La verdad y nada más que la verdad sobre las cremas solares
Por sí sola, la protección solar no puede garantizar tanto. Las buenas prácticas bajo el sol se deberían extender más allá. Habría que evitar, por ejemplo, exponerse en períodos de mucho calor y ponerse la vestimenta adecuada (sombrero, gafas de sol, camiseta, botella de agua, etc.).
La protección solar, estrella indiscutible de nuestros veranos, es objeto de numerosos prejuicios. Queremos que te concentres en estos cinco mitos que hemos decidido desmontar.
Mito número 1: la protección solar es proporcional al valor de FPS indicado en el bote.
¡Falso! El factor de protección solar (FPS) es similar en todos los fabricantes de cosméticos y responde a normas muy específicas sobre la materia. La diferencia entre un índice 30 y un índice 50 es relativamente anecdótica: uno detiene un 97% de rayos UVB mientras que el otro frena un 98%. Por debajo del factor 30, la diferencia ya es más notable. También hay que tener en cuenta que el índice de protección corresponde a la relación entre el tiempo necesario para quemarse con y sin crema solar. Por ejemplo, si te quemas tras estar 20 minutos al sol sin protección, el índice 30 te garantizará una tranquilidad de 100 horas.
Atención a este tipo de conclusión a menudo engañosa para el gran público: los tests generales realizados por las marcas de cosméticos suelen hacerse sobre la base de 2 gramos de crema por centímetro cuadrado de piel, una dosis que el común de los mortales no está acostumbrado a aplicarse. De ahí que recomendemos renovar sistemáticamente la aplicación del producto solar. En cualquier caso, conviene recordar que los productos solares nunca garantizan una protección del 100%.
Mito número 2: el aceite solar hace que nos bronceemos más.
La gran variedad de productos solares se debe al deseo de ofrecer placer cosmético a personas con diferentes objetivos de belleza y salud. No obstante, el aceite solar puede resultar una trampa. El consumidor puede estar tentado de echarse menos que de costumbre por su textura y su acabado satinado. La piel brilla y parece embellecida durante algún tiempo, la textura parece estirarse hasta el infinito sobre la piel..., y nos dejamos llevar, olvidando que carecemos de protección solar.
Mito número 3: la protección solar no es mala para el medio ambiente.
El estudio EWG (grupo de trabajo sobre el medio ambiente) de 2012 reveló que varios componentes de las cremas afectan en gran medida a los corales de los fondos marinos.
El octilmetoxicinamato, la benzofenona-3, el metilbenzilideno alcanfor y el butilparabeno provocan el blanqueamiento de los corales.
No todos los productos solares contienen estos activos. El consumidor puede informarse mirando la lista de compuestos en la parte trasera del bote.
Mito número 4: los productos solares permiten evitar el cáncer de piel.
Por sí sola, la protección solar no puede garantizar tanto. Las buenas prácticas bajo el sol se deberían extender más allá. Habría que evitar, por ejemplo, exponerse en períodos de mucho calor y ponerse la vestimenta adecuada (sombrero, gafas de sol, camiseta, botella de agua, etc.).
Mito número 5: la crema solar para niños es mejor que la de adultos.
Sólo se trata de una cuestión de marketing. La única diferencia que podría darse entre la protección para adultos y para niños es la existencia o no de perfume. Aparte de eso, normalmente se trata del mismo producto.
Traducción de Marina Velasco Serrano