De acuerdo en no querer "este" acuerdo: el campo español se rebela contra el pacto "desleal" con Mercosur
Representantes de UPA, COAG y la Unión de Uniones explican su rechazo al documento firmado entre la UE y los cuatro países sudamericanos para abrir un inmenso libre mercado que España se ha lanzado a bendecir y que suma rechazos en Europa. Empiezan las protestas en Bruselas y en Madrid.
"No". Y así, "menos". Tres conversaciones, tres responsables de organizaciones agropecuarias y tres modos de decir prácticamente lo mismo. El campo español se rebela contra la firma de un acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur pensado para algo más de 700 millones de habitantes.
Una liberalización total y multisectorial bendecida por el Gobierno que se encuentra con la oposición del sector primario, bajo la denuncia de sentirse "utilizados como moneda de cambio una vez más" en aras de un negocio que no lo será "en absoluto" para el campo. Así lo explican a El HuffPost altos dirigentes de COAG, UPA y la Unión de Uniones.
"Tenemos que ser claros. No estamos en contra de acuerdos comerciales, pero sí de que den más facilidades a los productos de fuera que a los de la UE", comienza lamentando Luis Cortés, coordinador estatal de la Unión de Uniones, en un pensamiento que comparte todo el sector. Tira de dos ejemplos significativos para constrastar modelos.
"¿Yo puedo permitir soja transgénica en la UE? No. Pues este acuerdo sí permite su exportacion sin arancales. ¿Yo puedo producir carne hormonada en la UE? No. Pues este acuerdo sí permite la expotación sin aranceles", muestra. Para Cortés la clave reside en que "este acuerdo se basa en unas normas de la Organización Mundial del Comercio que son mucho más laxas que las que tenemos en la Unión Europea".
José Manuel Roche, secretario de Relaciones Internacionales de UPA, pone el foco en lo que llama "engaño" de Bruselas tras el cambio vivido en las relaciones a raíz de las protestas del sector a comienzos de año. "Creíamos en un mejor trato y vemos cómo la Comisión nos ha vendido para firmar un acuerdo sin contar con nosotros". La voz de UPA en Europa apunta que con el reciente pacto "ponemos en riesgo la seguridad alimentaria en la UE y nos quedamos en situación de desigualdad en costes y precios; no podemos sino ser reacios a lo que se sabe del acuerdo... porque aún se sabe poco".
A falta de cifras, expectativas (muy negativas)
Todas las voces coinciden: es pronto para poner cifras a la "amenaza" que dicen afronta el modelo "familiar" del campo español por el pacto entre Bruselas y Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, las cuatro del Mercosur. Reclaman más información, tanto a Madrid como a Bruselas, y piden tiempo, pero no ocultan su pesimismo ante un texto que remarca la liberalización de más del 90% de las importaciones a cada lado.
Como hace Miguel Padilla, secretario general de COAG, quien alerta sobre "la ganadería de vacuno, la de porcino, el arroz, el azúcar o los cítricos" como los mayores perjudicados, junto al propio negocio de la "agricultura familiar" por no tener "ni las infraestructuras ni las posibilidades de competir contra un productor a precios y exigencias mucho más bajos". Por contra, cree que las grandes explotaciones "incluso pueden salir beneficiadas ante estos acuerdos a gran escala".
Desde UPA emplazan primero a hablar con Agricultura y "trabajar ya en un fondo de compensación para los sectores que salgan más tocados". Roche repite los sectores ya enumerados por Padilla y reclama que las autoridades "nos pongan en la mesa el impacto real por sectores y aclaren cuál es ese impacto positivo que el Gobierno insiste en que habrá".
No se fía de unos cálculos optimistas lanzados tanto por los ministros españoles como por la propia Ursula von der Leyen para "hasta 60.000 empresas". Tampoco confía de partida el líder de la Unión de Uniones, si bien Cortés se muestra algo más expectante, alegando que "hasta ahora lo que sabemos no es en absoluto beneficioso, pero hablamos de una primera impresión". "Con la información que nos han dado son muchos más los sectores dañados que los favorecidos, pero el acuerdo no está cerrado y hay flecos cruciales".
UPA, COAG y la Unión alegan la indefensión del campo español contra una especie de todo vale para mercados exteriores. Ante la duda de si la UE debe exigir lo mismo a los países de Mercosur —las famosas cláusulas espejo que tanto han sonado este año— o si bastaría con relajar los controles dentro de frontera europea, son tajantes.
"Nosotros podemos llevar la cabeza alta de que somos productores de un gran producto, con todas las medidas sanitarias. Y no queremos que se nos rebajen a nosotros los criterios sanitarios, sino que les exijan lo mismo a ellos. Y si hay alguna parte del mundo que incumpla, que no se llegue a un acuerdo ahí", expone vehementemente el miembro de UPA.
Unos pocos beneficiados
Dentro de una incertidumbre que "va para largo, pero no pinta bien", los tres responsables consultados por este medio sí admiten que algunos sectores podrían "estar encantados" si finalmente el acuerdo con Mercosur es ratificado. "Hablamos del vino, del lácteo, del aceite, también de los productos elaborados, que ven un nuevo mercado inmenso para sus exportaciones", enumera Luis Cortés.
