Carlos Arévalo, un 'cabo' olímpico para atar una demanda esencial del deporte español
El piragüista gallego, doble medallista en Juegos y cabo del Ejército de Tierra, es una de las figuras centrales del histórico acuerdo firmado entre el COE y el Ministerio de Defensa. Un reclamo de "muchos años" para equipararnos a potencias deportivas como Italia con "camino por recorrer".
"¿Yo? Encantado". La primera reflexión de Carlos Arévalo es más que definitoria. El piragüista gallego (Betanzos, 1993) y doble medallista olímpico está de plena actualidad, sin necesidad de haber sumado un nuevo éxito a su carrera. Aunque, visto de otro modo, sí lo podría ser, porque este cabo del Ejército de Tierra ha sido una de las figuras principales de un acuerdo "histórico" para el deporte español, el que le liga con el Ministerio de Defensa para reservar plazas en el ejército.
Suya fue la palabra el lunes en la sede del Comité Olímpico Español. Allí expuso su ejemplo vital como miembro del Regimiento 'Príncipe' número 3, en Siero (Asturias). Y, especialmente, ese "orgullo" que siente cuando se detiene en "lo que haya podido servir mi ejemplo" hasta culminar lo que él y muchos compañeros definen como "una demanda de mucho tiempo".
A partir del próximo año, se reservarán 50 plazas para deportistas de alto nivel dentro del Ejército español. Una fórmula que pese a estar en sus primeros pasos, empieza a asemejarse a modelos como el de Italia o el de Países Bajos, referencias polideportivas que el 'aparato' español mira con envidia desde tiempo atrás. El proyecto oficializado este lunes surge como una "garantía de cobertura de vida al deportista", en palabras de Carlos Arévalo, para quien la opción militar "ofrece un respaldo detrás por si tu carrera sale mal o de golpe algo falla y se acaba; da una seguridad que hasta hoy no la había".
“En Europa se venía haciendo en Italia y otros países, pero en España no existía pese a que se venía demandando desde dentro hace ya mucho", añade en una conversación con El HuffPost. Preguntado por qué llega ahora y no en aquel primer momento de peticiones, apunta lacónico que "las cosas tienen su camino".
Lo importante, no obstante, es que ese camino que relata ya se ha iniciado. Así, defiende que "ahora hay que ir paso a paso y definir el proyecto, pero también toca reconocer el trabajo que han hecho el Consejo Superior de Deportes Militar, el COE, el CSD y el Ministerio de Defensa".
Esas 50 plazas iniciales se ofertarán para las escalas básicas de Tropa y Marinería en los tres Ejércitos de cara a deportistas de alto nivel de entre 18 y 29 años que tengan la titulación de la ESO. Dicho límite temporal ya ha levantado algún recelo entre atletas de más edad, que se ven desplazados. Arévalo insiste en que "es la primera convocatoria y partimos desde cero", por lo que sostiene que también en la edad "hay muchos detalles por definir".
Sin embargo, hay un límite superior que ha condicionado el rango de edad, el reglamento de ingreso que fija en 29 años el tope para acceder a las escalas básicas en los distintos ejércitos. "En ese caso habría otras opciones, como la de ser reservista y activarse parcialmente", añade al respecto el piragüista; un rol que actualmente tiene Fran Garrigós, judoka bronce en París 2024 y sargento del Aire en la reserva.
La conversación se detiene sobre ambos casos, medallistas olímpicos y mundiales. Arévalo recibe con ganas la cuestión doble de qué puede aportarle el Ejército a un deportista y qué un deportista al Ejército.
“Uff, es que a mí el Ejército me lo ha aportado todo. Entré en 2016 en un momento difícil —tras quedarse fuera de los Juegos de Río— y desde entonces he logrado mis mejores resultados", plata en Tokio 2020 y bronce en París 2024, siempre en el K4-500 con sus inseparables Craviotto, Cooper y Germade. Habla de "un antes y un después en mi vida, sí, porque el Ejército también me ha supuesto un cambio en mi visión vital, me ha aportado la sintonía militar y he mejorado en todos los aspectos”, rememora.
Pero al revés, prosigue, igualmente "hay mucho por dar", porque "los deportistas tenemos unos valores y una experiencia que pueden sumar". Lo ejemplifica del mejor modo, con una vivencia reciente. "Hace poco tuvimos unas prácticas de tiro en mi unidad. Estuvimos hablando de detalles técnicos con los responsables y yo aporté una visión a partir de mis entrenamientos en la piragua", cita.
De aquel ejercicio celebra que "hubo un feedback que es muy bueno, porque pude dar una visión diferente proveniente de mi experiencia. A priori no tienen nada que ver el tiro y el piragüismo, pero sí hay cuestiones en las que un deportista de élite puede sumar".
"Todo lo que sea abrir las Fuerzas Armadas es bueno, y debemos compartirlo con la gente", continúa, poniendo sobre la mesa su 'otra' faceta, la de conferenciante y habitual de charlas en institutos y otros espacios formativos. Siempre, con la 'misión' de ser embajador de ambos mundos y con el "orgullo" omnipresente en su discurso.
Tiene motivos. Su disciplina marca el paso del deporte español. No sólo por ser ya el que más medallas ha aportado a la delegación olímpica en toda la historia (23 con las logradas en París, ya por delante de las 22 de vela), sino por dar cabida a perfiles que aúnan lo deportivo y el servicio público. Justo delante de él en la piragua se sitúa Saúl Craviotto, que más allá de celebrity mediática y séxtuple medallista en Juegos es Policía Nacional.
Una "referencia absoluta en todos los aspectos" —comenta el gallego sobre Craviotto— que reclamaba abiertamente en este medio la necesidad de "ofrecer alguna facilidad de acceso, ya sea en Policía, en el Ejército, a deportistas que llevan años representando al país" para ayudarles a "afrontar la nueva realidad en el momento de retirarte".
Pese a reconocer humildemente las "diferencias" en eco social con su compañero, Arévalo sí admite que "los dos vamos intentando abrir nuestros mundos y ofrecemos una imagen que es un buen camino". Por ello, anima a seguir sus ejemplos, visto que "nos ha ido bien... y a más gente le puede ir bien porque creo firmemente que tener más compañeros en el Ejército subirá el nivel, la profesionalidad de ambos mundos y eso redunda en los resultados deportivos, en el día a día y en España".
De momento, este cabo de Tierra confía en un factor clave que ya empezó a verse en el mismo acto, el "boca a boca" entre los cerca de 50 deportistas de alto nivel que acompañaron a Arévalo, Alejandro Blanco y Margarita Robles. Alguno ya deslizó la posibilidad de vestir un uniforme en el futuro cercano, sabedor de las "facilidades" para compaginar su disciplina y el potencial empleo en una unidad.
Los que "den el paso" deberán superar primero una fase de baremación de méritos y de prueba de conocimientos, para posteriormente afrontar un segundo tramo de pruebas psicológicas, físicas y un reconocimiento médico. De hacerlo, la incorporación a las Fuerzas Armadas llegaría en mayo o noviembre.
"La gestión de la jornada 'laboral' está sobre la mesa, pero la idea es que los distintos atletas se incorporen a unidades de que adapten a sus especialidades", explica Arévalo ilusionado por el futuro que se abre. Como ya hiciera antes, pide cierta paciencia, porque "esto no es cosa de un día, pero es un trabajo hecho por el bien del deporte español... y de toda la sociedad".