El 'amor' del PP

El 'amor' del PP

Como en 'Yo soy el amor', la familia del PP brinda en las cenas desafiándose con la mirada, se engaña, planea la sucesión, se ama y se odia con la misma fuerza. La marmórea Génova se agrieta a la espera de la elaboración de las listas.

EFE

En Yo soy el amor, Luca Guadagnino diseccionó magistralmente el desmoronamiento de una familia. Los todopoderosos Recchi brindaban en las cenas desafiándose con la mirada, se engañaban, planeaban la sucesión al frente del emporio industrial, se amaban y se odiaban con la misma fuerza.

De aquel retrato milanés a los pasillos de la sede del PP en la madrileña calle Génova. Los populares encaran el 20-D sumergidos en un ambiente similar a los personajes creados por el director siciliano, aunque su fábrica es España. Han saboreado durante esta legislatura la mayor concentración de poder que recuerda un partido a lo largo de la democracia. Pero ese nuevo país que se ha ido formando paralelamente y el batacazo del 24-M han agrietado a la marmórea familia conservadora, que tiene pesadillas con una multitudinaria pérdida de asientos en las Cortes a finales de año.

Después de los desahogos públicos y los enfrentamientos inéditos entre ministros ante los medios mientras el presidente estaba en un avión volviendo de Nueva York, estos días se libra otra batalla interna: la confección de las listas. El patriarca, Mariano Rajoy, siempre ha dicho que es lo más difícil en política, lo que más le cuesta, cuando hay que decidir sobre nombres. En esta ocasión, habrá mucha menos tarta que repartir y, además, será un auténtico examen ante los ciudadanos sobre si se ha tomado en serio el discurso de la regeneración y la necesidad de llevar voces más frescas al Palacio de la Carrera de San Jerónimo.

Tras las elecciones municipales y autonómicas, llevó a cabo una mini operación Renove, dándoles despachos a Andrea Levy, Pablo Casado y Javier Maroto. Y algo se ha notado. Si antes predominaba el estilo acartonado e impermeable de María Dolores de Cospedal y Carlos Floriano, Casado y Levy están más sensibilizados con la tertulia-show y la búsqueda de mayor complicidad con la prensa. En el congreso del PPE celebrado en Madrid la pasada semana, el contacto del actual vicesecretario de Comunicación fue constante con los medios y hasta las dos figuras emergentes comieron 'de bocata' en el área destinada a los periodistas.

Claro, que todo este tipo de evoluciones también se llevan por delante a antaño influencers del círculo de Rajoy. Uno de ellos, por ejemplo, es Esteban González Pons, el hombre al que todos daban por ministro hace cuatro años. Hoy anda en su refugio bruselense, donde ha hecho muy buenas migas -sí, sí- con Pablo Iglesias. Él mismo reconoce en privado que esta campaña será muy emocionante para los que tengan la suerte de estar en la sala de mandos de los principales partidos.

Al margen de decretos y convocatorias oficiales, a los soldados populares les toca esperar nerviosos la decisión del jefe sobre las listas. Todos los puestos serán examinados internamente con lupa, pensando algunos en el mensaje de sucesión que pueda conllevar. El presidente ha dejado caer este miércoles en una entrevista en la Cadena Ser que Sáenz de Santamaría será su 'número dos'.

En las quinielas del relevo siguen la vicepresidenta y Alberto Núñez Feijóo a la cabeza. Pero, además, no se descarta que María Dolores de Cospedal no haya visto su techo en la perdida Junta de Castilla-La Mancha y en el círculo de Alfonso Alonso perciben una carrera asimismo al alza. El ministro de Sanidad es el gran líder del 'clan de Álava', el grupo de moda en el partido y donde tiene como fieles escuderos a Iñaki Oyarzábal y Javier Maroto. Este último se está adaptando rápidamente a la vida capitalina. Se reúne hasta con los actores -su jefe no le ha pillado nunca el punto a eso de la oscuridad del cine- y ha hecho su bautizo en el universo 'laquiano' Segrelles del Club Siglo XXI.

Es que la villa y corte tiene su lenguaje propio, sus códigos y sus rituales que se extienden a la madrugada. En estos días trémulos, cada uno en el PP aguarda a su manera la llamada del gran Recchi. Y hasta los party animals se puede encontrar a Sáenz de Santamaría cantando en el Toni 2, el enmoquetado piano-bar donde Madrid es más Madrid que nunca.