Homofobia y mentira como credenciales
La discriminación del ser humano por su orientación sexual y la mentira no parecen los mejores avales para formar parte de ninguna institución. Si además se trata del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobrepasa con holgura la frontera del disparate. Nada que el PP, como acostumbra, no pueda asumir sin mover un músculo de la cara. Enviar a Estrasburgo a una jueza homófoba con el currículum falseado debería sonrojar al partido que ha hecho todo y más por colocar a una magistrada de su cuerda en esta alta instancia.
Para ello, sin embargo, hay que contar con una cuota de vergüenza política que, en el caso del Partido Popular, ni existe ni se la espera ¿Qué defensa de los derechos de una persona transexual puede hacer quien considera su opción de vida una tragedia y una enfermedad? La catedrática María Elósegui cree además que los homosexuales desarrollan patologías "por ir en contra de su biología". Ni estos colectivos ni la ciudadanía española ni los derechos humanos ni su tribunal europeo merecen el desprestigio que aporta una actitud tan contraria a lo que en Estrasburgo se debe defender.
Estas razones, por sí mismas, cuentan con la suficiente entidad para haber revocado de inmediato por impropio este nombramiento. Sin embargo, por si no bastara con desconsideraciones de este calibre, la jueza Elósegui además miente. Y lo hace a cuenta de una política que, con el gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero, puso a España a la vanguardia de esos derechos civiles de los que reniega. Elósegui no participó, como recoge en su currículum, en la redacción de la Ley de Igualdad. No lo hizo, pero faltar a la verdad no es (numerosos ejemplos hay de ello) inconveniente alguno cuando las decisiones dependen del Partido Popular.
Hace casi catorce años, la comisión de Libertades Públicas, Justicia y Asuntos de Interior del Parlamento Europeo rechazó al candidato italiano, Rocco Butiglione, por unas declaraciones en las que tildaba de pecado la homosexualidad y defendía a ultranza el matrimonio tradicional. Fue precisamente en ese año 2004 y el siguiente (el 3 de julio de 2005 entró en vigor) cuando el gobierno socialista español sacaba adelante la Ley de Matrimonio entre personas homosexuales de la que tuve el privilegio de ser una de sus ponentes. Si hace 14 años la presión de las fuerzas políticas de progreso cerró el paso a las propuestas más retrógradas en materia de libertades, no hacerlo ahora sería una enorme decepción y un claro retroceso.
Hay que admitir que en estos asuntos, como en tantos otros, quien no defrauda es un Partido Popular que evidencia que la importancia de los derechos humanos y de las altas instituciones europeas está muy por debajo del interés propio de colocar, sea como sea, a una jueza ultraconservadora que defienda su ideario. Ni siquiera Elósegui obtuvo la mejor valoración de la comisión evaluadora (tres votos de diez) y eso sin conocer lo que luego se ha sabido. Una circunstancia que refuerza que el Gobierno de Mariano Rajoy había apostado al sí o sí sin atender a más razonamientos. Y en eso también hay que reconocer que el PP ha mantenido intacta su coherencia.