José Manuel Roche añade que "se habla de un 15-20% de exportación en aceite, aceituna, productos elaborados, vino...", e inmediatamente refleja su duda "ante unos cálculos tan optimistas como hace el Gobierno... pero ni aunque así fueran podríamos avalar un negocio que va a beneficiar a unos pocos y perjudicar a una gran mayoría".
Qué dice el Gobierno
Una "gran noticia", en palabras del Ministro de Agricultura, Luis Planas; "muy positivo", en las del titular de Economía, Carlos Cuerpo. El Ejecutivo español no ha dudado en celebrar el acuerdo sellado en Montevideo, liderando la postura más favorable en el seno de la UE, junto a Alemania. Pese al explícito rechazo de las entidades agropecuarias y en contraposición a la sonada negativa de Francia, Austria o Polonia y las más que dudas de Italia.
Potencias económicas y demográficas que ponen en riesgo la viabilidad del pacto, con un inmenso recorrido legislativo por delante, donde no sólo importa cuántos apoyos y rechazos suman entre 'los Veintisiete', sino el porcentaje de población que cada cual representa. Las normas comunitarias hacen obligatorio el visto bueno de al menos 15 de los estados miembro y que estos representen a un 65% de los habitantes en la UE. Nadie duda de que, pase lo que pase, la cuestión va para largo.
El propio Luis Planas admitía "entender que puedan existir preocupaciones", pero también que "hay mucho de mitología en torno a Mercosur". Para el ministro, el pacto con los cuatro países sudamericanos supondrá un "beneficio estratégico" para "una potencia agroalimentaria" como España, por lo que "no tenemos que temer a la apertura comercial". Así, ve "ventajas muy importantes para España" en los sectores citados por las organizaciones y se agarra a las "cláusulas de salvaguardia" en las partidas a importar y exportar para intentar aplacar los ánimos. De momento, sin éxito.
Algo más llamativas fueron las valoraciones del titular de Economía, en un intento por aclarar el volumen de importaciones que recibirá España en sectores clave. Para Carlos Cuerpo, "hay un ejemplo muy específico y es que esa limitación supondrá, diríamos, un filete por persona por año".
"Eso me parece de una frivolidad irrespetuosa", denuncia al respecto Miguel Padilla. Para el responsable de COAG, las justificaciones del Gobierno pasan por "hablarnos de una 'decisión geopolítica'; España va a hacer negocios allí de energéticas, bancos... pero a nosotros parece que nos toman por un ente inferior y al final pagamos las consecuencias los mismos".
De un modo similar, desde la Unión de Uniones ven como gran argumento gubernamental "las relaciones políticas que nos unen con Sudamerica, pero no el hecho de que nos favorezca el acuerdo en sí", algo que sí ocurre con su otro gran defensor, Alemania. "Su presión ha sido brutal por los intereses que tienen en exportar maquinaria industrial", añade el representante de UPA.
El futuro empieza el jueves (o incluso el lunes)
De momento, el calendario marca dos fechas en rojo. El jueves 19, en una reunión con distintos cargos del Gobierno. Antes, el lunes 16, en una primera manifestación a las puertas del Ministerio de Agricultura, bajo el llamamiento de COAG y ASAJA. Es aquí, donde se rompe una unidad discursiva casi total en materia de 'Mercosur'.
Mientras las dos convocantes bendicen un primer movimiento "relevante" en pleno centro de Madrid, desde la Unión de Uniones les afean haberlo organizado "por su cuenta y sin avisar". "Nosotros sí queremos unidad de acción aquí, porque hay temas en los que hay más diferencias, pero en esto coincidimos. Ahora, cuatro no se juntan si tres no quieren. Y si no quieren que vayamos juntos poco podemos hacer", lamenta Luis Cortés.
Con todo, considera que "no es momento" de manifestaciones. "No queremos un sprint reivindicativo sin tener toda la información; lo que toca es cargarnos de razones y empaparnos bien del documento, porque hoy juntar 2.000 personas para protestar nos parece algo ridículo", sentencia Cortés.
Desde UPA, que ya participó en un primer movimiento social en Bruselas hace días, reclaman volver al "modelo de éxito" de anteriores protestas sociales, lo que denominan "la unidad de acción de las tres grandes, ASAJA, COAG y nosotros". Las tres consideradas representativas por el Gobierno.
Para Roche "una presión útil pasa porque las tres representativas vayamos juntas", consciente de las 'rencillas' existentes a raíz de la firma en abril de un documento con 43 medidas para el campo tras las protestas de comienzos de 2024, un pacto sellado por la Unión de Uniones, UPA y el Ejecutivo, sin COAG ni ASAJA. "Debido a ese acuerdo ha podido haber un malestar con nosotros y ahora sorprendentemente nos vemos desplazados de su movilización", lamenta, evidenciando una distancia a tres y hasta cuatro bandas que sigue sin resolverse.