Loida Zabala, la deportista que desafía a la muerte: "Con mi cáncer no viviría hasta Los Ángeles, pero creo que puedo llegar"
Entrevista a esta deportista extremeña, que disputó en París sus quintos Juegos Paralímpicos a pesar de que en 2023 le diagnosticaran un cáncer de pulmón.
"Estadísticamente, con el cáncer que tengo, la vida es de cuatro años desde que lo detectan y a mí me lo diagnosticaron en octubre del 2023, así que no sería posible vivir hasta los Juegos Parlímpicos de Los Ángeles 2028, pero estoy tan motivada que pienso que puedo llegar. No quiero dejar de entrenar porque creo firmemente en que puedo llegar". Detrás de este testimonio está Loida Zabala, una paratleta de 37 años que disputó en París sus quintos Juegos y que disfruta cada día de la vida a pesar de las mil y una piedras que se ha encontrado en su camino vital.
Estas palabras las pronuncia escasos días después de que una de las lesiones cerebrales que padece haya aumentado casi al triple su tamaño, tal y como anunciara ella misma en sus redes sociales.
"Tuve ataques epilépticos y fui a dejar de ser yo misma. Cuando me desperté, me costaba hablar con normalidad y han sido días en los que estado durmiendo casi todo el tiempo para recuperarme. Según se ha visto en el último TC de cráneo, la lesión que tenía de 8x9 milímetros ha aumentado a 16x19 milímetros", contaba esta paradeportista de Losar de la Vera (Cáceres).
Este jueves, Zabala actualizaba la información indicando que la metastasis frontal izquierda casi ha triplicado su tamaño (22x25). Además, en este post informaba que no iba a tomar corticoides y anunciaba que iba a esperar los resultados de la resonancia que le harán en un mes.
En una conversación con El HuffPost previa a las navidades, Zabala reconoce que tiene "el ánimo un poco bajo" y que efectivamente está a la espera del resultado de una resonancia para ver de dónde venía el problema, pero se muestra con ganas por volver a retomar la normalidad y los entrenamientos.
Su vida, desde que a los 11 años le diagnosticaran mielitis transversa, una inflamación medular que la dejó sin poder caminar, ha estado ligada a la superación constante y al levantamiento de potencia adaptado. "A día de hoy no sabría vivir sin el deporte y no me entendería sin el deporte", asevera sin que le tiemble lo más mínimo la voz.
De hecho, literalmente ella sí puede decir que se jugó la vida en más de una ocasión para ir a los últimos Juegos Paralímpicos de París. "El 28 de octubre del 2023 mientras estaba trabajando en el 012 de la Comunidad de Madrid se me durmió el brazo y casi no me podía comunicar. Ahí fue cuando me detectaron el cáncer de pulmón en un estadio 4 o muy avanzado, tenía nueve tumores cerebrales y me tuvieron que medicar rápidamente porque estaba a punto ya de entrar en muerte cerebral", comienza relatando.
Gracias a la medicación, pudo salvar la vida y recuperarse en dos meses, pero perdió toda la fuerza para dos pruebas clasificatorias para París. A pesar de eso y de que sabía que arriesgaba su vida, decidió acudir a ambas: "La primera era en Egipto. No podía subir al avión por el tema del cerebro, pero fui y, afortunadamente no paso nada, pero luego, en la copa del mundo de Georgia, me sentó muy mal la comida. Mi sistema inmune no es igual que para otra persona y le dijeron a mi entrenador en la propia ambulancia que no sabía si iba a llegar al hospital porque estaba muy mala. Afortunadamente pude salir de ahí y venir a España para recuperarme. A pesar de todo, sí pude conseguir esa plaza para París".
Además, para meterse en la cita en la capital gala, Zabala tuvo otro gran problema: tenía que perder once kilos de peso. Bajar de los 61 kilos que pesaba en enero a los 50 que necesitaba para competir fue, en sus propias palabras, "lo más complicado" y el origen del mayor riesgo que tomó y donde de verdad puso intencionadamente su vida en juego.
"Tenía que perder 11 kilos y con la medicación del cáncer era prácticamente imposible. La tuve que dejar durante 17 días y arriesgué de mi vida, pero es que necesitaba hacerlo para bajar. Gracias a ese riesgo lo conseguí y por suerte no me creció más", afirma esta extremeña, que destaca que su prioridad era sí o sí competir en París. Tanto que hasta engañó a su oncóloga, ya que le dio permiso para dejar la medicación tres días, no 17.
"Después se lo dije y tengo que decir que ella siempre ha estado apoyándome en todo lo que necesitaba porque también le ha hecho ilusión el poder haber cumplido mis sueños", asegura Zabala. Su madre no quería que asumiera esos riesgos, pero también comprendía lo que era para ella estar en París.
