Alba y ¡Olé!
"Yo de pequeña iba para científica, disfrutaba haciendo experimentos. Mi padre en aquel entonces, en los 90, me regaló un microscopio con monitor. Para mí fue "El Regalo": todo lo pasaba bajo su objetivo ¡Me encantaba! y me sigue apasionando", confiesa Alba Flores (Madrid 1986) con una sonrisa destellante.
"Yo de pequeña iba para científica, disfrutaba haciendo experimentos. Mi padre, en aquel entonces, en los 90, me regaló un microscopio con monitor. Para mí fue "El Regalo": todo lo pasaba bajo su objetivo ¡Me encantaba! y me sigue apasionando", confiesa Alba Flores (Madrid 1986) con una sonrisa destellante. ¿Quién sabe? Puede que el mundo haya perdido una gran investigadora: "Me dieron libertad para ser lo que hubiera querido -señala-, pero creo que he reubicado esa pasión hacia otras ciencias". Siendo nieta de Lola Flores e hija de Antonio Flores, las ganas de arte corren por sus venas.
Con 13 años descubrió que quería ser actriz en el cine tras ver American Beauty y El club de la lucha. "Dos películas que, para ser de Hollywood, son inteligentes, ya no han vuelto a hacer tan buen cine". Y ahora a Alba, cantarina, divertida, espontánea y sensible, le chifla la interpretación "por todo lo que me estoy llevando en lo personal. Es la magia de poder meterme en distintos personajes, distintas cabezas, conflictos, historias y proyectos que me abren los ojos hacia el mundo".
Un universo que le llevó a la India con Vicente Ferrer; a un Madrid previos a los años de la Guerra Civil con El tiempo entre costuras y recientemente la metió entre rejas en Vis a Vis, donde daba vida a Saray Vargas de Jesús, una presa de etnia gitana que es pura dinamita con la que dio el do de pecho. La bordó. "Nunca imaginé que llegaría a enamorarme tanto del personaje. Ha sido un amor paulatino, que iba creciendo a medida que pasaba el tiempo, y ahora mismo es como una criaturita a la que quiero mucho, y a la que me ha costado mucho dejar marchar.
¿Tenéis algo en común?
Somos muy diferentes en las formas, digamos, en el fondo ya no estoy tan segura. No tenemos nada que ver en la manera de movernos o de hablar, es un carácter muy distinto al mío. Durante la serie, he vivido con mucha violencia, y yo en mi vida soy bastante tranquila. Aunque, por otro lado, ha sido muy positivo para liberar ese margen de agresividad que todos, aunque no seamos conscientes, llevamos dentro.
¿Eres tan gitana como ella?
Lo de los gitanos es un tema controvertido. Yo soy gitana y estoy muy sensibilizada y muy próxima a colectivos que buscan hacer algo más por la integración de los gitanos, sobre todo los que se auto-aíslan en la sociedad, porque a día de hoy aún hay muchos problemas por ambas partes. Cuando me toca enfrentarme a esto, no es fácil, porque tengo unos valores y unos principios en cuanto a lo que la cultura necesitaría recoger de los gitanos para que no se queden estigmatizados, siempre con la misma caricatura.
Saray es una gitana criada en un poblado, tiene poco dinero, pocos recursos... Es lo que yo llamo una gitana fundamentalista, pero hay mucha otra gente que no es así, y el propio personaje es una demostración de ello. Fuera de la cárcel, ella, que es lesbiana, con su familia difícilmente podría vivir su sexualidad. Sin embargo, en la prisión no tiene ningún problema. Paradójicamente, estar presa la libera.
Y tú, ¿cuán gitana eres?
Para empezar, habría que hacer un estudio sobre qué es ser gitano. Es algo que me interesa mucho y, de hecho, tenemos un proyecto con mi madre (la productora de teatro Ana Villa) para hacer una serie documental sobre los gitanos del mundo. Hay varios apartados muy confusos y mezclados: la mirada del payo sobre el gitano y la del gitano sobre sí mismo y qué es realmente lo que nos hace ser gitano: la cultura, unas costumbres, una música y un idioma que se está perdiendo.
Yo soy y me siento gitana, pero vivo una vida como cualquiera, como la que cualquier gitano vive ahora. Vivimos una época que pasa por la integración. Siendo gitana, me siento integrada, y no me parece que tenga que serle fiel a ningún tipo de fundamentalismo. Por ejemplo, no pierdo mi gitanidad por que me guste la música electrónica.
Si pudieras elegir, ¿qué clase de personaje te gustaría interpretar?
Me gusta dar voz a quienes no la tienen.
¿Alguno que jamás harías?
Ninguno... Bueno, lo que me daría mucha pereza sería hacer de la protagonista de esas películas de terror en la que te pasas toda la peli acojonada de diferentes maneras, pasando un miedo horroroso. ¡Me parece agotador! De todos modos, lo haría si lo tuviera que hacer.
¿Cuáles dirías que son las claves para ser un buen actor?
Amor, ¡fíjate qué cursi! pero sí, amor, también compasión y coraje.
¿Compasión?
