Firmeza contra el terrorismo
Es lamentable ver cómo se apela al respeto a los Derechos Humanos, a la solidaridad y a la humanidad por parte de personas que jamás los tuvieron en cuenta cuando ETA asesinaba y sembraba el terror. Uribetxebarria no mostró piedad alguna, ni el más mínimo ápice, cuando tuvo a Ortega Lara bajo tierra durante más de 500 días.
La historia se repite en esa suerte de broma macabra que ETA siempre ha manejado para intentar chantajear al Estado de Derecho mediante las huelgas de hambre. Bajo el disfraz de la solidaridad con Josu Uribetxebarria, la banda terrorista vuelve a demostrar mediante este paripé, que tiene el mando y que no piensa ceder un milímetro para conseguir sus objetivos.
No es la primera vez que tratan de coaccionar así a la sociedad española. Ya lo consiguieron con De Juana Chaos, algo que fue una pesadilla para las víctimas del terrorismo.
Es lamentable ver cómo se apela al respeto a los Derechos Humanos, a la solidaridad y a la humanidad por parte de personas que jamás los tuvieron en cuenta cuando ETA asesinaba y sembraba el terror. Uribetxebarria no mostró piedad alguna, ni el más mínimo ápice, cuando tuvo a Ortega Lara bajo tierra durante más de 500 días. Ni cuando asesinó a sangre fría a sus víctimas.
Uribetxebarria jamás ha tenido signo de arrepentimiento alguno. Ni ha pedido perdón a sus víctimas. No cumple con las condiciones que recoge la Ley para obtener la libertad condicional. Como hemos visto publicado estos días, en 1997, cuando la Guardia Civil le preguntó por el paradero de Ortega Lara, su respuesta fue: "Que se muera de hambre ese carcelero". Creo que no habría mucho más que añadir.
Están apelando a la humanidad. A muchas víctimas nos están llamando inhumanas por defender que Uribetxebarria debe permanecer en prisión y cumplir íntegramente su pena. Ninguna de las víctimas que ETA asesinó a lo largo de su sangrienta historia tuvo la más mínima oportunidad de pedir clemencia, ni de estar al lado de sus familiares en sus últimos instantes. Nada. Solo la crueldad de unos sanguinarios asesinos.
En todo este paripé de las últimas semanas, tampoco hemos entendido muy bien por qué han tenido que trasladar a Uribetxebarria al País Vasco para hacerle las pruebas. ¿Acaso en León no había médicos e instalaciones preparadas para hacerlas? ¿Por qué siempre existe un distinto rasero para los presos de ETA?
La Ley Penitenciaria, en su artículo 92, no recoge en ningún momento una obligación de otorgar la libertad condicional a los presos enfermos. No es un imperativo. Pero eso no es lo que está vendiendo ETA con esta puesta en escena de las huelgas de hambre.
Como siempre, tratan de llevarse la pelota a su terreno para conseguir sus objetivos, chantajeando al Gobierno, al Estado de Derecho y a la sociedad española.
Ante este pulso, debe primar la firmeza en las autoridades. Hay que retomar la senda del cumplimiento íntegro de las condenas, algo que, con el paso de los años, se ha demostrado como el instrumento más efectivo para disuadir a los terroristas para obtener sus objetivos.
No vale la excusa de la aplicación de la Ley. En materia penitenciaria, el ámbito de decisión del Gobierno es muy amplio. Y es el momento de la firmeza política.