Valiente e inteligente Draghi
Durante los últimos años se ha demostrado como incompleta la más tradicional interpretación de la política monetaria, aquella que se limitaba a considerar dos herramientas: un tipo de interés a muy corto plazo y la inyección de liquidez, también a muy corto plazo, en el mercado interbancario. Según esta consideración, con tipos de interés en el 0%, ya no había margen de actuación para el Banco Central Europeo (BCE).
Una de las principales enseñazas de la crisis financiera es que la política monetaria puede ser eficaz para conseguir metas más allá de la estabilidad de los precios. Así, también sirve para normalizar el funcionamiento de los mercados financieros y, lo que es más importante, para evitar distorsiones en el precio de ciertos activos (especialmente los de renta fija).
Durante los últimos años se ha demostrado como incompleta la más tradicional interpretación de la política monetaria, aquella que se limitaba a considerar dos herramientas: un tipo de interés a muy corto plazo y la inyección de liquidez, también a muy corto plazo, en el mercado interbancario. Según esta consideración, con tipos de interés en el 0%, ya no había margen de actuación para el Banco Central Europeo (BCE). ¡Falso!. Ben Bernanke, el principal representante de la escuela que podríamos denominar "política monetaria no convencional" lo resumía muy bien en su última comparencia en Jackson Hole (y lo ha demostrado en los últimos años).
Hoy, Mario Draghi entró en esa escuela, al poner de manifiesto que ha sabido darse cuenta del enorme poder de la política monetaria no convencional (en este caso, sirve hasta para ¡salvar el área euro!). Pero lo que es más importante es que Draghi ha sido capaz de llevar a la práctica ese convencimiento intelectual. Su grandeza radica en que se ha impuesto a la negativa de sus colegas más ortodoxos, desde luego, con mucho peso en el seno del BCE.
La nueva herramienta de política monetaria en el Área euro, las Operaciones Monetarias de Compraventa (OMT en sus siglas en inglés), es eficaz para reducir las famosas primas por riesgo, entre ellos la española, sin que se deriven negativos efectos de segunda ronda, como podría ser la inflación. Menos aún si, como se ha anunciado, las compras se van a esterilizar.
El único argumento compartido hasta ahora con los partidarios de la ortodoxia es el "riesgo moral". Es decir, que el gobierno de turno, al ver cómo el banco central actúa frenando el repunte de la curva de tipos de interés, reaccione relajándose, incumpliendo sus promesas de reducción de déficit público. Esta ha sido, sin duda, la decepción del BCE en el último año.
La activación del programa de compra de activos (SMP) en agosto de 2011 (sustituido ahora por la OMT) llevaba aparejada el compromiso de minorar el desequilibrio fiscal. Pero el BCE no tiene capacidad para obligar a un Estado a cumplir el pacto. Por eso tiene sentido que ahora, la activación de la compra de deuda a través de la OMT exija que el gobierno pase por el "mal trago" de pedir un rescate al EFSF/ESM, instituciones que, sin duda, sí pueden controlar y exigir a un gobierno que cumpla sus promesas.