Hemos fallado a Alepo, pero podemos salvar a sus ciudadanos desplazados
Hemos fallado a la gente de Alepo una y otra vez, pero todavía no es demasiado tarde: podemos actuar y ayudar a las personas que buscan asilo. La comunidad internacional tiene que hacer todo lo posible para proteger a los más vulnerables. Ellos siguen sufriendo mientras que el resto del mundo se queda de brazos cruzados.
"Alepo se ha convertido en una ciudad fantasma. El mundo nos ha abandonado".
Eso es lo que mi familia, mis amigos y los compañeros con los que crecí me dicen de la ciudad en la que nací, Alepo. Una ciudad que antes estaba llena de vida ahora está reducida a escombros.
Desde que se empezó a asediar la zona este de la ciudad en julio, las aproximadamente 250.000 personas que viven allí han tenido que soportar muchas dificultades por culpa del régimen y de sus aliados. Han tenido que pasar hambre y sufrir bombardeos constantes, supuestos ataques químicos y falta de acceso a servicios médicos. Y la lista sigue... Durante todas estas situaciones que los medios documentaron y publicaron en todo el mundo, la comunidad internacional no ha proporcionado ayuda humanitaria ni ha protegido a los civiles inocentes de Alepo.
Los últimos acuerdos de alto el fuego y de evacuación ofrecieron otra oportunidad para que la comunidad internacional actuara con urgencia y asegurara la protección de los civiles durante el proceso de evacuación, pero, una vez más, hemos fallado a Alepo.
Aunque muchos crean que las evacuaciones son un alivio comparado con el horror que la ciudad ha vivido los últimos días desde su caída, la realidad es mucho más complicada. El traslado no es una solución porque el proceso humanitario en Alepo lo han negociado partes armadas (igual que en otras ciudades sirias). Eso ha impedido la participación de las agencias humanitarias de la ONU y de otras organizaciones humanitarias. Como resultado, el único acuerdo al que se ha llegado y que garantiza la seguridad de los civiles de la zona este de Alepo consiste en evacuarlos. Este desplazamiento forzoso supone una violación de la ley humanitaria internacional, que se promulgó para impedir el castigo masivo a los civiles durante los conflictos armados.
"Nos han obligado a abandonar nuestra ciudad para ir a lo desconocido", nos dijo un civil cuando su familia estaba siendo evacuada a Idlib. "No sabemos lo que nos pasará. Hemos perdido la fe en que la comunidad internacional nos proteja".
Han destrozado a familias enteras. Mohamed (nombre falso por motivos de seguridad) es uno de los pacientes evacuados. Ingresó en una de nuestras instalaciones de Idlib junto a su hijo de 6 años después de que el resto de su familia muriera tras el impacto de una bomba en su casa. Su hija sufrió graves lesiones en la cabeza y fue trasladada a Turquía, pero Mohamed no ha recibido noticias de ella. Desgraciadamente, esta historia es de lo más común.
Están castigando a los ciudadanos de Alepo por un crimen que no han cometido. Lo único que han hecho ha sido elegir vivir con dignidad en su ciudad. Para colmo, las organizaciones de ayuda no han obtenido permiso para proporcionar una asistencia básica a los evacuados (comida, mantas, etcétera). Otra violación de la ley humanitaria internacional.
Durante esta evacuación forzada se ha dejado de lado a los ciudadanos de la zona este de Alepo. Hemos recibido testimonios de primera mano de gente que está allí y hemos visto noticias de detenciones, de asesinatos y de agresiones por parte del régimen y de las milicias respaldadas por Irán. Uno de los primeros convoyes que trasladaba a civiles sufrió un ataque que acabó con la vida de varios evacuados.
Además, la falta de organización en este proceso ha dejado a miles de civiles en las calles sin saber cuándo serán evacuados. Todas estas personas, casi 40.000, se vieron obligadas a caminar hasta el punto de recogida y a esperar en fila durante un día entero en unas condiciones extremadamente difíciles: llegó un punto en el que la gente empezó a quemar prendas de ropa para no tener frío. Para más inri, no hubo ningún proceso en el que se registrara a las personas que se subían a los autobuses ni al número de menores sin acompañante. Tampoco existía un sistema que verificara que los evacuados llegaban sanos y salvos.
Las evacuaciones médicas sí estuvieron algo más organizadas gracias a la experiencia sobre el terreno del equipo médico y al número limitado de centros médicos activos en la zona este de Alepo. Aun así, debido a las pocas ambulancias disponibles, los pacientes tuvieron que ir en autobuses junto al resto de civiles, por lo que no pudieron continuar su tratamiento hasta que no llegaron a un centro médico de Idlib o de las afueras de Alepo. La situación caótica e impredecible presionó aún más a las organizaciones médicas y las comunidades que reciben a los civiles desplazados, ya que no se habían determinado previamente las necesidades médicas.
La semana pasada, la Sociedad Médica Sirio-Americana compartió un vídeo en el que aparecen 47 niños huérfanos pidiendo que se les evacúe del este de Alepo. Cuatro días después, fueron trasladados a Idlib después de un viaje de 17 horas en autobús sin comida, agua o posibilidad de ir al baño en condiciones climáticas extremas. Nuestro jefe de prensa ha hablado con el director del orfanato y nos alegramos mucho de poder decir que los niños están a salvo y se encuentran bien.
Las evacuaciones se han vuelto a poner en marcha después frustrantes interrupciones y muchas personas ya han emprendido su camino, pero ¿qué pasa luego? Nuestros médicos siguen estando listos para ayudar a los pacientes evacuados -entre los que hay muchos niños que sufren desnutrición severa-, pero este proceso les ha obstaculizado. La decisión de la ONU de enviar observadores para que supervisen la zona este de Alepo resulta prometedora, pero es esencial que los observadores puedan acceder por completo a las zonas para poder supervisar las evacuaciones. Si el régimen o sus aliados intentan impedir que los observadores accedan a cualquier zona, el Consejo de Seguridad deberá responder de manera acorde.
Hemos fallado a la gente de Alepo una y otra vez, pero todavía no es demasiado tarde: podemos actuar y ayudar a las personas que buscan asilo. La comunidad internacional tiene que hacer todo lo posible para proteger a los más vulnerables. Ellos siguen sufriendo mientras que el resto del mundo se queda de brazos cruzados.
Este artículo fue publicado originalmente en 'The WorldPost' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.