Pablo Laso, feliz en su día
El entrenador del Bayern de Múnich, recibido con honores en su vuelta al WiZink Center tras su salida del Real Madrid Basket en el verano del 2022.
Hay partidos cotidianos que las circunstancias convierten en inolvidables, una categoría en la que ha entrado ya la primera visita de Pablo Laso al WiZink Center como técnico rival desde su salida del Real Madrid en el verano del 2022.
Pese a estar ahora al frente del Bayern de Múnich, equipo al que los blancos vencieron en la jornada 14 de la Euroliga, el público agasajó a Laso como si fuera el más importante de los locales. Ese estatus alcanzó durante sus once años como técnico en el club y ese mantiene pese a la distancia.
Porque el madridismo no olvida. Ni los 860 partidos que dirigió, ni los 22 títulos oficiales que conquistó, ni el estilo que implantó, ni el rendimiento que sacó de jugadores que tornaron en mitos del club. Y como tal lo demostró con algo más de dos minutos de aplausos que ya son patrimonio inmaterial del recinto.
Atronaron, con los asistentes puestos en pie y mezclados con cánticos, mientras por megafonía se le nombraba y se recordaban sus trofeos. Laso, puesto en pie y con alguna lágrima en los ojos, aguantaba el protagonismo y el peso de su legado sobre los hombros.
Pero todo empezó a falta de 14 minutos para el pitido inicial, cuando asomó por primera vez desde el túnel de vestuarios. Ya en ese momento las palmas comenzaron a batir, gesto que Laso devolvió para acto seguido afrontar el esperado encuentro con Chus Mateo, antes su ayudante y ahora su sucesor.
Ambos se abrazaron y conversaron brevemente antes de que Laso acudiera a saludar al trío arbitral, parándose por el camino con Sergio Llull, uno de los jugadores emblema durante su etapa en el Real Madrid. Otro de ellos, el esloveno Luka Doncic, quiso acordarse de él desde Estados Unidos a través de su cuenta en la red social X, a la que subió una foto de ambos juntos y el texto: "Bienvenido de vuelta a tu casa, jefe".
Todas las caras conocidas, todo el cariño y todos los momentos especiales quedaron al margen durante el partido. Ahí Laso fue el de siempre. Inquieto en el banquillo, tuvo tiempo para hablar con Vincent Poirier durante una revisión de vídeo y dejó por el camino alguna "lasina", como la que se llevó el argentino Leandro Bolmaro en el tercer cuarto.
A falta de 02:47 para la conclusión, con 84-72 en el marcador, varios aficionados desde el fondo volvieron a corear su nombre. Fueron los mismos que le obsequiaron con una placa a la finalización del choque y justo antes de volver a desaparecer por los vestuarios.
Luego, en sala de prensa, habló de lo vivido: "Cuando salió el calendario, miré el día que jugaba en Madrid. El 14 de diciembre siempre lo tenía ahí. Ha sido muy emotivo cómo me ha ovacionado la gente, los aplausos. Es una manera de dar las gracias y si yo estuviera en la grada y quisiera darle las gracias a alguien lo hubiera hecho así. Qué mejor que ese reconocimiento. Pero también tenía ganas de que empezara el partido, que al final es a lo que vienes. El Palacio ha estado magnífico conmigo, no tenía duda".
También analizó lo sucedido Chus Mateo: "Era algo esperado, muy merecido. Ha estado mucho tiempo al mando, ha dejado una sensación que merecía ser aplaudida y lo mejor que se puede llevar Pablo es el cariño de la afición, de sus ex jugadores, de su ex cuerpo técnico. Eso es un triunfo para él, sentirse querido por la afición y el club al que tanto tiempo ha representado y ha defendido".
Por su parte Llull quiso recordar su trabajo: "Nos hizo tener paciencia, mucha confianza en nosotros mismos. En el día a día, en los entrenamientos, en los viajes, era un entrenador que entendía muy bien al jugador. Él lo había sido, sabía cómo funcionaba todo y nos hizo entrar en una dinámica positiva que nos ayudó muchísimo".