El entrenamiento Currahee
En la miniserie Band Of Brothers (Hermanos de Sangre) se retrata al instructor de la compañía Easy, el capitán Herbert Sobel, como el típico oficial que disfruta haciendo sufrir a sus hombres; y así fue en la realidad; pero como suele ocurrir en estos casos, fue mucho más que eso.
La miniserie de la HBOBand Of Brothers, basada en el libro homónimo de Stephen E. Ambrose, es una obra maestra del género bélico.
Sus padrinos fueron Steven Spielberg y Tom Hanks, que nada más acabar el rodaje de «Salvar al soldado Ryan» comenzaron con la producción de estos diez intensos capítulos que retratan con un realismo nunca visto hasta la fecha la verdadera historia de la compañía E, desde el desembarco de Normandía hasta tomar Kehlsteinhaus (El Nido del Águila) la mismísima residencia de verano de Hitler.
La compañía E (llamada "Easy" según el alfabeto fonético del ejército en aquella época; hoy día sería "Echo") era la primera de una nueva forma de hacer la guerra: eran paracaidistas. Sus integrantes eran jóvenes voluntarios: deportistas, fuertes y valientes; saltar de un avión sobre territorio enemigo no sólo era una novedad, más bien era sencillamente una locura; la mayoría nunca se había montado en un avión, no digamos ya tirarse de él en marcha a cientos de metros de altitud.
En realidad los primeros en ver el excepcional potencial bélico del paracaidismo fueron los nazis con las excepcionales unidades Fallschirmjäger. Así los paracaídas pasaron de ser un mero invento de salvamento para los pilotos en la Primera Guerra Mundial a ser utilizados como un arma más, indispensable para una fuerza ofensiva de despliegue rápido tras las líneas enemigas.
EEUU había creado también su cuerpo de paracaidistas como una tropa de élite, y como tal los había entrenado (desde dos años antes incluso del Día D). La motivación de los paracaidistas era doble: el prestigio y orgullo de lucir en su uniforme la famosa insignia de las alas, y también, un poco, porque la paga era bastante más alta que la de los demás.
En la miniserie se retrata al instructor de la compañía Easy, el capitán Herbert Sobel, como el típico oficial que disfruta haciendo sufrir a sus hombres; y así fue en la realidad; pero como suele ocurrir en estos casos, fue mucho más que eso.
Sobel era un loco del deporte y el entrenamiento físico al que sometió a sus hombres fue durísimo: marchas casi diarias a la montaña Currahee (3 millas de subida y 3 de bajada cargados con todo el equipo encima, de noche y sin poder beber agua), marchas sorpresa programadas justo después de almorzar para provocar vómitos y cortes de digestión, y así un largo etcétera de perversiones con la única intención de que su compañía, y por ende él mismo, destacara por encima de las demás ante sus superiores.
Una muestra del poderío físico que llegó a alcanzar la Easy es el récord de marcha que rompieron durante su entrenamiento: 188 kilómetros en 75 horas. El tiempo real de marcha fue de 33 horas, 30 minutos, o aproximadamente 6,5 kilómetros por hora. Todo ello cargados con el equipo completo, por caminos secundarios embarrados y con condiciones climatológicas adversas.
Sobel consiguió lo que se propuso y la Easy destacó por encima de cualquier otra compañía o cuerpo por su increíble forma física; pero le costó el cargo. Sus propios soldados se amotinaron contra él, no tanto por su exigencia en el entrenamiento como por su notable y palpable ineptitud para mandar a las tropas en combate.
Sobel acabó perdiendo su compañía, siendo trasladado a suministros, lejos del frente.
Desgraciadamente este personaje no se trata de una caricatura deformada por la ficción; Sobel estaba loco: padeció graves problemas mentales durante toda su vida. Y era un inepto: intentó suicidarse, pero al utilizar una pistola de calibre demasiado pequeño en lugar de matarse se quedó ciego durante los últimos diecisiete años de su vida.
Aun así, y aunque lo consideraban un inepto en combate y un psicópata al mando, no hay un solo soldado de la compañía Easy que tras la guerra no reconociera que sin el extremo entrenamiento físico del Capitán Sobel no hubieran podido soportar el brutal devenir de la guerra; y jamás hubieran podido sobrevivir para contarla.