Lucky travels

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¿Qué te parece la ironía de estar viajando y que de repente aparezca una parodia del lugar en el que estás? ¿A que mola cuando pasa? Esto es exactamente el tipo de suerte que desea un fotográfo de cuentos.

Viajaba por la carretera recta que termina en Bahía Cochinos y pasaba justo por una comunidad que se llama Pálpite, cuando un cerdo manchado escapó de un carrito de madera que llevaban unos hombres.

Como fotógrafa estadounidense que ha soñado durante muchos años con el día en que visitaría Cuba, estaba bastante más obsesionada con llegar a la Playa Girón (por su histórico significado, donde la revolución ganó en esos días a EEUU) que con la aventura por la carretera. Ya sabes, dejarse llevar para que llegue el espíritu real del viaje... Esta vez me vi obligada a recordar, sin embargo, que nunca se sabe cuando puede ocurrir algo interesante y que el destino no es exactamente la meta, es sentir y vivir el camino.

Así que allí estaba, corriendo por la pista ardiente con mi cámara pegada al ojo, persiguiendo a este cerdo literalmente en círculos para capturar la mejor foto, y a la vez, tratando de no estar en medio de la captura, como quizás le pudo haber pasado a algún fotografo ese 15 de abril de 1961. Con una gran diferencia: aquel fotógrafo seguramente fuese más como el cerdo, intentando escapar del peligro o de su captura.

Al final el pobre cerdo chilló y chilló durante su captura y hasta que lograron montarle de nuevo en el carrito, con las cuatro patas atadas. No quise pensar en su próximo trayecto.

La foto está tomada con una Hasselblad 503CW, un objetivo de 40, a F4 y 1/15 segundos, con un respaldo digital CFV de Hasselblad.