Liliana Fernández Steiner, o cuando el "ejemplo" es el "camino": cuatro Juegos y una doble maternidad sin bajarse de la élite

Liliana Fernández Steiner, o cuando el "ejemplo" es el "camino": cuatro Juegos y una doble maternidad sin bajarse de la élite

La histórica jugadora de voley playa llega a París superado "el peor año" de su vida, pero con energías renovadas junto a su nueva pareja deportiva, Paula Soria, en una clasificación a contrarreloj resuelta hace apenas un mes.

Liliana Fernandez Steiner, en Tokio 2020, por entonces con Elsa BaquerizoGetty Images vía Sean M. Haffey

Cuando alguien con la historia deportiva y vital de Liliana Fernández Steiner (Benidorm, Alicante, 1987) te dice "tenemos el tiempo que quieras" es imposible evitar sonreír. A las puertas de sus cuartos Juegos, esta tinerfeña de 'adopción' tiene mucho que contar. Pivota sobre dos palabras que resultan claves en esta entrevista y en su vida misma. "Relato" y "camino", hasta llegar a París de la mano de sus dos pequeños, Saúl y Óliver.

Esa doble experiencia de maternidad como deportista de élite convierte a Liliana Fernández en una rara avis o directamente un ejemplo del deporte español. Porque no sólo ha sido madre y ha vuelto, un caso afortunadamente cada vez más habitual. Ella ha ha vivido esa experiencia dos veces, la última en esta olimpiada rara entre Tokio y París. Humilde, huye de autodenominarse ejemplar "aunque a mí no me suene nadie así en el deporte español". Como mucho, admite que "si volver con uno es muy difícil, hacerlo dos veces es una locura".

Dentro de la arena donde entrena y compite, la historia es otra. 'Lili' no es madre, es deportista, con casi 20 años de carrera profesional, muchos de ellos con su inseparable Elsa Baquerizo, que decidió retirarse tras Tokio 2020. Aquel, cuenta, fue "el peor año" de su carrera, por un cúmulo de malas noticias. Ahora forma pareja con Paula Soria (Orihuela, Alicante, 1993). una aventura a contrarreloj para alcanzar el sueño olímpico. "Parecía imposible... pero aquí estamos". El último baile de una deportista, lo afirme ella o no, ejemplar.

Aquí estamos, efectivamente. París 2024. Si para todos la olimpiada ha sido especial, por corta, para ti ha debido de ser una incógnita absoluta. Venías de todo lo que pasó hasta Tokio y justo después, cambio de pareja, segunda maternidad, las dudas de si llegaríais... ¿Cómo se vive todo ese caos?

Cuando decidimos empezar esta nueva pareja Paula y yo justo me quedé embarazada. Asumimos que teníamos año y medio para sumar los máximos puntos posibles en la carrera preolímpica. Yo quería ir a otros Juegos para cerrar mi ciclo, pero estaba mentalizada para no ir, así que mi mente estaba centrada en disfrutar todo el camino y quitarme el mal sabor de boca del camino a Tokio. 

Ese año fue el peor de mi carrera, muy duro. Diagnosticaron cáncer a mi madre y acabaría falleciendo justo al mes de nacer Óliver, a mediados de 2022. A nivel deportivo, Elsa se retiraba y no encontramos el ritmo de juego en aquel periodo. Pero tenía claro que quería seguir.

Lo teníamos todo en contra para clasificarnos a París. Yo de vuelta por segunda vez, Paula adaptándose a un nuevo entrenador y a una nueva compañera, encima yo con mis limitaciones horarias y personales por la doble condición de madre... Pero lo logramos, ha sido increíble.

Ese famoso 'camino', algo fundamental en la vida de los deportistas. No te pregunto si en España sabemos valorar el camino, porque los dos sabemos la respuesta, te pregunto por qué no lo valoramos.

