Jorge Fernández Díaz, con el mazo dando
El ministro tiene la voz más sosa, aburrida e indiferente de todos los políticos a los que he analizado hasta ahora. Es una voz fatigada, la típica voz de un señor que ha gritado mucho. Tiene la costumbre de enfatizar con el puño y a veces golpea la mesa, los micrófonos, el atril. Será sin querer.
Jorge Fernández Díaz es un gran funcionario. Es gris, acata pero no destaca, observa mucho y habla con medida. Eso sí, cuando habla, ¡ay cuando habla! Si yo les cuento lo que hace cuando habla. Así es. Prepara mucho y dice poco. Y lo poco que dice, lo repite. Por si no quedó claro, no sea que no se entienda. Un solo mensaje repetido tres veces. Perfecto, el principio del marketing político se lo sabe.
Yo analizo su fonética, por sus obras los conoceréis. Intentaré ser relevante.
Voz
El ministro Fernández Díaz tiene la voz más sosa, aburrida e indiferente de todos los políticos a los que he analizado hasta ahora. Es una voz fatigada, la típica voz de un señor que ha gritado mucho a lo largo de su vida y cuyas cuerdas vocales están tan hartas que ya ni contactan. Mi hipótesis: el ministro tiene lo que se conoce como hiato en ojal. Es decir, hace fuerza para iniciar la fonación pero solo consigue un cierre parcial de la parte trasera de los pliegues vocales porque el músculo vocal -el tiroaritenoideo-, debido a la tensión excesiva a la que fue sometido en tiempos pasados se ha distendido como un elástico viejo y dado de sí. Así no hay quien saque una buena voz. ¿Y qué hace el hablante? Aprieta aquello que aún tiene fuerza, el esfínter ariepiglótico. Y esto, déjenme que les diga, tiene muchas e interesantes connotaciones.
Vista superior de la laringe. En Wikipedia.org
Miedo
La voz de los bebés de menos de 9 meses es característica, como un gruñido. La razón es que comen tumbados. Cierran con fuerza el esfínter ariepiglótico mientras degluten para que no les entre la leche en los pulmones. Podrían morir. A medida que el bebé crece y se estabiliza en la posición vertical, la laringe baja en el cuello y ya no es tan probable que se atragante. Así que la válvula -el esfínter ariepiglótico- se relaja, el tubo se abre y el timbre de la voz se oye más libre, más abierto. Ya no es un gruñido.
El timbre de Fernández Díaz suena a esfínter ariepiglótico agarrotado, bien cerrado y apretado. Por lo que pueda pasar.
Negación
En una investigación llevada a cabo en el Laboratorio de Fonética del CSIC, mi alumna Sol Waldo descubrió que los hablantes usaban la glotalización -interrupción completa del paso del aire durante la fonación mediante la contracción y cierre del esfínter ariepiglótico- para marcar que querían decir no cuando respondían a preguntas con la boca cerrada.
La negación se relaciona con represión, autocensura. Y con el cilicio, ese "elemento pasivo, no agresivo, que provoca erosiones superficiales y que es solo un elemento disuasorio", ¿o esto es la concertina de Melilla?
Fuerza
Las glotalizaciones pueden provenir de diferentes necesidades fisiológicas relacionadas o no con el uso de la voz. Una de las más habituales es la de hacer fuerza, por ejemplo, al parir o al levantar un objeto muy pesado. El hablante que tiene este comportamiento vocal a pesar de no ejercer tal esfuerzo físico se muestra impositivo: impone y defiende sus argumentos a base de fuerza. La glotalización es algo así como un golpe de puño en la mesa. Por cierto, el señor ministro tiene la costumbre de enfatizar con el puño y a veces golpea la mesa, los micrófonos, el atril. Será sin querer.
Articulación
El ministro se come cosas. Vocales, consonantes, sílabas: cualquier elemento fonético es susceptible de desaparecer de la cadena hablada de Fernández Díaz. Algunos ejemplos: "Deze a triúnal gongresos diputados" [audio] por "desde la tribuna del Congreso de los Diputados"; "señora pordó al grupo socialista" [audio] por "Señora portavoz del grupo socialista" o "seuriá ciana" [audio] por "seguridad ciudadana". Impaciente, irascible, poco compasivo.
Ese peculiar estilo articulatorio, bastante extendido entre los miembros del Gobierno popular, contrasta con una prolongación exagerada de las consonantes coronales fricativas s y z, lo que aporta a su dicción un tinte agresivo. ¿Por qué? Porque la agresividad hace que se active el músculo masetero, y eso provoca que la mandíbula quede cerca del paladar. En esta situación, la lengua no puede hacer los movimientos necesarios para articular las vocales y las consonantes de forma precisa, pero es justo la postura óptima para producir la s y la z, que se prolongan más de lo necesario porque la mandíbula no baja a tiempo.
Semántica y fluidez
En su rifirrafe con Eduardo Madina, el ministro quiere mostrarse como el tipo duro capaz de dar una patada en la puerta y que no se mueva nadie. Pero no le sale. Se dirige al secretario general del grupo parlamentario socialista [audio] y oigo al niño asustado al que unos malotes intentan robar la bici y se hace el chulito para impresionar. Claro, no tiene práctica: ha contenido la ira durante toda su vida y ahora no hay asesor que le convenza para que enseñe sus dientes de lobo feroz. Así que se equivoca [audio], repite palabras para ganar tiempo [audio], quiere decir su frase pero si no le escuchan con atención se para y se queja al presidente del Congreso [audio].
La ira es un pecado y la contención, una virtud.