Por qué Cristiano merece el Balón de Oro
El de Madeira ha conseguido dejar atrás aquella imagen de arrogante discotequero que le convertía en enemigo número uno de cualquier estadio. Además de chulo, es muy bueno; y lo segundo ya se valora y brilla más que lo primero. Gane o no, Cristiano ya ha conseguido sobreponerse al efecto Messi.
A pesar de llevar años a la sombra de Lionel Messi, el portugués sigue siendo determinante para los triunfos de su equipo y selección. Su brillante inicio de temporada, culminado con el decisivo partido frente a Suecia, le sitúa como claro aspirante al Balón de Oro cinco temporadas después.
Cristiano se lo ha ganado. Lo tiene en mente y juega cada partido para asaltar un trono que considera suyo. El Balón de Oro. Después de cuatro años de dictadura inquebrantable de Messi, el portugués parece haber conseguido postularse como gran favorito al galardón por delante de Ribéry y del propio argentino.
Es una obviedad el impacto de CR7 en el Real Madrid, sustentado por la potencia y los goles del delantero en las semanas de indefinición de Ancelotti; y en Portugal, donde su última exhibición en la repesca frente a Suecia ha traspasado todas las fronteras. Hace ya mucho que los críticos del luso no pueden tirar del "se empequeñece en las grandes citas". A Cristiano le ponen los retos.
Probablemente las circunstancias actuales también serán tan importantes como el propio talento del siete. Además de su enorme último trimestre, la FIFA ha reabierto la votación para la elección del ganador, lo que teniendo en cuenta la amnesia intrínseca del fútbol, es más que probable que algunas papeletas cambien de opinión y vuelen de Francia a Portugal. Y no es que no se lo merezca. Simplemente que la opción de volver a votar parece despóticamente ilustrada; o de un arrepentimiento súbito de Blatter tras su metedura de pata en Oxford. Es como si el árbitro pitara el final de un partido y antes de entrar en el vestuario dijera: "¡Venga, va! Jugamos diez minutitos más y acabamos". Raro. Como lo de hacer un cambio más del permitido en un partido por "fair-play" y después invalidar el partido. Cosas de la FIFA.
Los competidores de CR7 se han apagado. Messi no está desde que se perdió en París el pasado abril, y Ribéry reivindica sus méritos recordando la inmaculada campaña del Bayern la pasada campaña. Sus 19 goles en 2013 y la cuestión de por qué él y no Robben, minimizan su figura. Además, el extremo nunca ha tenido ni tendrá el carisma de sus oponentes, por lo que Cristiano parece haber recuperado en un mes el terreno perdido en un año. Su tesón y ansias de reconocimiento parecen estar un paso por delante. Y no parece injusto.
A sus 28 años el de Madeira ha conseguido dejar atrás aquella imagen de arrogante discotequero que le convertía en enemigo número uno de cualquier estadio. Todo lo que ganaba en el campo lo perdía fuera de él con sus aires de gallito engreído. Con el tiempo y la experiencia, aquel gallo ha sabido difuminar su imagen y vencer a sus opositores a base de goles. Además de chulo, es muy bueno; y lo segundo ya se valora y brilla más que lo primero. Que se lo pregunten a Ibrahimovic. El sueco es lo contrario. Petulante y sin Mundial.
Gane o no, Cristiano ya ha conseguido sobreponerse al efecto Messi. El argentino se adivina en el Olimpo de Di Stefano, Cruyff, Maradona y Pelé, por lo que la máxima aspiración individual del portugués debe ser vencer a Messi en este tipo de galardones. Es su lucha. Le guste o no, el peso del argentino es una losa que Ronaldo cargará toda su carrera, como también lo será el Barcelona de Guardiola para el récord de Mou y sus cien puntos. Los portugueses ganaron sendas batallas, pero la historia recordará a sus rivales como los más grandes del momento.
No es cuestión de colores ni camisetas. Cristiano podría haber sido el mejor de siempre si no hubiera sido contemporáneo del argentino. Es así. Tantos Balones de Oro tiene Messi como el portugués Balones de Plata: cuatro, que no son pocos. Si a ellos les añadimos el premio de 2008, el palmarés del jugador del Real Madrid demuestra el por qué de su obsesión por el trono dorado. Cinco años después, Cristiano puede llegar al final de su reconquista. El Balón de Oro le espera.