Empezaría diciendo que si no es visible es difícil valorarlo. Yo me siento muy querida por mi entorno, pero no veo que más allá haya conciencia de casos como el mío u otros tantos. Se premia mucho el resultado pero lo que hay detrás si no se pone en valor es muy difícil que se tenga en cuenta.

Suena a cliché, pero no sólo se esfuerza el deportista que gana. Estamos creando una sociedad de valorar el resultado, no el camino y yo tras 18 años celebro haberme centrado en el camino y no sólo en el resultado final. ¿Qué pasa, que si no sacas medalla no vales?

Volvemos a ese mal endémico del resultadismo...

Por desgracia sí. Hasta a Nadal le han obligado a ganar, con todo lo que ha conseguido. Quiero resaltar que hay que disfrutar el camino. Si no lo valora lo que haces, para que lo haces. ¿Te merce la pena la amargura de negar el camino? Yo, por valorar ese camino he podido estar tantos años. De cara a los jóvenes hay que premiar el día a día, el esfuerzo.

Estamos creando una sociedad de valorar el resultado, no el camino y yo tras 18 años celebro haberme centrado en el camino y no sólo en el resultado final

Cambiemos un poco el tercio, aunque siga relacionado con el esfuerzo. Tú fuiste madre tras Río y acabas de serlo tras Tokio. Cada vez más deportistas de élite vuelven a la cima tras ser madres. En España tenemos grandes ejemplos, pero son casos de un embarazo. ¿Cómo es el proceso de ser madre y regresar dos veces? 

Difícil (risas). Tengo referentes internacionales en mi deporte. Por ejemplo, Kerri Walsh, una leyenda que acumula medallas olímpicas y embarazos durante la olimpiada [en Londres 2012 ganó el oro con un embarazo de cinco semanas] o Laura Ludwig, que competirá en sus quintos Juegos y, como yo, se quedó embarazada después de Río [donde ganó el oro] y de Tokio. También hay referentes en Brasil, pero esto de doble embarazo entre Juegos no me suena ninguna deportista española. 

Ya volver con uno es muy difícil, pues volver con dos es una locura. Ya conoces el camino, pero se hace más dificil. No recuperé tan rápido el suelo pélvico ni mi peso, las caderas no se quedan igual... Y más allá de tus condiciones físicas súmale las dificultades de familia, el horario de un niño y otro niño.

¿Ante esa falta de referencias en España te sientes un ejemplo?

No sé qué decirte porque yo lo veo como mi día a día. No he tenido otra manera de hacer viable mi carrera vital y deportiva que esta. Y aquí tengo que dedicarle un capítulo a mi marido. Si no es por su apoyo, que se queda en casa compaginando su trabajo con el cuidado de los peques, yo no podría seguir viajando y dedicándome al deporte de élite.

Mi rutina supongo que es algo parecida a cualquier madre/padre de dos niños pequeños, pero con el plus de que como deportista trabajo a tope con mi cuerpo. Dejo a los niños en la guardería/colegio y me voy a entrenar, que encima me pilla a un buen rato de coche de distancia. Termino y para casa. Allí, con los peques, sigo entrenando, haciendo pesas y algún otro ejercicio. 

Cuando llegan las 19 o las 20 yo estoy para meterme en la cama del reventón y de hecho es que me voy con ellos, si no, no aguanto el ritmo. Y así cada día.

En breve viajáis a París, pero tú llevas ya años de competiciones y viajes siendo madre. ¿Cómo se organiza esa logística? ¿Intentas llevártelos y tenerlos cerca?

Yo en el día a día de mi temporada tengo la facilidad de poder programar mi viaje con ellos. Volamos juntos, intento meterlos en el mismo hotel que yo... Luego en competición a veces duermo con mi compañera y a veces con ellos por logística.

Cuando estaba Saúl solo sí vino a algún viaje especial conmigo, pero ahora con los dos en el cole o la guardería, los viajes de familia tienen que ser en verano. La única manera de conciliar y hacer un 'miniviaje familiar' es que vengan a mis competiciones.

