Casi un tercio de los trabajos peligran por la Inteligencia Artificial, según la OCDE
Se prevé la automatización del 28% de los trabajos en España en los próximos años, aunque también se matiza que surgirán nuevos con una mayor calidad.
La Inteligencia Artificial (IA) ha entrado imparable en nuestras vidas, disparando las expectativas y, también, los miedos. Por ejemplo, a que nos deje sin trabajo, dado su potencial de uso. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) le acaba de poner números a esa transformación prevista en el mundo laboral en su último informe, Perspectiva del Empleo 2023.
La OCDE estima que el 27% de los empleos en los países avanzados corre el riesgo de ser automatizado, aunque no solo por la influencia de la Inteligencia Artificial, sino también con otro tipo de tecnologías.
Concretamente, en España la OCDE estima que hasta el 28% de los empleos corre riesgo de automatizarse. En general, el dato sitúa a España en la media, porque otras economías -con mayor peso de manufacturas o de la industria manual- como Hungría o República Checa se sitúan por encima del 35%.
El pasado año, antes de que la IA generativa cobrara protagonismo con ChatGPT, la OCDE llevó a cabo una encuesta a más de 2.000 dirigentes de empresas y 5.300 empleados del sector financiero y de la industria manufacturera en siete países miembros para tomar el pulso de la sensibilidad en el mundo del trabajo sobre estas nuevas tecnologías. Al final, concluye que ocupaciones con mayor riesgo suelen ser las menos cualificadas y las ocupadas por trabajadores más jóvenes, algo que no necesariamente es lo que ocurre con la IA generativa.
Pese a la posibilidad de reinvención laboral, hasta un 60% de los trabajadores temen por la pérdida de sus puestos de trabajo, según la OCDE. Por contra, en el sector de las manufacturas, más de la mitad de los empleados dicen que su estado físico ha mejorado. El 55% de los que trabajan en el campo de las finanzas, aseguran que su salud mental es mejor después de implementarla.
Algunas esperanzas
El informe, en la parte buena, también constata una mejor calidad en sus empleos, aunque al mismo tiempo suscita preocupación por una cadencia más intensa. Para la OCDE, no hay que interrumpir el despliegue de la IA en el ámbito laboral porque ofrece "numerosas ventajas", pero al mismo tiempo no hay que dejarse llevar por ninguna forma de determinismo tecnológico y hay que garantizar que se usa "de manera responsable y digna de confianza".
Los autores del estudio contextualizan los temores recordando en primer lugar que "por el momento la IA no suprime los empleos, sino que los transforma y modifica las competencias que requieren". Sobre todo, "tiene un efecto positivo sobre la calidad de los empleos", y en apoyo de esa tesis subraya que un 63 % de los trabajadores consultados señalan que la IA les ha permitido realizarse más.
La razón es que al encargar a la IA algunas tareas peligrosas o farragosas, permite a los trabajadores concentrarse en cuestiones más complejas e interesantes.
No obstante, quedan en evidencia otras inquietudes concretas sobre la intensificación de su trabajo. A ese respecto, la OCDE subraya que los empleados cuyas tareas están dirigidas por una IA son menos optimistas sobre su incidencia que los que trabajan con ella.
Además, su utilización suscita cuestiones éticas importantes sobre el uso de datos privados, sobre la transparencia y la rendición de cuentas, la imposición de posibles sesgos de discriminación, la automatización de la toma de decisiones y la consiguiente responsabilización.
Por eso, la primera recomendación de la OCDE es que hay que dar a trabajadores y empresarios instrumentos para sacar partido de la IA, y eso sobre todo gracias a la formación y al diálogo social.
Los autores del estudio constatan que hay ciertos países que han adoptado sus programas educativos escolares para incorporar estas tecnologías (como Irlanda) y otros (como Alemania, España o Finlandia) que las han incorporado a la formación profesional o a la formación continua.
Insisten en que los poderes públicos, las organizaciones internacionales y las autoridades reglamentarias deben definir un marco de utilización de la IA en el entorno profesional. Y se hacen eco de que muchos expertos alertan de que el ritmo de la respuesta política no está a la altura de la evolución rapidísima de la IA generativa, y de que esa respuesta no es suficientemente específica ni aplicable.