La peligrosa tibieza del BCE
El BCE sigue dosificando sus decisiones como si la crisis que sufre la eurozona fuera menos amenazante de lo que perciben la mayoría de los agentes económicos, incluidos los inversores en los mercados financieros.
El Banco Central Europeo (BCE) sigue dosificando sus decisiones como si la crisis que sufre la eurozona fuera menos amenazante de lo que perciben la mayoría de los agentes económicos, incluidos los inversores en los mercados financieros. Mientras sus mas importantes colegas - la Reserva Federal de EEUU, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón- hace tiempo que asumieron que la situación es suficientemente grave como para adoptar medidas excepcionales, su Consejo de Gobierno apenas se distancia de las consideradas "convencionales": actuación pautada sobre los precios del dinero y rechazo, al menos por el momento, de nuevas inyecciones extraordinarias de liquidez o de intervención en los mercados secundarios de deuda pública.
El jueves redujo en un cuarto de punto su tipo de referencia, el repo quedó en el 0,75%, y dejaba en cero el correspondiente de la facilidad marginal de deposito, el que paga a los bancos por sus depósitos a muy corto plazo. La decepción no se hizo esperar, especialmente al oír las explicaciones que su presidente Mario Draghi daba en la rueda de prensa: expresaba sus reticencias a adoptar medidas menos convencionales, a pesar de que admitía el deterioro de los indicadores económicos y la ausencia de tensiones inflacionistas. Las cotizaciones de la deuda pública española e italiana volvieron a los niveles previos al último Consejo Europeo ( otra vez por encima del 7% el bono español con vencimiento a diez años) , donde los máximos mandatarios europeos, en otro "pronunciamiento histórico", acordaron fortalecer la integración bancaria y fiscal.
La desautorización es manifiesta. Los mercados, efectivamente, cotizan desconfianza en la capacidad de las autoridades e instituciones europeas para neutralizar las amenazas sobre los tesoros de España e Italia, para cumplir lo acordado. Exigen por sus bonos remuneraciones que no se corresponden con los fundamentos de esas economías, con los propósitos de saneamiento financiero y, desde luego, con su condición de miembros de una unión monetaria viable. Son razones suficientes para que la única institución con capacidad para enmendar la plana a los mercados lo haga. La movilización del programa de adquisición en el mercado secundario de bonos italianos y españoles, adoptado el pasado agosto por el BCE debería ser la decisión mas inmediata. Sin menoscabo de ello, los gobiernos más reticentes de la eurozona deberían asumir con la diligencia suficiente la aplicación de lo acordado hace una semana en la máxima institución comunitaria. Ocasión tendremos para verificarlo la semana entrante: reunión del Eurogrupo el lunes y el martes del Ecofin.