¿Esas habitaciones 'extra' las pagas tú?

Sí, por supuesto. Poder tener esos momentos familiares en paralelo a mis competiciones pasa porque pague yo sus habitaciones.

Dejando la faceta maternal aparte, ¿cómo se organiza la Liliana deportista dentro de esa pequeña gran 'ciudad' que es la Villa Olímpica?

Te puedo contar de todo, porque he pasado por todas las etapas antes de ser madre (risas). En Tokio, que había que estar mucho tiempo en la habitación por el protocolo anticovid, tiraba de WhatsApp y demás para hablar algo con Saúl, pero claro, con tres añitos...

Fuera del tema familiar, en la villa soy más de leer mis libros. Las redes en los Juegos o te evades un poco o te comen. Publicamos únicamente cositas del partido, de la ceremonia de inauguración en nuestra cuenta oficial, pero intentando permanecer lejos de comentarios, menciones... por todo lo que pueden generar.

Y fuera de la habitación intento, intentamos, hacer vida en la villa. El comedor, la tienda oficial que es una maravilla, dar un paseo por las instalaciones o ir a ver otra competición... El objetivo es buscar una rutina fuera para no comerte tanto la cabeza encerrada.

Puestos a comerte la cabeza, y sabiendo que me vas a decir 'competir y darlo todo', ¿qué objetivo concreto os fijáis Paula y tú en París?

Vaya, pues todo eso que dices tú te lo tengo que decir igual (risas). Ya en serio, el objetivo inicial es pasar de grupo y meternos en las eliminatorias de octavos. A partir de ahí, un cruce es suerte y jugarlo todo a una carta. 

¿Que cómo valoramos el grupo? Realmente no nos ha sorprendido, porque siempre o casi siempre nos toca enfrentarnos a las primeras del ranking. Esta vez es contra las brasileñas Ana Patricia y Duda. Luego las italianas, que vienen de una evolución brutal y son equipo élite. Ambas son favoritas ante nosotras, siempre a priori, claro. E igualmente nosotras somos favoritas ante la otra pareja, las egipcias. 

Este último es un emparejamiento más favorable, pero también toca decir que son más desconocidas para la gran mayoría y ese desconocimiento les puede ayudar, así que tendremos que estudiarlas bien. Y como dices, cada marcador cuenta en caso de ser terceras, para evitar ese lucky loser (repesca) y entrar directamente a octavos.

Liliana y Paula celebran su victoria en el Volleyball World Beach Pro Tour celebrado en MadridALDARA ZARRAOA vía Getty Images

Te pido que mires un poco más allá. En concreto a Los Ángeles, a cuatro años vista. ¿Eso es lejos, muy lejos o directamente imposible?

Ya te lo confirmo, estos Juegos serán los últimos. La idea es retirarme en unos meses, no sé cuándo pero después de París. Ojalá me diera el cuerpo para llegar a Los Ángeles, porque tiene que ser una pasada, viendo cómo preparan los estadounidenses los grandes eventos. En voley playa ya han dado muestras asombrosas. 

Pero aunque lo intentase no llegaría a clasificar, físicamente como bloqueadora ya soy bajita y noto mi edad y los dos partos. Te dejan las caderas tocadas, la explosividad y las fuerzas van a menos. Con 37 sin ser madre podría dar otro discurso, pero en mi situación esto es lo que hay (risas). 

Llevas tiempo preparando tu 'aterrizaje' del día después a tu retirada, con formación en el mundo del Turismo. ¿Es algo que tenías claro o fue un recurso? Quizás alguien con una experiencia competitiva y vital como la tuya podría ser un referente a nivel gestión en tu federación o algún organismo deportivo. ¿Te ha contactado alguien del 'aparato'?

