Good bye, Sarajevo
Abandonamos la capital bosnia hace algunos días con cientos de imágenes en la retina. Todavía retumba en nuestro oído el canto de los imanes de las mezquitas aderezado con el sonido de las campanas de las iglesias. Es la fiel representación sonora de una mezcla que aún hoy se vive en la ciudad.
Abandonamos la capital bosnia hace algunos días con cientos de imágenes en la retina. Todavía retumba en nuestro oído el canto de los imanes de las mezquitas aderezado con el sonido de las campanas de las iglesias. Es la fiel representación sonora de una mezcla que aún hoy se vive en la ciudad. Medias lunas, cruces católicas y ortodoxas, menorás (candelabros judíos de siete brazos)... Dice Boban que esta mezcla de culturas era todavía mayor antes de la guerra. Ahora, sostiene, "es una ciudad de mayoría musulmana". Puede ser, pero también nos choca que es un islam al que no estamos acostumbrados; un islam diferente al árabe. Los pocos pañuelos o hiyabs que esconden el pelo de algunas mujeres se complementan con camisetas de manga corta y tirantes. Las que deciden no llevar pañuelo, la mayoría, también se declaran musulmanas, aunque sean rubias con ojos azules, lleven un generoso escote, una ajustada minifalda y nos lo cuenten con una cerveza en la mano. No es momento ni lugar para entrar en el debate de qué tipo de islam es mejor o peor. O quizá ninguno sea ni mejor ni peor. Es simplemente diferente a lo que estamos acostumbrados a ver de una religión demasiado estigmatizada de la que solo vemos cómo la viven en la ribera sur del Mediterráneo o en el Golfo Pérsico. Éste es un islam diferente; es un islam europeo.
Han sido días de un intenso rodaje en el que nos hemos trasladado a la Sarajevo de hace 20 años. En el que hemos cogido a Boban de la mano y le hemos acompañado en su viaje al pasado y en su enfrentamiento ante sus miedos y recuerdos. Han sido jornadas extremadamente emotivas, cargadas de sentimiento y en las que, pobres de nosotros, hemos tratado de imaginar, en una Sarajevo prácticamente reconstruida, cómo debe de ser vivir los horrores de una guerra. Boban lo sabe muy bien, por desgracia. O por suerte. "Mi mujer dice que aquellos fueron los mejores momentos de nuestras vidas, porque nunca antes ni después hemos estado tan unidos como entonces", dice Boban.
Hemos conocido a muchas de las personas que también decidieron quedarse en Sarajevo para defender la que es su ciudad y formar parte de la que ellos sí consideraban su guerra. Mirsad y Zarko, compañeros de la radio de Boban, Diana, amiga de la adolescencia y una prestigiosa música de Sarajevo, o Sidran, un reputadísimo poeta más conocido, "desgraciadamente" como sostiene Boban, por los guiones que escribía para el director de cine Emir Kusturica. Pero también hemos hablado con la parte más importante de las que conforman el universo de la radio. Los oyentes. "Boban nos daba la fuerza a los ciudadanos para pensar que había vida después de la guerra", afirma Dragan, que recuerda también cómo se reunían "todos los vecinos juntos en un sótano con un transistor" al que ponían "pilas sólo para escuchar las noticias y los programas de Boban". "La radio representaba una ventana para nosotros y el programa de Boban nos permitía saber cómo se encontraban nuestras familias", dice Hasmeta en referencia a la emisión Lazos Rotos, que mandaba mensajes para las familias separadas por el asedio. "Un día escuché a Boban decir que mi hijo estaba bien y que nos saludaba; no puedo explicar qué significó esto para mí".
Hasmeta Repovac, oyente de Radio Sarajevo durante la guerra. Foto: Davide Giorni.
Nosotros tampoco podemos explicar bien lo que hemos sentido al escuchar estas historias de primera mano. Ni lo que ha sido ver los ojos de Boban cada vez que se enfrentaba con su pasado. Pero tampoco queremos explicarlo. Queremos contarlo. Y lo vamos a hacer a través de Good night, Sarajevo, que entra ya en su fase de montaje. No tenemos fecha de estreno, ni prisa para que la haya. Nuestras obligaciones laborales nos marcarán también en cierta manera el ritmo. Pero contaremos esta historia. Y será también gracias a los más de 50 mecenas que ya nos están ayudando en la campaña de crowdfunding, que lleva ya recaudado más del 85% del presupuesto que necesitamos para cubrir gastos. Falta un pequeño empujón y un mes para cumplir el objetivo de la campaña. Y estamos seguros de que lo vamos a conseguir. Hoy decimos "Good bye, Sarajevo", pero el proyecto sigue adelante.
Sarajevo de noche. Foto: Davide Giorni.