Alemania es de fútbol, no de ceremonias: la anfitriona se pasea con una goleada de récord en la inauguración de la Eurocopa
La anfitriona apabulla 5-1 a Escocia y hace historia con la mayor goleada en el primer partido de una Euro. El homenaje a Franz Beckenbauer, lo más emotivo de un show de apertura reducido a la mínima expresión.
Alemania ya ha presentado en sociedad su Eurocopa... y su candidatura a su cuarto título continental. Lo ha hecho a su manera, sin apenas fiesta en la previa y con una exhibición pese a jugar a medio gas ante una desaparecida Escocia. El 5-1, marcador que perfectamente pudo ser aún más escandaloso, supone la mayor goleada para abrir una Euro y toda una declaración de intenciones de a lo que puede llegar Die Mannschaft.
Como todo partido inaugural, tocaba ceremonia previa. Ciertamente, no había muchas esperanzas y los peores presagios se quedaron cortos. Apenas un espectáculo de cinco minutos escasos, colorista y de buen rollo, eso sí, en una llamada al hermanamiento entre diferentes colores, metáfora de los equipos participantes, en tiempos revueltos por el racismo imperante en los campos de fútbol.
En menos de lo que dura últimamente cualquier descuento en un partido de fútbol, la Euro 2024 ha arrancado bajo un enorme manto blanco que ha cubierto todo el césped del Allianz Arena. En el centro, una plataforma circular por donde han desfilado bailarines, acróbatas y numerosos figurantes hasta completar los cerca de 270 participantes. Con una distribución cromática, por cierto, que a más de uno le ha hecho pensar en el recordado grupo Parchís.
Aparte, una aparición estelar, una réplica inflable gigante de la copa que tanto ansían los 24 países alzada bajo una banda sonora animosa e internacional, con la aparición de la artista alemana Leony, la banda estadounidense OneRepublic y el trío electrónico italiano Meduza.
La parte más emotiva ha llegado tras la retirada de los actores y bailarines. Heidi, la viuda de Franz Beckenbauer, ha presentado el trofeo y ha recibido los honores del público presente, acompañado de dos leyendas del fútbol teutón, Jurgen Klinsmann y Bernard Dietz en medio de un coral homenaje a uno de los más grandes de la historia del fútbol, fallecido a comienzos de año. Besos al cielo de Heidi, lágrimas en el césped en las gradas... y a jugar
La fiesta... con balón
Si la ceremonia duró apenas cinco minutos, no tardó mucho más el partido inaugural en quedar visto para sentencia. Alemania se paseó en casa ante Escocia, cuyo mayor activo fue su animosa afición, desplazada en masa a Múnich. Porque si los británicos necesitaban un partido disputado, embarrado por momentos para competir, se encontraron justo lo contrario. En el campo, sólo hubo un equipo y jugaba en casa. El 5-1 se quedó realmente corto.
La historia del partido es, prácticamente, la de los goles marcados, en un mar de ocasiones alemanas y de inoperancia escocesa. El 1-0 llegó en el 10', en una jugada de toque entre Kroos, Kimmich y Wirtz, que remató este casi a placer pese a la estirada del meta escocés. Poco más tarde, llegó el turno de Musiala, con una maniobra maravillosa en el área para hacer el 2-0 en el 20', antes de que el equipo visitante pudiera siquiera proponer algo de juego.
A partir de ahí, la nada, en resumidas cuentas. Las ocasiones alemanas caían al trantrán, sin necesidad de forzar y con un constante juego combinativo, arriesgando únicamente en el último tercio de campo. Entrada tras entrada en el área, en la última del primer tiempo acabaría cayendo el 3-0, en un penalti de libro que el VAR ratificaría con doble castigo, incluida la roja al escoces Porteous por lanzarse a por el tobillo de Gundogan. Havertz, contundente desde los 11 metros, hizo su parte.
La segunda parte no iba a cambiar nada, salvo el marcador y un rosario de sustituciones. Un pequeño arreón de coraje escocés, materializado en un lanzamiento de falta, fue la anécdota que precedió a otro carrusel de ocasiones alemanas, sin necesidad de acelerar. Era cuestión de tiempo que cayera el cuarto y pasó en el 67', con un trallazo a la escuadra de Fullkrug.
La mayor goleada de la historia ya asomaba, cuando un rebote de esos 'tontos' en el área alemana sirvió para maquillar algo la absoluta escasez escocesa. El autogol de Rudiger puso un 4-1 que duró un suspiro. En la última del partido, el recién salido Emre Can cerró la fiesta y certificó el récord con el defintivo 5-1.
El rival era el que era... pero Alemania se 'reivindica' como aspirante en su propia casa con un paseo que ya queda para la historia... justo lo contrario que la triste ceremonia de inauguración.