Támara Echegoyen, abanderada en París 2024: "Ya es hora de mirar la vela con otros ojos y reconocer lo mucho que aporta"
La regatista gallega, oro olímpico en Londres y doble diploma, confiesa su "emoción absoluta" como abanderada española. Aspira a "todo" en la categoría 49er FX en lo que adelanta como su "último baile" olímpico. Atrás queda la sonada decepción de Tokio.
La emoción se le entremezcla con una risa contagiosa y con algún que otro atisbo de dolor evidente desde el otro lado del teléfono. El cóctel de emociones que refleja Támara Echegoyen (Ourense, 1984) en plena sesión de fisioterapia describe bien cómo se siente la rutilante abanderada olímpica española junto al piragüista Marcus Cooper Walz.
Recién llegada a Marsella, la regatista gallega atiende a El HuffPost agradecida por el interés despertado, "en especial a quienes nos seguís también fuera del momento clave". No tiene prisa por responder pese a saber que su agenda aparece llena de actos y entrenamientos en el campo de regatas donde competirá. Lo hará con su "casi hermana" Paula Barceló en la categoría 49er FX. No esconde que van "a por el oro", con la motivación extra de levantarse de la decepción de Tokio, cuando se les escapó el podio el último día, en la medal race.
Entonces, su compañera fue clave para que no dijera adiós antes de tiempo, como relataba la propia Echegoyen en este medio. Años después, aquello es 'agua pasada'. A sus 40 años, Támara hoy está centrada en "disfrutar el momento", como se prometió cuando supo que sería la abanderada y especialmente en lo que parece su último baile olímpico. La medallista de oro en Londres 2012 (entonces en la categoría Elliot 6m.) no duda en reconocer que "el cuerpo me pide un cambio", enumerando las muchas opciones que aparecen sobre su mesa.
Todo ello llegará, pero a partir del 12 de agosto. Ahora insiste en "disfrutar". De la bandera, de la competición y de la vela, un mundo que sigue sufriendo los "estereotipos de considerarlo deporte de ricos". Por ello celebra doblemente su nombramiento, por ser también un premio al deporte que más medallas le ha dado a España en toda su historia olímpica. Historia que quiere seguir ampliando Támara Echegoyen.
Me viene a la cabeza una conversación que tuvimos hace un año. Me contabas que, tras tomarte un tiempo, decidiste que valía la pena recomponerse de la decepción de Tokio y volver a luchar por París. No tengo ni que preguntarlo, parece que sí ha valido la pena.
Vaya que sí (risas). Es como un regalo que llegó en el camino y ya hace de París una experiencia inolvidable. Es un honor y una dosis de motivación.
Fíjate, muchas veces nos quedamos con que un diploma duele cuando has rozado la medalla pero ese mismo diploma me ha permitido ser la abanderada.
¿Cómo estás llevando esta explosión de emociones?
Sigo muy emocionada. Aunque al volver al entrenamiento te centras de nuevo en el objetivo yo me prometí disfrutarlo a tope y en ello estoy (risas).
Desde hace tiempo se manejaban varias deportistas para ser la abanderada, entre ellas tú. Finalmente has sido la elegida tras un par de renuncias por calendario. ¿Pesa saberse en una pelea en la que no puedes hacer nada salvo esperar?
Pues es una buena pregunta. Estar en esa lista es un honor de partida. Te reconozco que me ha tocado estudiar los criterios de elección, que no los conocía, eso sí (risas). Pero una vez que me supe ahí, tocaba intentar controlar las expectativas y pensar que si tiene que llegar la llamada, llegará. Y llegó. Estoy agradecidísima y emocionadísima.
¿Cuántas veces te has visto desfilando alrededor del Sena?
Si te digo la verdad, no tantas, porque como no sé cómo sera la ceremonia, es muy difícil siquiera imaginar. Va a ser una sorpresa gigantesca, pero también una emoción inolvidable, seguro.
Ahora mismo estáis en Marsella, donde competiréis. Ya conociste el campo de regatas el año pasado. ¿Qué impresión tienes ahora que estás entrenando en él?
Es impredecible. Es increíble la cantidad de información que tenemos, pero Marsella es completamente impredecible. Va a exigir ser resolutivos al máximo, porque pese al conocimiento que tengas todo puede cambiar en un momento.
Entramos ya en la fase final del camino. Hace un tiempo te deshacías en elogios hacia Paula por cómo te había esperado y comprendido ese 'tiempo' que necesitaste. ¿Qué ha cambiado entre vosotras a nivel humano en esta olimpiada rara de sólo tres años?