Empiezo por la última. Mi círculo siempre me comenta que soy buena gestora. Llevo las cosas de mi equipo, hablo con la federación, organizo... pero no he tenido ofertas del 'aparato' deportivo. También tengo que decir que si tuviera que ir a Madrid tendría que rechazarlo, porque necesito estar en Tenerife con mis hijos. Un trabajo que me permita estar aquí sí me interesaría, pero ya te digo, no he tenido oferta aún. 

En cuanto a lo del Turismo, te cuento la historia, que es curiosa. A mí me gusta el mundo del deporte de siempre, obviamente, pero yo estudiar quería estudiar Medicina. Como no me dio la nota, me metí en Biología, pero no me gustó y acabe en Turismo de rebote porque tenía cosas que me atraían. Un poco de economía, idiomas, gestión, contacto con la gente, hablar mucho que ya ves que me gusta (risas)... 

Noto mi edad y los dos partos. Te dejan las caderas tocadas, la explosividad y las fuerzas van a menos. Con 37 años sin ser madre podría dar otro discurso, pero en mi situación esto es lo que hay

Pienso en el futuro y quizás pueda montar una agencia de viajes, llevar un hotel o dar clase. No estoy cerrada a nada. Echando la vista atrás hoy, y contando con mi experiencia deportiva, me hubiese venido mucho mejor hacer Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFyD), un ADE deportivo, pero como dice mi entrenador, en el periodico del lunes todo se ve muy fácil. Alguna puerta se me abrirá. No descarto ni periodismo (risas).

Viendo cómo te manejas te auguro buen futuro si te lanzas a ese mundo. Pero permíteme profundizar en eso mismo, tu discurso, porque no es fácil que un deportista se abra tanto, especialmente a tres semanas de los Juegos ¿Es autoprotección, es falta de 'relato', es que no valoran la importancia de mostrar sus historias...?

Bufff, difícil cuestión. Puede ser que el deportista se cuide y no quiera dar detalles de su estado, su momento..., pero por mi experiencia propia sé que es mejor sacar las cosas, contarlas. Todo lo que sea expresarlo te libera, sea positivo o negativo. Porque lo malo ayuda contarlo, pero lo bueno también es necesario darlo a conocer.

Yo entiendo que no te quieras meter en opiniones políticas, sociales, porque una simple opinión puede hacer que te juzguen y te ataquen, pero creo que el deportista debería expresarse más acerca de su propios sentimientos. Está pasando con la salud mental, que en estos últimos tiempos empieza a verse como normal cuando llevamos, yo misma, muchos años, con un psicólogo, con un refuerzo en esa materia. Y no hay nada malo. 

Marcas mucho esa dicotomía entre 'lo bueno' y 'lo malo' y la necesidad de contarlo. Lo bueno es obvio, máxime hablando a las puertas de ir a tus cuartos Juegos. ¿Y lo malo?

Lo malo es algo que a mí me gustaría resaltar. Porque en el día a día, a muchos atletas les dicen que no sirven. A mí me lo han dicho. Y duele. Varios entrenadores me dijeron que no valía para el voley playa y con el tiempo se vio que quienes no valían eran ellos, que no supieron entrenarme. 

Lo importante, al final, es centrarte en la gente que cree en ti. Al principio sin patrocinadores, sin apoyos ni de la federación fue muy dificil. Luchamos, nos dimos a conocer y ahí empezó a ser más fácil. 

Y muchos años después disputarás tus cuartos Juegos...

Titania
Titania
Santander

Y tanto. Ha sido un ciclo durísimo, pero hemos llegado. Siento la energía de toda mi gente y, especialmente, la de mi madre, que desde arriba me da fuerza. 

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Miguel Fernández Molina (Sabiote, Jaén, 1987) es periodista licenciado por la UCM. Trabajó ocho años en el medio digital 'Mundotoro' antes de llegar a 'El HuffPost', donde ejerce de responsable de cierre y escribe sobre deporte, internacional y política, entre otros campos. Puedes contactar con él en miguel.fernandez@huffpost.es