La inflación antes de Navidad más allá del aceite de oliva: cómo se modera el alza de los precios
Los precios hasta noviembre de 2023 muestran signos de moderación, sin embargo, la cesta de la compra mantiene niveles elevados y contagia el debate sobre las subidas salariales.
Sí, todo es más caro a pesar de que el dato adelantado de inflación de este mes de noviembre, y su descenso hasta el 3,2%, se haya leído como un síntomas de la moderación de los precios. Y es que no es contradictorio. La traducción terrenal de que los precios se moderen es que todo está por las nubes, pero el ascenso es más relajado. A las puertas de la Navidad, y más allá del aceite de oliva, que se ha encarecido un 73,5% en un año, todo apunta a que los vaivenes inflacionistas que sacudieron la economía el año pasado van cesando, al tiempo que entran en una suerte de velocidad de crucero.
El dato de noviembre abre más de un melón económico. Es el que se usa como referencia para fijar el aumento de las pensiones del año siguiente, y suele influir en buena medida en la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que se sitúa en la actualidad en los 1.080 euros.
Las pensiones subirán entre un 3,8% y un 6,78%, dependiendo de la tipología, y en lo que respecta al SMI ha sorprendido que en esta ocasión, la patronal ha sido la primera en apoyar que debe subirse. Eso sí, los empresarios afirman que ese aumento debe ser del 6% en dos años, propuesta que se ha topado con el rechazo frontal de los sindicatos. El Gobierno es quien tiene la última palabra sobre cuánto crecerá el sueldo de quienes menos cobran.
De dónde venimos
El 24 de febrero de 2022, con la invasión rusa de Ucrania, la inflación se disparó en toda Europa, especialmente debido al aumento de precios que supuso el corte del suministro del gas y el petróleo ruso. Y España no fue una excepción. Sin embargo, aquel momento supuso un acelerón a una situación que ya venía marcando cifras récord en el alza de los precios.
En 2021 la actividad económica mundial se reactivó tras la pandemia y la cadena de suministros experimento problemas logísticos para mantener la demanda, lo que encareció sustancialmente el transporte y reparto de mercancias y, en consecuencia, los precios.
En respuesta a esta situación, el Gobierno puso en marcha medidas como la bajada del IVA de los productos básicos, la subida del SMI antes mencionada, ayudas de 200 euros a personas vulnerables y descuentos en el transporte público. Estas maniobras, junto con la excepción ibérica, que consiguió topar el precio de la energía para que no se disparara, consiguieron doblegar la inflación que tras marcar una tasa interanual del 10,8% en julio de 2022, su máximo en décadas, se ha rebajado hasta el 3,2% este noviembre.
Pero hay muchas maneras de acercarse a los datos, y conviene aproximarse a ellos desde diferentes ángulo.
Una moderación a dos velocidades
Las medidas del Gobierno ayudaron a paliar, sobre todo, el coste de la energía y los combustibles, que son los que tiran ahora la tasa inflacionaria hacia abajo. Sin embargo, el impacto de la guerra en la producción de alimentos (sometida a unos mayores costes energéticos y de distribución), tardaron más en notarse. Y también están tardando más en normalizarse.
El dato de noviembre es adelantado, por lo que hasta dentro de dos semanas, cuando se confirme el definitivo, no se podrá saber qué grupos de productos están bajando más y menos. Pero la tendencia da algunas pistas. Los datos recogidos hasta octubre muestran un descenso notable, por ejemplo, en el grupo de precios correspondientes a la Vivienda, la electricidad o la gasolina.
Pero y ¿por qué tardan más en bajar los alimentos? Porque su ciclo productivo tiene muchos más procesos que los de la gasolina, que dependen en buena medida de la producción de barriles de petróleo, que es constante y controlable. Pero el pan es otra historia. La harina amasada y horneada que se consume en la actualidad es fruto de cosechas de trigo que tuvieron que ser abonadas y labradas con abonos y combustibles para la maquinaria agrícola mucho más caros, por lo que su coste es mayor en el supermercado.
Para comprobar esas dos velocidades, lo mejor es dejar a un lado la inflación general y fijarse en la subyacente. Se diferencian en que, mientras que la primera incluye todos los productos, la segunda excluye, entre otros, el petróleo y el gas, que con sus subidas y bajadas radicales pueden distorsionar la visión general.
