Love is Love
El público no ha podido contenerse y ha vuelto a ponerse en pie. El número coral del Tribunal Supremo de Estados Unidos lo ha tenido todo. Suspense entre los jueces, lágrimas en las escalinatas del templo y besos llenos de amor con la última estrofa. Lo mejor de todo es que, cuando la canción estaba a punto de terminar, ha aparecido en el escenario el actor principal con un golpe de voz.
El público no ha podido contenerse y ha vuelto a ponerse en pie. El número coral del Tribunal Supremo de Estados Unidos lo ha tenido todo. Suspense entre los jueces, lágrimas en las escalinatas del templo y besos llenos de amor con la última estrofa. Lo mejor de todo es que, cuando la canción estaba a punto de terminar, ha aparecido en el escenario el actor principal con un golpe de voz, un tuit de solo solo tres palabras dirigido a sus 33 millones de seguidores: "Love is Love". Es posible que sea la primera vez que un presidente de EEUU escribe algo así.
Todo tiene su tempo, y estos vecinos nuestros lo manejan de maravilla, hasta convertir cualquier avance social en un número de Broadway. En el musical sobre el matrimonio gay todos parecen ser conscientes de que cada paso que dan quedará para la historia. Hace un año, el número a capella de Obama apoyando la igualdad de derechos, logró levantar a todo el teatro. Chapeau. Son maestros del drama. Quizás porque es un país con 300 millones de vaqueros, ultras, modernos, neoyorkinos, angelinos, red necks y demás fauna, los cambios solo pueden llegar poco a poco, en varios actos que se van digiriendo a medida que avanza la función. Pero es una delicia.
Recuerdo el día que se hizo legal el matrimonio de personas del mismo sexo en España. Fue algo histórico, pero llegó muy de repente, sin grandes orquestas, con el PP poniendo cara larga, presentando un recurso ante el Tribunal Constitucional y con todos sus gais haciendo el ruido justo para no ser escuchados. En fin, toda una fiesta arrugada con la grisura de las ventanillas de la burocracia, con los tonos marrones que desprende el BOE. España fue pionera, pero como musical, la función resultó mediocre.
En EEUU va a costar aún un tiempo que se reconozca este derecho a nivel federal, pero la finale será espectacular. Unos años madurando el asunto en las leyes estatales, los neanderthales sacando sus hachas, los pastores de varias iglesias encendiendo hogueras, las asociaciones de derechos civiles presionando, los jueces y los políticos tomando nota y la prensa inventando portadas que son obras de arte. Así, paso a paso.
A pesar de que ya hay más de una docena de países donde un novio no necesita a una novia para casarse, o viceversa, serán estos gringos los que van a arrasar en la taquilla. Habrá fiesta nacional, levantarán un monumento y bautizarán el asunto como lo que es, la conquista del último gran derecho civil.
Hay otro elemento admirable en todo lo que son avances sociales en Estados Unidos. Una vez luchados y logrados, no se tocan. Ni el sistema educativo, el aborto o la sanidad son asuntos que se puedan alterar en el Congreso con los votos de políticos mediocres que obedecen con los ojos cerrados a sus jefes. La última gran reforma, la sanitaria, se ha hecho después de más de dos décadas de debates. Es imperfecta, pero no ha sido algo gestado por cuatro técnicos en unos meses. Es la diferencia entre siglos o décadas de democracia.
Y Obama... será un espía, una decepción, un líder sin fuerza bruta, pero también es un tipo que escribe en su Twitter: "Love is Love". Eso, hoy, también cuenta.