Me gusta la palabra. ¡Amor puede ser tantas cosas! Compasión es más concreto, tiene que ver algo con sentir a uno y al otro. A mí me funciona tener compasión por el personaje, y esa compasión por él no es amor ciego, sino más bien entenderle, se mueve y le mueve lo que le mueve, no juzgarlo. Y coraje para meterse ahí.
Eres consciente de la capacidad de tu mirada para transmitir toda clase de sentimientos -odio, amor, sorpresa, tristeza, alegría...-¿Miras así en tu día a día?
Creo que soy así a mi pesar, estaría bien ocultar un poco lo que le pasa a una, pero me estoy dando cuenta, sobre todo a raíz de Vis a Vis, de que no puedo disimular lo que estoy viviendo. No era consciente de que tenía esta herramienta, y me gusta.
Esa intensidad también la inoculas de un modo natural a tus personajes...
Lo importante es siempre estar en algo que sea interesante. Son los años estudiando y darte la libertad de sacar lo que tienes dentro, porque todos tenemos todo eso dentro. Es poner amor en lo que haces y trabajar con buenos textos que te permitan enseñar toda esa gama de colores.
En la cárcel, el sexo no tiene sexo, todo vale, las lesbianas y las hetero se difuminan como si tal cosa...
En la sociedad de hoy, más en mi generación, la cosa es muy flexible. En mi entorno, a mí no se me mueve ni una pestaña por el hecho de que un colega me presente a una novia, a un novio... Todo está muy aceptado. Vis a Vis es un poco el reflejo de esta generación. Y precisamente es el choque entre Saray y su familia.
Ella ve el sexo entre mujeres como algo normal, pero su familia no. Pero por otra parte, sigue habiendo muchísima represión en ciertos sectores. No sabes la cantidad de chicas jóvenes, adolescentes, que me ha escrito por las redes para agradecerme la secuencia de Saray con los padres, porque gracias a ella han podido decirle a sus padres que les gustan las chicas. Me ha impactado mucho, te das cuenta de que, al final, lo que haces tiene cierta repercusión, y cuando lo piensas, dices: ¡Ole! Qué alegría, ¿quién me iba a decir que lo que hago en televisión sirve para algo?
Las redes son efectivas para bien y para mal ¿te han encasillado como la súper bollo?
Con las redes sociales todo el mundo te comenta, te etiqueta, pero yo creo que uno se hace abanderado de algo si quiere, si no, no. Por mucho que el personaje de Saray haya abierto unas puertas, haya dado un imaginario y una cultura a todo este tema... Yo tenía invitaciones para ir para no sé qué carroza del Orgullo, para ir a un evento de una fiestas de chicas, para hablar en publicaciones sobre mi sexualidad, y yo lo rechazo, porque no quiero convertirme en eso. Pienso que lo que tenía de bueno para hacer, ya lo he hecho, que fue construir un personaje que ayudó.
Tienes casi 30. ¿Has pasado la crisis de los 30?
Yo creo que va de siete en siete años. Me parece que la tuve a los 28 y me tocará a los 35, que seguramente será tipo "Ay, me tengo que preñar ya porque si no..." o algo así.
¿Te ves con hijos y nietos?
Me gustaría, pero lo veo complicado, no para mí, sino porque el mundo está cada vez más complicado y mi carrera tampoco te lo pone muy fácil... ¡Ni siquiera puedo tener un perro! No tengo tiempo para dedicarle. Pero bueno... ¡Ojalá! Me lo deseo, antes era todo lo contrario, pero desde hace unos años, en la India con lo de Vicente Ferrer. Mi personaje tenía un bebé de semanas y desde el día que lo cogí, empecé a valorarlo de otro manera.
¿Cómo te ves, por ejemplo a los 60?
Rock & Roll!. Ojalá llegue a los 60, y si llego, me veo muy activa, una vida muy activa.
¿Qué es lo que más te hace reír en la vida?
Ay, me río un montón, me encanta payasear, hacer el ganso, pero en general me río con las cosas más surrealistas y tontas.
¿Eres llorona?
Mucho, soy muy llorona. Dumbo no la puedo ver.
¿Proyectos?
Buena pregunta, tenemos algo entre manos con Najwa Nimri que tiene más que ver con la música. Y para más adelante, más teatro. No lo puedo decir. Vis a Vis acabó, para pena y disgusto de sus muchísimos fans y espectadores. Es difícil de entender...
Creo que somos víctimas de que el sistema no funciona. Teníamos más audiencia en internet que en su día de emisión en la televisión. Habría que comenzar a contabilizar los visionados en red, porque para la gente es mucho más cómodo... Ahí está la historia. La gente la ve, pero no cuando la cadena quiere que las vea y entonces los números no salen.
Por cierto ¿qué series te gustan?
Yo veo Juego de tronos, mi niña interior es feliz con esta serie; de pequeña me encantaban las historias de dragones. Hay otra que me gusta mucho que se llama London Spy, es muy diferente. Es una historia de amor desde la perspectiva de espías, que además son dos chicos que son gays.
Para ti la felicidad es...
Claudio Naranjo dice que la felicidad es una planta de tomates, pero no recuerdo por qué lo dice. Pero yo creo que son destellos que vive uno a lo largo de la vida.
Retratos: Thomas Canet
Este post fue publicado originalmente en el blog de la autora.