El precio de la Décima
Tengo 32 años y sigo el fútbol desde que tenía 6 ó 7. En estos años he visto muchas cosas pero en este último, estoy asistiendo a una cosa inédita. El Real Madrid, a mitad de temporada, ha renunciado de facto a la Liga. Buena culpa la tiene el FC Barcelona de los récords, pero el Madrid, por lo menos el que yo conocí, nunca renunciaba a nada.
Tengo 32 años y sigo el fútbol desde que tenía 6 ó 7. En estos años he visto muchas cosas pero en este último, estoy asistiendo a una cosa inédita. Y es que el Real Madrid, a mitad de temporada, ha renunciado de facto a la Liga. Buena culpa la tiene el FC Barcelona de los récords, pero el Madrid, por lo menos el que yo conocí, nunca renunciaba a nada.
Así las cosas, salvar la temporada para el equipo blanco sólo depende de ganar la Copa del Rey y, sobre todo, la Liga de Campeones. Para ganar la primera deben superar cuatro partidos (dos eliminatorias -la primera ya muy encarrilada- y la final). Para ganar la segunda, una eliminatoria más. El Madrid es muy capaz de ganar estos once partidos. De hecho, creo que no ha perdido mucho de su favoritismo para lograrlo. Pero no es lo mismo un torneo que premia la regularidad que uno de eliminatorias. En Liga puedes tener un tropiezo, dos, tres. Pero tienes tiempo y situaciones de sobra para remediarlo. En las competiciones por eliminatorias no puedes tener un mal día. Ni siquiera mala suerte. Por eso, arriesgar los resultados de toda una temporada a situaciones que se pueden resolver en una tanda de penaltis (al último año me remito) es harto temerario.
Eso mismo lo hizo el Atlético de Madrid hace unos años, cuando, de la mano de Quique Sánchez Flores, logró ganar la Europa League. Y sin ir más lejos, lo hizo el Athletic de Bilbao de Bielsa el año pasado: se dejó ir en Liga confiando en que jugaba dos finales. Pero precisamente este último ejemplo me vale como prueba de que, a veces, las apuestas a todo o nada pueden salir mal.
Pero como les decía antes, a mí esta situación me parece impropia de un club como el Real Madrid. Me resulta difícil de creer cómo el equipo blanco ha llegado a esta situación. Pero sobre todo, lo que más me cuesta creer es la complacencia de gran parte de la afición madridista con este asunto y, en general, con todo lo que rodea al manager-entrenador del club merengue, José Mourinho.
En estos dos años y medio del de Setúbal en Madrid, la prensa deportiva no ha dado abasto con el torrente de declaraciones, polémicas, enfrentamientos, escenas, ruedas de prensa, no-ruedas de prensa, críticas, dedos en los ojos, etcétera, que Mourinho ha provocado. Yo me pregunto si todo este revuelo ha merecido la pena. Veamos el balance: Una Liga, una Copa del Rey, y dos Supercopas de España. Por eso es tan importante lo que le queda al Madrid, sobre todo la Champions. Sería añadir la tan ansiada Décima a este balance.
Pero ni siquiera la famosa Décima, en mi opinión, compensa todo este revuelo. El Madrid no es el Chelsea ni el Oporto. Ni siquiera el Inter. Es uno de los clubes más laureados de todos los tiempos. Ha sido el mejor club del siglo XX. Antes de Mourinho ya había ganado 9 Copas de Europa, 31 Ligas y 17 Copas del Rey. ¿Recuerdan ustedes si hizo falta o no mucha crispación, muchos dedos en el ojo para que Vicente del Bosque ganara dos Champions, dos Ligas o una Intercontinental? "Enfrente no estaba el mejor Barça de la historia", dirán algunos. Pero si el Real Madrid tiene que recurrir al estilo Mourinho para derrocar al Barcelona, entonces es que no es el Real Madrid que yo conocí hace más de 25 años.