Pablo y Alejandro Zarzuela, de nacer con espina bífida a ser leyendas del baloncesto en silla de ruedas
Esta pareja de hermanos jerezanos se han convertido en referentes mundiales y a sus 37 años buscan en los Juegos Paralímpicos de París su segunda medalla.
El baloncesto masculino español se sostiene en el siglo XXI a base de parejas de hermanos. Los Gasol son los más famosos, pero no son los únicos. También están los Hernangomez, los Herreros, los Urtasun, los Grimau o los Zarzuela. Este último par son los jerezanos Alejandro y Pablo y llevan 25 años jugando y triunfando en la modalidad de baloncesto en silla de ruedas.
Estos gemelos, que nacieron con espina bífida en la columna vertebral, van a disputar desde este jueves unos nuevos Juegos Paralímpicos. Lo hacen con la ambición y la ilusión como del que acaba de llegar, pero con la experiencia del que ya tiene una plata olímpica, lograda en Río 2016, en el salón de su casa. Para Alejandro los de París serán sus cuartos Juegos, mientras que Pablo suma tres, ya que se perdió Londres 2012 por lesión.
Con la incertidumbre en el horizonte de si serán sus últimos, ambos son ambiciosos y quieren despedirse, si al final acaba sucediendo, con una medalla de oro. "Llegamos bien, hemos tenido buenos momentos como el torneo de Madrid, después hemos estados dos semanas sin estar juntos y hemos pagado ese bajón en el torneo de Alemania, pero creo que es algo natural al vernos directamente ahí sin entrenamientos previos", resume Alejandro.
Pablo, además, añade que cuando el equipo está bien es capaz de pelear con todas las selecciones. De hecho, en los amistosos de Madrid derrotaron a Estados Unidos y llegan tras ser subcampeones de Europa el año pasado, solo por detrás de Reino Unido, favorita al oro junto a los estadounidenses. "Sabemos que podemos complicarles la vida a todas las selecciones", advierte.
En el grupo España tendrá que vérselas con Estados Unidos (campeona olímpica en Tokio), Países Bajos (bronce europeo) y Australia (campeona de Asia-Oceanía). A pesar de la igualdad y del nivel de los rivales, no dudan en insistir en que el objetivo es quedar primero: "Nunca vamos pensando en un objetivo que no sea ese".
Para lograrlo ambos tienen un peso muy grande tanto dentro de la pista. Pablo destaca la importancia de que cada uno se sienta dentro de la zona de confort para así "rendir a su mejor nivel y disfrutar de la experiencia dentro de la exigencia de la competición".
Toda una vida ligada al baloncesto
Pablo y Alejandro estaban predestinados a jugar e impulsar el baloncesto en silla de ruedas en España. Solo así se explica que el primero se encontrara con 12 años y mientras iba por el centro de Xerez con uno de los pocos chicos que estaban entonces en el equipo de la ciudad andaluza y le dijera que se acercara a probar. Él, que hacía piano, aceptó y fue a un entrenamiento. Desde entonces no se ha separado de un balón de baloncesto.
A los pocos días fue su hermano, que por aquel entonces estaba practicando tiro con arco, y sintió lo mismo. "Nos enamoramos de ese deporte", afirma Pablo, mientras que Alejandro insiste en que "no sé qué pasaría si no hiciéramos baloncesto porque es lo que hacemos todos los días".
"El hecho de haber optado por el baloncesto con 12 años me supuso un cambio de paradigma de la discapacidad porque te relacionas con muchas más personas que cada una tiene sus problemas, sus límites y ves cómo se superan cada día", asegura Alejandro, que también quedado atrapado por el hecho de ser un deporte de equipo y con contacto.
Desde entonces, en estos 25 años de carrera, el baloncesto en silla de ruedas ha cambiado radicalmente. Los avances van desde el hecho que las sillas pesan una cuarta parte de lo que pesaban y están hechas a medida hasta el simple hecho de que antes el atado era de forma muy rudimentaria, y ahora está más profesionalizado.
Sin embargo, Pablo también destaca que la técnica y táctica es mil veces mejor, pero sobre todo que ha dejado de ser un deporte rehabilitativo a uno profesionalizado: "Ahora somos atletas que se nos dedicamos en cuerpo y alma a esto, vamos al gimnasio y lo complementamos para hacer un rendimiento excelso".
Ambos, a pesar de haber sido pieza clave en la transformación del deporte y ser dos de los jugadores más históricos de la selección, afirman que no se sienten referentes de nada y que únicamente se dedican a hacer lo más les gusta. "No lo hacemos para que nos admire la gente, lo hacemos por el instinto de seguir mejorando como personas y como deportistas dentro de esta pasión", afirman.
De hecho, los dos han compartido buena parte de su carrera jugando en los mismos equipos y ganando todos los títulos posibles a nivel nacional e internacional con sus clubes. Ahora y tras tres años separados, Pablo ha fichado este verano por el Albacete, club en el que juega Alejandro y que ha salido esta temporada tanto campeón de la Liga Española como de la Copa de Europa.
"Es una suerte poder volverme a juntar con Ale y seguir disfrutando la vida juntos. Aunque compartir todo y pueda parecer que nos podemos cansar, es difícil que eso pase porque nos conocemos, nos ayudamos y nos apoyamos y más en un momento de madurez actual y lo necesitamos. Al final estamos fuera de nuestra zona de confort y tener un apoyo de estas características multiplica en vez de sumar", asegura el nuevo fichaje del club manchego.
Una labor de concienciación
Los hermanos Zarzuela nacieron con espina bífida en la columna vertebral, que es una malformación congénita que hace que no se formen totalmente las vértebras y dejen a la médula espinal expuesta y rodeada de unos cúmulos de grasa que hay que operar para recolocarla y poder vivir con seguridad.
Tras tocarla en la intervención ocurre que cada paciente acaba desarrollando una afectación y sintomatología diferente. Por ejemplo, Pablo padece una luxación de ambas caderas que hace que no se forme la cavidad donde entra la cabeza del fémur, una inflexión de rodillas o tiene un pie cavo muy pronunciado, mientras que Alejandro sí que tiene flexión en las rodillas, pero nació con los dos pies cavos y se tuvo que operar.
A pesar de esta discapacidad, siempre han llevado una vida normal yendo al colegio y al instituto con muletas y aprendiendo a desenvolverse conforme crecían. “Nuestros padres siempre nos daban mucha libertad para ir con nuestros amigos, hacer deporte y si rompíamos una muleta nos daban otra, aunque la tuviéramos que pagar. El hecho de tenernos a nosotros también nos ayudaba", recuerda Alejandro.
Ahora, además de triunfar dentro de las pistas, también van a centros educativos o a empresas a dar charlas de sensibilidad y hacer actividades. Cuando explican lo que hacen acaban cambiando la opinión de los alumnos o de los oyentes que van a conocerlos de primera mano: "Entras siendo un perro verde y al final de la charla cuando ven lo que te dedicas, lo que has llegado a hacer, lo prueban y ven la dificultad salen admirándote y viendo que tiene valor y sentido".
Finalmente, acaban confirmando que a lo largo de sus 37 años sí que han visto una mayor sensibilidad en la sociedad. "No escuchas tantas veces la palabra pobrecito y cada vez son más conscientes de que somos una persona más con unas circunstancias diferentes. Además te ayudan en cualquier situación”, finalizan los dos hermanos Zarzuela, que esperan traer un oro para dar más visibilidad al deporte paralímpico y a las personas con discapacidad.