Sobrevivir a la Navidad (libros vs. villancicos)
Va una selección de títulos de Miss K. que te servirán para parapetarte de la estridencia navideña. Están las novelas más jugosas del año, algún exabrupto en forma de ensayo (necesario) y 'Un regalo de Navidad': un clásico imprescindible que Robert Louis Stevenson escribió al final de su vida.
Va una selección de títulos de Miss K. que te servirán para parapetarte de la estridencia navideña. Están las novelas más jugosas del año, algún exabrupto en forma de ensayo (necesario) y Un regalo de Navidad: un clásico imprescindible que Robert Louis Stevenson escribió al final de su vida (en realidad son dos historias), seguramente harto de forzar la sonrisa allá por el solsticio de invierno.
Porque, ¿para qué sirve la Literatura? Para reflexionar, reconocer los propios errores en otros (que resulta más sencillo) y aprender de ellos; para soñar, olvidarse un rato de uno mismo y ser en otro; para saber, aprehender realidades que nunca alcanzaríamos y retomar fuerzas frente a la nuestra (hoy tan penosa). Y también, para sobrevivir a las fechas que llegan.
Llegan y una se alegra de que el mocoso no haya crecido lo suficiente para alcanzar si quiera con banqueta el altillo donde guardas el costroso árbol, plástico y plegable que, a mayor escarnio, probablemente sea chino. De que no tenga edad bastante para manejar las llaves del trastero y encaramarse a los estantes de aluminio que seguro le caerían con todo el petate de bolas encima. De modo que no, este año no habrá espumillones ensuciando con sus briznas superfluas el suelo y las alfombras; ni pesebre esparciendo musgo y arena hasta el más recóndito agujero de la casa.
Y al mocoso, que ya tiene edad, se le consuela por ejemplo con estas dos historias que me llegan esta mañana a la puerta: las del gran Stevenson, ilustradas maravillosamente por una de las jóvenes promesas nacionales, Tyto Alba, y publicadas en un mismo volumen por Editorial Periférica. De la primera, Markheim, se dice que es una secuela de la lectura de Crimen y Castigo de Dostovieski, que es el Cuento de Navidad de Dickens revisitado en clave aún más perversa, que está también el cuento de Poe William Wilson, y que el mismísimo Freud la utilizó en sus estudios para referirse al subconsciente. ¡Cuidado!, todo empieza cuando el protagonista decide desempolvar su desidia y salir a la calle en busca de un regalo de Navidad: te lo estoy advirtiendo, mejor que lo encargues en un click. La segunda, Olalla, es una historia de amor y terror, carne y espíritu, donde un oficial inglés que lucha en la Guerra de la Independencia española se pierde en las costuras misteriosas de una mujer a la que no veremos en el libro; el propio Conan Doyle confesó haberse inspirado en ella para escribir El perro de los Baskerville. Esto promete al calor de un buen fuego y el silencio.
Y ahora imagina el paisaje contrario: unos grandes almacenes atronando a todo altavoz una pésima grabación del Pero mira como bé-eeee-ben. Me niego y continúo con las recomendaciones 2012.
A) Novedades
1.- Mr. Gwyn, de Mister Alessandro Baricco (Anagrama ed.), una historia que él mismo ha calificado de "transparente" y un homenaje al gran Salinger: Jasper Gwyn, escritor, decide no volver a escribir para convertirse en copista; sí, será un copista de retratos escritos que al fin y al cabo es el verdadero oficio de un escritor: "En realidad todos somos páginas increíblemente bien escritas de un libro que no existe, y el señor Gwyn quiere dedicarse a imaginar ese libro, que es lo que hacemos los narradores", explica Baricco, quien a renglón seguido se define (no te lo pierdas) como "un Don Juan de los estilos: me gusta probar, adaptar mi estilo a cada historia; si tuviera que escribir siempre igual me aburriría". Sus lectores damos fe y celebramos el aire onírico de esta última entrega dedicada a Salinger: "Siempre hay alguien que desaparece".
Y de desaparecidos hablando, menuda la noticia de los nuevos bartlebys 2012: el Premio Nobel Imre Kertesz y Philip Roth (que ni siquiera a recoger el Príncipe de Asturias vino) deciden que punto y final, que no escribirán más.
