Rescates que matan: las razones de Tsipras para plantar a los acreedores

Rescates que matan: las razones de Tsipras para plantar a los acreedores

Antes que aceptar el acuerdo ofrecido por los acreedores, Tsipras se retiró de la negociación y utilizó su última bala: la convocatoria de un referéndum. Es una opción arriesgadísima -ni siquiera está claro que el documento sobre el que los griegos se pronunciarán siga vigente- que ha multiplicado exponencialmente las posibilidades de que Grecia salga del euro. Pero, ¿por qué tanta resistencia del Gobierno griego a firmar un acuerdo si parecía que las diferencias con sus acreedores eran cada vez más pequeñas?

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Imagen: EFE

Antes que aceptar el acuerdo ofrecido por los acreedores, Tsipras se retiró de la negociación y utilizó su última bala: la convocatoria de un referéndum. Es una opción arriesgadísima -ni siquiera está claro que el documento sobre el que los griegos se pronunciarán siga vigente- que ha multiplicado exponencialmente las posibilidades de que Grecia salga del euro. Esta semana, que conducirá a la consulta del próximo domingo, podría ser la más larga que los griegos recuerden en mucho tiempo. Pero, ¿por qué tanta resistencia del Gobierno griego a firmar un acuerdo si parecía que las diferencias con sus acreedores eran cada vez más pequeñas? ¿Podía Tsipras firmar ese acuerdo?

La conclusión del acuerdo -cuya última oferta la Comisión ha colgado en su web- podría haber conducido a Syriza fuera del gobierno. La razón se debe a que para aprobar en el Parlamento griego dicha propuesta, era probable que Tsipras, ante el voto negativo del ala más dura de Syriza, se hubiera visto obligado a contar con el apoyo de la oposición. Ese escenario, sin embargo, le podría haber obligado después a convocar elecciones y quizás salir del poder. A fin de cuentas, el acuerdo no suponía un giro de 180 grados a las políticas de austeridad, su principal promesa electoral. Tsipras, a ojos de muchos de sus simpatizantes, no habría puesto fin a la "humillación" que sufre el pueblo griego, tal y como prometió.

Para hacernos una idea de lo que hubiera supuesto firmar el acuerdo para el Gobierno de Syriza, vale la pena que recordemos lo que decía al respecto Yanis Varoufakis, el ministro de Economía, antes de que Syriza ganara las elecciones. El 21 de enero de 2015 afirmó en una entrevista en El Mundo:

"Si quieren, me podrán matar, pero yo no me voy a mover. Imaginemos que soy el próximo ministro de Economía griego: en junio nos tiene que llegar un préstamo de 7000 millones de euros de nuestros socios europeos: ¿y para qué es ese dinero? Para dárselo al Banco Central Europeo (BCE)... El BCE sabe que no tenemos ese dinero, así que nos obliga a tomarlo prestado de los alemanes, de los españoles... y del propio BCE para dárselo al BCE. Si yo en ese momento soy ministro de Economía, les diré que me asesinen si quieren, que maten a mis hijos, pero yo no pienso hacer eso".

Pero la razón de fondo -más allá de la estrategia de Syriza para permanecer en el poder - es la que se refiere al tamaño y al origen de su deuda pública, que roza en estos momentos el 180% de su PIB, unos 317.000 millones de euros. Lo que resulta sorprendente es que desde que se puso en marcha el primer rescate en 2010, la deuda pública griega ha aumentado en lugar de haberse reducido. En 2009 representaba el 126% de su PIB (unos 301.000 millones de euros). Y eso a pesar de los fortísimos recortes de gasto público que se han aplicado (sin precedentes en ningún país en la Europa de posguerra).

Como plasmó gráficamente una reciente portada de diario británico The Guardian, el balance de los dos rescates griegos (el segundo, acordado en 2012), es demoledor: caída del 25% del PIB, reducción del 28% del empleo público, caída del 28,5% del consumo de alimentos, 61% de reducción media de las pensiones, 45% de pensionistas viviendo por debajo del umbral de pobreza, 26% de desempleo (más del 50% para los menos de 25). Otro dato que habla por sí solo es el el aumento del número de suicidios en Grecia (35% durante el periodo 2011-2012).

Philippe Legrain fue durante el periodo 2011-2014 asesor especial de José Manuel Barroso, entonces presidente de la Comisión Europea. Fue un hombre clave en la sombra que ahora es muy crítico con la forma en la que se abordó la crisis griega. Según Legrain, "Grecia hace muy bien en no confiar en la buena fe de las autoridades de la eurozona. Ellos son responsables en gran medida del sufrimiento griego de los últimos cinco años: poniendo más deuda sobre los hombros de los griegos en 2010 para rescatar a los bancos alemanes y franceses -que sin descanso prestaron dinero a una Grecia insolvente".

Un vistazo a la evolución de la deuda muestra datos interesantes. Uno de los factores clave que engordó el gasto público griego fueron los contratos de defensa, que incrementaron la deuda pública griega en 40.000 millones de euros entre el 1995 y el 2009. El New York Timespublicó un reportaje de investigación en febrero de 2014 en el que daba cuenta, mediante testimonios de funcionarios griegos, de los sobornos que mediaron entre muchos contratos de armamento firmados entre empresas europeas (sobre todo francesas y alemanas) y el Gobierno griego.

En un discurso en mayo de 2010 en el Parlamento Europeo, el entonces líder de los verdes, Daniel Cohn Bendit , denunciaba la falta de realismo del rescate puesto en marcha para salvar a Grecia. Y denunció de manera enérgica: "Somos unos hipócritas, estos últimos meses Francia ha vendido seis fragatas a Grecia por 2.500 millones de euros, helicópteros por 400 millones, cazas Rafale por 100 millones cada uno.... Alemania hace meses vendió seis submarinos, por otros mil millones de euros. ¡Somos unos hipócritas: les prestamos dinero para que nos compren armas a nosotros!".

El Parlamento griego estableció el pasado mes de abril la "Comisión de la verdad sobre la deuda pública", para investigar el origen y la evolución de la misma. Según su primer informe , los expertos recalcan que Grecia no solo no puede pagar su deuda, sino que además es fruto de acuerdos que "infringen directamente los derechos humanos de los griegos".

La lista de prestigiosos economistas que lleva tiempo criticando duramente las condiciones que los acreedores ofrecen a Grecia y cuestionan incluso que Grecia pueda o deba pagar la deuda es amplia. El pasado 5 de junio, el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz y el prestigioso académico francés Thomas Piketty, declaraban en una carta publicada en el Financial Times: "Es equivocado pedir a Grecia que se comprometa con un viejo programa que ha resultado fallido, ha sido rechazado por los votantes griegos y que muchos economistas hemos denunciado como erróneo desde el principio".

De manera más rotunda, el economista norteamericano Jeffrey D. Sachs afirmaba recientemente que "las demandas europeas, ostensiblemente encaminadas a que Grecia pague su deuda extranjera, son petulantes, ingenuas y autodestructivas. Al rechazarlas, los griegos no están jugando a un juego; están tratando de mantenerse con vida... Los acreedores europeos parecen decididos a abandonar sus declaraciones solemnes sobre la irrevocabilidad del euro con tal de recoger las migajas de los pensionistas griegos".

El premio Nobel de economía Paul Krugman ha declarado en su artículo de hoy en el New York Times que "los griegos deberían votar "no" el domingo y estar preparados, si fuera necesario, para abandonar el euro.... Al Gobierno griego le han ofrecido un acuerdo en forma de un "o lo tomas o lo dejas" que no se puede distinguir de las políticas de los últimos cinco años".