De hecho, las imágenes de la paratleta llorando emocionada tras poder competir sirven para darse cuenta de la importancia de esta cita en su vida: "Fueron los más emocionantes, estuve a punto de morir varias veces y parecía imposible llegar, así que no me pude contener".
Londres 2012, otra prueba de fuego en su vida
Desde que debutara en los Juegos Parlímpicos de Pekín en 2008, esta también conferenciante y actriz no se ha perdido ni uno. Y no solo tuvo serios problemas para acudir a los últimos de París. Meses antes de Londres 2012, la que por entonces era su pareja casi la deja por una agresión sin poder competir.
Echa la vista atrás para recordar el episodio, que ya tiene superado y olvidado: "Mi pareja de ese momento me maltrató a nivel físico. No sé exactamente el por qué, pero me lesionó el brazo derecho y no podía levantar pesas. Fue muy difícil para mí recuperarlo y en un principio no iba a poder ir a Londres, pero centré toda mi atención en esa recuperación y tuve la suerte de poder combatirlo y llegar".
Además, focalizar toda su atención en los Juegos de la capital británica le ayudó a poder pasar página y salir de esa situación complicada. "Fue muy traumática, lo pasé muy mal a nivel psicológico, pero llegar a Londres me ayudó muchísimo", sentencia.
A pesar de ese episodio y aunque pensaba que nunca más iba a tener pareja, en 2019 volvió a enamorarse. "Al final sin darte cuenta, el corazón se venda y sigue adelante", reflexiona.
Ilusión por la vida, pero sin miedo a la muerte
Si hay algo que caracteriza a Zabala, además de su pasión por el deporte, es su tranquilidad a la hora de hablar de la muerte. Lo demuestra durante toda la conversación y no elude ni esquiva ninguna pregunta sobre el tema. "Tengo perfectamente aceptado que tengo unos años de vida y ya está".
Desde que con 11 años se quedó en la silla de ruedas, su ilusión por la vida y por aprovechar el momento queda patente: "Cuando me senté por primera vez tras estar meses tumbada en el hospital fue una experiencia increíble, fui muy feliz porque me volví a sentir libre. Mi vida tampoco cambió, hacía siempre lo mismo y solo cambié de ir de pie a ir sentada, así que no fue el mayor shock de mi vida y sí una enseñanza para aprovechar mucho más la vida y la libertad".
De hecho, ni piensa en los once años en los que podía correr y saltar en el colegio, en casa o en el parque. "Prefiero mi yo después porque es una persona que es totalmente diferente, es una persona que se cae y se levanta y valora de verdad la libertad. Entonces, yo volvería a coger esa elección si pudiera elegirlo", llega a decir.
Eso hace que aproveche el máximo los años que le quedan por delante, a la espera de si la ciencia evoluciona para encontrar una cura o una medicina que le permita prolongar su vida. "Cuando deje de funcionar el tratamiento que llevo tengo otro preparado para sustituirlo. De momento no tiene cura, pero esto nunca se sabe porque hoy en día se curan cánceres que antes no, todo depende de la inversión que se haga".
Sin embargo y aunque ella sí que tiene asumido su final, su familia sí que lo lleva peor: "Ellos no lo aceptan y no es algo que quieran superar. Por más que intento ayudarles para que puedan aceptarlo, no quieren y por el momento no puedo hablarlo mucho con ellos".
"Yo entiendo que sea difícil. Es que fíjate, existe la definición de una persona que es viuda, de una persona que se queda huérfana, pero si pierdes un hijo, no hay una descripción de ello. No existe esa palabra, quedarse sin un hijo o una hija es lo peor, tener que enterrar a un hijo tiene que ser durísimo", añade.
Ella, en cambio, hasta no rehúye el término eutanasia y la posibilidad de utilizarla: "Es algo que tendrían que aceptar también mis familiares, pero yo la tengo súper aceptada. Mientras pueda hacer las cosas que me gustan y vivir normal, bien, pero en el momento que ya no pueda hacerlas, obviamente, sí que podría pedir la eutanasia".
Hasta entonces y con el deseo de que la ciencia permita alargar su vida, ella va a seguir entrenando y disfrutando de la vida, como lleva haciéndolo hasta ahora. Tiene por delante revalidar en 2026 ese campeonato de Europa que consiguió en 2022 y que la convirtió en la primera española en conseguirlo y, con la vista más a largo plazo, esos Juegos Paralímpicos de Los Ángeles.
"Creo y confío de verdad que puedo llegar, así que voy a poner todo mi esfuerzo en conseguirlo", finaliza Zabala, que va a seguir disfrutando y emocionándose con todos los segundos y todas las aventuras de su día a día.