unificadas de la Unión Europea aumenta bajo la percepción de que los partidos que las aplican son corruptos, sean de izquierdas, o de derechas. Estos ciudadanos insumisos tienen en común que el sistema les ha defraudado, ha truncado sus aspiraciones y lo han abandonado. En Europa, los sistemas de representación funcionan perfectamente en las sociedades elaboradas de construcción socialdemócrata, como Alemania o Francia, donde hay control ciudadano o sociedad civil, y sobre todo, excedentes que redistribuir. Pero han quebrado en los Estados endeudados del sur, cuyas sociedades son mayoritariamente poco elaboradas o muy clientelares. Y esto ha sucedido tan pronto internet, la red, ha descubierto otra verdad más cierta que la configurada por la suma de los medios convencionales. Es el mismo fenómeno que el de las primaveras árabes. La gente dispone ahora de su propia información y la justicia termina de convencer a las personas de que el problema son los burócratas, como escuchábamos en la URSS a mediados de 1991.
El fracaso español del siglo XXI es el fracaso de la reforma política. El fracaso es rotundo en términos de moralización de la vida pública, que se decía entonces, ahora regeneración democrática. Aquí se ha robado desde la Administración, los bancos o cajas a los ciudadanos, y nadie va a la cárcel. Es una conclusión objetiva. También lo es en términos de prestigio de las instituciones, y no alargaremos la lista porque es interminable. Esta es la situación. Por eso, cualquier proyecto de reconstrucción de una parte del sistema en torno al PCE o el PSOE está a verlas venir, con primarias ciudadanas o sin ellas. Lo de enfrente se organizará enfrente y nosotros ya estamos en este sitio seguramente desde hace años. En el lugar que nos quisieron poner mediante barreras electorales nada democráticas.
Hacer primarias abiertas debe ser sólo un primer paso hacia algo más profundo. Porque mi proyecto ha sido y es construir una plataforma ciudadana donde cualquier vecino se apunte en su pueblo o en su barrio para elegir a sus representantes, participe en las políticas a proponer y en la campaña para conseguir unos objetivos comunes. Los partidos vanguardia se quedaron en el siglo XX porque la vanguardia es ahora ciudadana. La vanguardia, para explicarlo, es la Primavera Valenciana y los partidos, un instrumento necesario que marca la legislación para asaltar este sistema corrupto que regala dinero a los bancos y se lo quita a los estudiantes. Esa es la innovación, una cooperativa de representación política: adhesión abierta y voluntaria, control democrático de los miembros, participación económica de cada uno de acuerdo a sus posibilidades, autonomía e independencia sin responder a intereses externos, transparencia total y un compromiso con la sociedad. Por eso no estamos aquí para derrotar al PP, estamos para derribar un sistema que es injusto con las personas, a las que obliga a pagar una deuda que no han contraído. Dudamos mucho que los partidos del siglo XX puedan aceptar nuestras condiciones, porque vamos a arrollarlos. Nosotros, los ciudadanos, los representantes que el pueblo elija en cada pueblo.