Europa no puede más y se ve obligada a abrir las 'Puertas del Inferno' para apropiarse de la energía más contaminante
Una paradoja.
El reciente hallazgo de un vasto yacimiento de tierras raras y gran diversidad de metales indispensables para la industria de la energía renovable es al mismo tiempo una buena y una mala noticia. Buena porque ayudaría a seguir desarrollando la transición energética; mala porque extraer estos materiales, a profundidades de 470 bajo el nivel del mar, implica riesgos elevados de contaminación, tal y como recogen en Ecoticias.
La empresa responsable del descubrimiento es Rare Earths Norway (REN) y ha encontrado estas tierras raras en el complejo Fen Carbonattia, a 100 kmn de Oslo, donde se han localizado 1,5 millones de tierras raras y 8,8 millones de toneladas de óxidos derivados, indispensables para la fabricación de tecnologías limpias como baterías y paneles solares.
En estos momentos, Europa enfrenta la necesidad de asegurar un suministro propio de tierras raras, en realidad el nombre común de 17 elementos químicos (escandio, itrio y los 15 elementos del grupo de los lantánidos), ya que las restricciones de exportación impuestas por China, que controla el 70% de la producción y el 90% del procesamiento global de estos materiales, ha complicado su adquisición en el mercado internacional.
Si bien la extracción de estos minerales genera una huella ambiental considerable, se consideran esenciales para alcanzar las metas de descarbonización en 2050, lo que coloca a Europa ante un dilema ecológico y estratégico. Y este reciente proyecto se perfila como una posible solución para reducir la dependencia de proveedores externas. Según el REN, este descubrimiento podría cubrir hasta el 10% de la demanda de tierras raras para 2030 y el 100% para 2040.
Y aunque Noruega no forme parte de la UE, sí lo es del Espacio Económico Europeo, por lo que podría suministrar libremente estos recursos.
La compañía planea por ahora una primera inversión de 870 millones de euros para la primera extracción.