Nuestra relación ha ido creciendo desde casi desconocidas antes de Tokio hasta casi hermanas. He navegado con muchas compañeras, pero haber pasado por momentos tan malos nos ha permitido volver arriba, aspirando a todo. Tokio fue duro para las dos, pero lo que me ha demostrado con su confianza y su fe en mí me queda para siempre.
¿Dentro de esa confianza cómo manejáis los momentos de tensión, las discusiones que puedan surgir a bordo?
Todo eso se maneja si tienes buena comunicación y mucho respeto. Por ejemplo, entendiendo que utilizar una comunicación muy emocional puede afectar a la otra persona, así que hay que controlarla.
Lo más importante es saber la responsabilidad de cada una; yo tengo más peso en la estrategia, ella en el manejo de las velas. Es muy raro que haya algo que cause problemas entre nosotras, pero si en algún momento puntual ocurre algo, lo que pasa en el agua queda en el agua. Y se habla antes de volver a tierra. No somos de esconder el polvo debajo de la alfombra, sino de airear esas posibles alfombras.
Sabes lo que es ganar un oro olímpico, pero también lo que es perder la medalla en la última regata. ¿Mentalmente cómo se trabaja para saber mantener la presión si te ves arriba en la clasificación o justo lo contrario, saber remontar si empezáis mal?
Yo creo que enfocamos mucho hacia pensamientos futuros sin ser adivinos, así que tenemos que centrarnos especialmente en el aquí y ahora. Tanto esa mentalidad de mantenerte arriba como la de tener que remontar se trabajan del mismo modo. Son muchas regatas y hay tiempo para todo, por lo que la filosofía debe ser la misma, ir día a día.
Hablemos de tu deporte. A nivel social estamos familiarizados con la exigencia del atletismo, la gimnasia, el ciclismo... ¿Por qué no se reconoce la exigencia de un deporte como la vela en la que tienes que controlar hasta de meteorología?
Efectivamente, tenemos que manejar muchos aspectos, también lo relacionado con el clima, el viento... Mucha gente no conoce todo lo que hay detrás. Hay una parte de estrategia, de navegación pura, pero hay una exigencia absoluta a nivel físico. Cuando salté de la categoría Elliott 6m a la de 49er FX tuve que fortalecerme mucho.
Es que hablamos de saber y poder arreglar el barco si hay problemas, también nos toca elegir cómo montar la vela y arreglarla si hay cualquier problema. Y a todo esto, con un viento que puede estar soplando con fuerza.
Y le dicen 'deporte de ricos'... ¿A ti cómo te sienta?
La realidad es que hay una visión de la vela más anticuada. Cuando la gente se queda en estereotipos no es muy inteligente. La vela requiere mucho dinero, pero no hay deporte de élite que no te exija un desembolso importante. Se está haciendo más popular y en cierto modo más accesible su acceso. Ya es hora de mirarla con otros ojos y reconocer lo mucho que aporta.
Tú llegas a tus cuartos Juegos. Se dice fácil en una frase, pero ¿somos conscientes de qué supone llevar en forma y en la élite cerca de 15 años?
Creo que no. Pero no por maldad, sino por desconocimiento. La sociedad no conoce qué implica una campaña olímpica, el sacrificio. Los deportistas olímpicos aparecemos cada cuatro años, emocionamos a un país y desaparecemos hasta los siguientes Juegos. Entre medias, obviamente, pasan muchas cosas, también muchos éxitos.
Cuando veo los siete Juegos de Teresa Portela... es mi heroína. En mi caso, lo pienso y ya hablamos de mis cuartos Juegos; cuando debuté en Londres flipaba porque era mi debut... Cuatro Juegos es una vida, en resumen. No es fácil pero es la vida que quiero.
Mirando el DNI, París parece ser el punto y final de, quizás, la mejor generación de nuestra historia deportiva. En esa quiniela de despedidas aparecen muchos nombres, ¿también podemos meter el tuyo?
Sí que me puedes meter. Estamos tan centrados en París que cuesta mirar a cuatro años vista. Creo que es sincero por mi parte decir adiós. Echaré mucho de menos la vela olímpica, pero es la sensación que tengo a día de hoy. Noto que el cuerpo me pide un cambio y mirar al futuro de otra manera.
¿Y esa 'otra manera' por dónde te puede llevar?
Pues son varias las opciones. Yo sigo con la llama de la competición, fuera de los Juegos Olímpicos. Pienso en la vela oceánica, la Copa América... Son aventuras que me apetecen. Pero también pienso en desarrollar mi carrera de entrenadora o de enfocarme en la gestión deportiva, que para eso me formé específicamente. Hoy no sé por dónde me llevará el viento... Nunca mejor dicho (risas).