De esta manera se puede comprobar que mientras que la inflación general inició una senda descendente en el primer trimestre de 2023, la subyacente siguió escalando. Y no ha empezado a aflojar con claridad hasta pasado el verano. En noviembre marcó un 4,5%, siete décimas menos que el mes anterior, pero aún 1,3 puntos por encima de la general.
Más allá de la subyacente y la interanual
A pesar de que todo tenga una explicación, puede resultar confuso que la inflación esté marcando en noviembre un 3,2% y que todo esté más caro a pesar de que en el mismo mes del año anterior los precios marcaran una subida del 6,8%. La respuesta está en entender que ese 3,2% se da sobre los una inflación que ya marcaba un aumento del 6,8%.
Pero también hay otro tipo de dato que permite afinar el tiro: el Índice General Base 2021. Esta manera de medir la inflación toma como base los precios del año 2021, que marcarían la base 100. Las variaciones que otorgan suponen en puntos porcentuales las variaciones desde ese año hasta la actualidad, sorteando los escalones anuales que crean las confusiones comentadas en el párrafo anterior.
Tomando los ejemplos anteriores de los grupos de productos de Alimentos y Vivienda representados en el Índice General Base 2021, puede comprobarse nuevamente cómo ha sido la evolución, pero con una continuidad mucho más clara. La cesta de la compra no ha dejado de subir, aunque presenta una tendencia a la moderación tras los subidones de 2022. Por su parte, aunque la interanual demuestra que todo lo relacionado con la vivienda, sus suministros y combustibles se han reducido, la realidad es que se encuentran prácticamente en los mismos niveles que en 2021, con una ligera subida.
La inflación producto a producto
Y siendo los alimentos el grupo que mantiene una de las inflaciones más altas, toca ver a qué se enfrentan las economías familiares estas navidades. Estas caras navidades. Los precios por productos se conocerán en detalle en dos semanas, con la publicación del dato definitivo de inflación de noviembre, y el final en enero, cuando se determine cuánto crecieron los precios en diciembre.
Pero las tendencias son claras hasta octubre en todos los parámetros, y más allá del aceite de oliva, que ha aumentado un 73,5%, no se quedan atrás el pescado fresco, la merluza será un 7,1% más cara que el año pasado.
El cordero (8%), el cochinillo (13,8%) o el pavo (2,3%) se apuntan también, en menor medida a la fiesta inflacionaria, de la que no se salvan ni los polvorones, que verán crecer su precio, así como el resto de dulces, impulsados por el aumento del azúcar (12,3%).
Más allá de las tasas y los análisis de la inflación, que aprietan, conviene tener presente que esta es la causante de la pérdida de poder adquisitivo de las familias, especialmente aquellas con ingresos bajos. A ellas afecta sobremanera las subidas del SMI, que han permitido que esa pérdida quedara ligeramente paliada. Ahora, patronal y sindicatos expondrán al Gobierno sus propuestas para subir esos estipendios.
Mientras tanto, el resto de salarios en España están creciendo por encima de la inflación, en parte gracias a que las empresas han registrado unos márgenes de beneficios especialmente altos. Hasta octubre de 2023, las revisiones salariales arrojaron una media en el crecimiento de los salarios fijados en los convenios colectivos del 3,46% hasta octubre, según los datos del Ministerio de Trabajo. Estas cifras son provisionales y aún revisables al alza, y por el momento supone un aumento de dos décimas por encima de la inflación que marca noviembre.
Esta ligera mejoría se debe en parte a que, aunque la energía y los combustibles se han abaratado, y con ellos los costes de producción, los precios de muchos productos se han mantenido altos, lo que ha permitido a muchas empresas subir los sueldos de su personal. Sin embargo, en 2022 los convenios colectivos registraron un alza salarial media del 2,88% (Dato provisional), muy por debajo de la inflación de ese año, que terminó en el 8,4%.
Este año tocará tomarse las uvas más caras de los últimos años, ya que las frutas y verduras frescas han aumentado un 8,8%, y seguramente más de una persona reservará entre sus deseos de año nuevo que su salario aumente y que la subyacente y los alimentos se dobleguen por fin.