2.- Némesis, de Roth (Mondadori ed.). Todavía no puedo creerme que Némesis vaya a ser la última historia del gran escritor americano: eso parece pero yo preferiría que no.
3.- Las voces bajas, de Manuel Rivas (Alfaguara ed.), la novela más íntima del intimista escritor gallego. Dice así el autor: "Es la novela de la vida. Son las voces de los niños, las mujeres que hablan solas, los emigrantes, los muertos, los animales... Las voces de los que no quieren dominar y se alimentan de palabras y cuentos". Muy en la senda gallega del realismo animalario y los espacios encantados, pero en clave Rivas: humor, poesía y mucha retranca, argamasa ésta que sostiene un relato autobiográfico (aunque no exento de ficción: la ficción de su memoria) de principio a fin. Es un bellísimo homenaje a su familia, pero sobre todo a su hermana del alma, María, desaparecida demasiado pronto.
4.- Mala índole, cuentos aceptados y aceptables, de Javier Marías (Alfaguara ed.). Ya todos sabemos que son 30 relatos en total: 23 aceptados y 7 sólo aceptables; entre los primeros, la prehistoria del escritor antes de publicar su primera novela, escritos de los 14 a los 17 años aprox. De los que el dandi de nuestra literatura asegura: "Probablemente sean las mejores piezas que he escrito en mi vida".
5.- Casi Amor, de Ugo Cornia, que Editorial Periférica recupera del olvido como ya hiciera con Sobre la felicidad a ultranza. Los que leyeron el primero, entenderán si digo que vuelve el humor corniano, que tan sanamente se ríe de sí mismo, esta vez en un personaje homónimo al escritor; o sea un tal Ugo, que recorre los fracasos de su geografía amorosa con mucha sorna.
6.- Baila, baila, baila, de Haruki Murakami (Tusquets ed.) De nuevo viene el gran escritor japonés con una historia a medio camino entre la más rabiosa realidad y el sueño más envolvente: intriga, sexo y rock and roll, y una mirada a los años 80.
B) Reflexiones
7.- Vida de zarigüeyas. Cómo vivir bien sin empleo y (casi) sin dinero, de Dolly Freed. La editorial Alpha Decay recupera y traduce este clásico de la literatura norteamericana en el momento preciso: se publicó en 1978, coincidiendo con el germen del movimiento downshifting o el regreso a la simplicidad, y en sus páginas, Dolly Freed predica las bondades de vivir sin un duro y ser feliz: ¿quién necesita tener un empleo ordinario para subsistir?, se pregunta. Y narra su experiencia personal: durante casi cinco años, ella y su padre cultivaron, cosecharon, pescaron y capturaron todo lo que comían, y vivieron felices con 700 dólares anuales en una casa de 2.000 metros cuadrados de terreno a las afueras de Filadelfia.
8.- Dejad de lloriquear. Sobre una generación y sus problemas superfluos, de la alemana Meredith Haaf, con traducción de Patricio Pron, de nuevo para Alpha Decay: la cruz de la anterior reflexión. Dice así su autora: "Mi generación lo ha tenido todo, aunque muy poco que esperar. Ha crecido con más bienestar y ofertas de información y de movilidad que todas las generaciones que la precedieron. Es una generación con una juventud dorada, cuyas perspectivas de futuro a corto y largo plazo son todo menos brillantes". Sacude Haaf a los suyos, como el título evidencia.
9.- Apocalipsis Now. Una lectura actualizada del texto de san Juan de Vicente Verdú, Península ed. Se enfrenta el autor a uno de los textos más duros de la tradición cristiana, en el que halla no pocas similitudes con la debacle hoy. Y se hace un sinfín de preguntas: "El temor es que el declive apenas haya empezado. ¿Qué es esto que pasa? ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Asistimos a una representación del fin de los tiempos? Europa, a diferencia de Estados Unidos, adora la tragedia. ¿El Apocalipsis está acaso escrito para los europeos?" Preguntas todas ellas sin respuesta, pero con mucha miga.
C) El libro 10
No lo es porque así haya coincidido, sino porque es el mejor libro que he leído este 2012 y porque te lo recomiendo si tú aún no lo has hecho.
10.- La Gran Casa, de Nicole Krauss, Salamandra ed. Busca las claves en: Algunas razones para elogiarla.