Diseñar el futuro
Extremadura ha recibido la esperada noticia de la llegada de más 850 millones de euros en los próximos años para incrementar la innovación y mejorar la competitividad de su tejido empresarial. Acertar en el uso de estos fondos es muy importante para la región, pues seguramente sea la última oportunidad de recibir una cifra tan elevada de dinero desde Europa.
Las empresas más prosperas y con más garantías de supervivencia son aquellas que consiguen adelantarse al futuro, al igual que las regiones y los países que más posibilidades tienen de afrontar con garantías los retos que están por venir son aquellos que tiene, la capacidad de anticiparse a los nuevos retos.
Extremadura ha recibido la esperada noticia de la llegada de más 850 millones de euros en los próximos años para incrementar la innovación y mejorar la competitividad de su tejido empresarial. Acertar en el uso de estos fondos es muy importante para la región, pues seguramente sea la última oportunidad de recibir una cifra tan elevada de dinero desde Europa.
A lo largo de este artículo haré una propuesta para el uso de esos fondos. Como muchas otras cosas que planteo, no espero que tenga mucho éxito, porque reconozco que pueden parecer planteamientos poco realistas, y más sacados de una película de ciencia ficción que de una realidad tangible, aunque sin darnos cuenta, se están convirtiendo en una tendencia de futuro.
Estamos observando cómo se implanta una nueva forma de trabajo basada en la cultura de la colaboración, lo cual ha propiciado que se popularicen conceptos como: coworking, freelance, crowdfunding.... Estos se han desarrollado especialmente en el sector servicio, pero el siguiente paso será el sector industrial, y ahí es donde Extremadura tiene su oportunidad.
En una región donde es testimonial el sector industrial, este mal endémico que ha supuesto durante años un lastre para nuestro desarrollo, puede convertirse ahora en una oportunidad si tenemos la capacidad de crear un nuevo modelo industrial desde cero, sin vicios adquiridos.
Desde hace muchos años, incluso siglos, estamos inmersos en un sector industrial centralizado, con grandes centros de fabricación que distribuyen sus productos por todo el mundo, un modelo donde el tamaño sí importa, porque es imprescindible rebajar los costes de distribución, energéticos, de diseño..., fabricando más para que el coste por unidad sea menor.
La tendencia de futuro serán centros de fabricación distribuidos, donde se producirán pequeñas cantidades que se distribuirán directamente al consumidor. Para rebajar los costes por unidad producida, es imprescindible que determinados gastos sean compartidos por varios productores: el diseño, las instalaciones, la energía, las herramientas y maquinarias de producción, la publicidad, la distribución..., pero esto ya es posible gracias al desarrollo de las TIC y a una nueva cultura de la colaboración.
Recuerdo cuando trabajando en una fábrica del sector del automóvil, la única forma de hacer llegar los planos a otra planta del grupo de una pieza, una máquina o un proceso de producción era físicamente; ahora, con el desarrollo de las TIC, ese plano se envía en segundos a través de internet en formato digital, pudiendo ser modificado a miles de kilómetros, algo impensable hasta hace poco, cuando no existía el diseño asistido por ordenador ni internet.
Para el desarrollo de este modelo industrial se deberían crear fábricas compartidas para varias empresas con un modelo de producción colaborativo, dotarlas de herramientas de fabricación, como las famosas impresoras 3D, potenciar la cultura maker y facilitar determinados medios y servicios comunes como: servicio logístico, publicidad, canales de venta ..., para garantizar que sean competitivos frente a los grandes centros de producción. Este modelo en parte ya existe a través de los Fab lab, y cada día se esta extendiendo más su uso.
Para ello, es imprescindible transformar los polígonos industriales existentes, y que en gran parte se han estado convirtiendo hasta ahora en almacenes que distribuyen y venden lo que se fabrica en otras partes del mundo, o cuyas naves se transforman en pistas de pádel cubiertas.
Es cierto que no solo nos podemos dedicar a preparar el futuro. Más en una situación con un alto porcentaje de paro de personas procedentes del sector de la construcción, en muchos casos con una cualificación muy específica que les impide acceder a otros sectores. Por eso es imprescindible que mientras planificamos el futuro, también garanticemos el presente.