Teresa Portela, ante sus séptimos Juegos: "Si de algo estoy orgullosa es de haber insistido y no tirar la toalla"

Teresa Portela, ante sus séptimos Juegos: "Si de algo estoy orgullosa es de haber insistido y no tirar la toalla"

La piragüista gallega, primera deportista española en participar en siete Juegos Olímpicos, habla de sus "24 años en la élite", su experiencia pionera de maternidad en la alta competición y cómo superó batacazos como el de Londres 2012 hasta lograr su sueño.

Teresa Portela, exultante, tras ganar la medalla de plata en Tokio 2020Adam Pretty/Getty Images

España pagaba en pesetas, José María Aznar era el presidente del Gobierno y Felipe y Letizia ni se conocían cuando Teresa Portela ya presumía de aros olímpicos. 24 años después de su debut en Sidney 2000, no hay quien baje de la piragua, ni de la élite mundial a este icono del deporte español en el no siempre reconocido mundo polideportivo.

En París, Teresa Portela (Aldán, Pontevedra, 1982) certificará sus séptimos Juegos Olímpicos. Un entorno inmejorable para hacer historia allá donde hace justo un siglo Lilí Álvarez y Rosa Torras abrieron el camino olímpico a las mujeres españolas. Cien años después, ninguna ha podido aspirar a lo que logrará la palista gallega. "Y todas las veces con opciones de medalla, quitando la primera, que fui aún en edad junior", rememora entre risas en una entrevista con El HuffPost, en la que asume ser "un ejemplo". No sólo por su innegable prestación en el agua, coronada con la plata en Tokio 2020.

Su embarcación, el K4-500, competirá el 6 y 8 de agosto (si todo va bien), junto a sus compañeras Sara Ouzande, Estefanía González y Carolina García. En su mente, una nueva medalla para ampliar un palmarés que ya cuenta con una presea y cinco diplomas. Además de 35 medallas entre mundiales y europeos.

Y más allá, el sueño de ser abanderada que estuvo a punto de concretarse en la ceremonia de inauguración. "Sonó, pero no salió... ojalá tenga el honor de serlo en la clausura", expone Portela sin esconder sus emociones. A sus 42 años, sabe que "el final" está cerca, pero nadie se atreve a ponerle fecha. Tampoco ella.

Metidos ya en la vorágine olímpica, escucharás cada día que son tus séptimos Juegos, pero ¿hasta qué punto te has parado a pensar en ello?

Aunque quede poco, en el fondo sigue quedando mucho trabajo por hacer en estos últimos días. Por eso estoy más centrada en el día a día. Yo llevo muchos años 'dejándome llevar' por el calendario, por la sucesión de competiciones y eventos, sin pensarlo mucho, y lo llevo bien. 

Pero tengo que decirte que cuando me clasifiqué sí me quedé pensando en ello. Mis primeros Juegos fueron con 18 años, aún como junior. Eso son 24 años en la élite, sin faltar olimpiada tras olimpiada, superando muchas cribas.

No todo el mundo tiene la suerte de vivir unos; yo he vivido siete. Implica mucho, mucho trabajo, mucha renuncia, pero es algo para lo que trabajamos cada día. Me siento muy afortunada.

Cualquier deportista que participe en unos Juegos Olímpicos es consciente de que todos hemos llorado por dolor, por decepción, por frustración

Por palmarés eres una referente del deporte español, pero a ello se le suma tu experiencia de maternidad hace ya 11 años. Paraste y volviste al mismo o mayor nivel, cuando no era algo tan habitual. ¿Te sientes, de alguna manera, un ejemplo o una pionera?

No te niego que lo mío no es nada común. Conseguir una medalla en una prueba de velocidad a los 39 años [lo hizo en K1-200] y en mis sextos Juegos es romper barreras. Aún más después de ser madre. Y añado que en todos los Juegos menos los primeros iba con opciones de medalla.

A nivel de maternidad, cuando decidí ser madre yo no tenía demasiados ejemplos de atletas que retomaran sus carreras y volvieran al mejor nivel. Ahora las carreras deportivas son más largas y en mi caso poder mostrar que la retomé y volví más fuerte tras el parto creo que sirve para evidenciar eso mismo, que sí es posible hacerlo. Por eso diría que sí se me puede ver como ese ejemplo. 

Volviendo a las aguas, acumulas una medalla y cinco diplomas. El más sonado, por doloroso, el cuarto puesto de Londres 2012. Es difícil olvidar aquellas imágenes de tu desconsuelo. Superado el golpe, ¿cómo se trabaja a partir de la decepción para crecer?

Yo lo trabajé sola, asumiendo que la vida es eso, que no todos los días sale lo que quieres. En ese momento fue una frustración y tardé en encajarlo, necesité mi tiempo fuera de la piragua. Pero pensé que era cuarta y que perdí la medalla por una mala salida; fue centrándome en la idea de que 'estoy ahí' como me recompuse. 

No te niego que lo mío no es nada común. Conseguir una medalla en una prueba de velocidad a los 39 años y en mis sextos Juegos es romper barreras

Yo quería una medalla y seguí trabajando. Con la frustración no iba a conseguir nada. Me di mi tiempo, pero entendí que si queremos cambios hay que trabajarlos.

Cualquier deportista que participe en unos Juegos Olímpicos es consciente de que todos hemos llorado por dolor, por decepción, por frustración… El 'día d' no sólo cuenta ser el más fuerte, sino el que mejor supera esos temores, esos miedos, esos nervios...

¿Años después has conseguido vencer los pensamientos negativos al volver a ello?

Necesité mi tiempo, como te digo, pero lo normalicé y me centré en mejorar. No me lastra pensar en aquello. Si de algo estoy orgullosa es de haber insistido y no tirar la toalla.

Teresa Portela, en la prueba de K1-200 en Tokio 2020DeFodi Images via Getty Images

Tu embarcación debuta en las series el 6 de agosto y si va todo bien volverás a competir el día 8. No estaréis en la Villa Olímpica. ¿Has diseñado ya en tu cabeza esos días en París? ¿Eres de libros, de pegarte al teléfono o de dejarlo al margen?

Sí, estaremos en un hotel, concentrados cerca de la zona de competición. Yo soy de libros, me llevo a veces dos o tres, soy muy exagerada (risas). Necesito esos momentos de evasión en plena tensión. Mi cabeza es de repetir constantemente cómo competir y es bueno desconectar unos instantes.

Otros compañeros tienen sus videojuegos o el móvil, pero yo intento quitarme del teléfono para controlar. Tengo que estar centrada en mí. 

¿Cómo escapas tú a la presión externa del resultadismo? ¿Esa sensación de que todo lo que no sea medalla es 'decepción', 'fracaso'...?

Como te digo, intento estar muy centrada en mí. Es lo que he trabajado todos estos años. Aquí no hay una liga, no hay otro momento. Es un único día y un error te supone esperar cuatro años. Pero es mucho más que simplemente esperar cuatro años, porque en cada olimpiada hay que superar muchas cribas. 

Por eso digo aquello de que la ignorancia puede ser muy atrevida; cuando se dice eso de 'sólo hizo quinto'... estar ahí es muy, muy difícil y hay que valorarlo.

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Miguel Fernández Molina (Sabiote, Jaén, 1987) es periodista licenciado por la UCM. Trabajó ocho años en el medio digital 'Mundotoro' antes de llegar a 'El HuffPost', donde ejerce de responsable de cierre y escribe sobre deporte, internacional y política, entre otros campos. Puedes contactar con él en miguel.fernandez@huffpost.es