Magia de estrellas

Magia de estrellas

Celebramos la Navidad, el nacimiento de un dios. Este evento, con las mismas fechas, lleva ocurriendo desde que el hombre aprendió a mirar al cielo y a comprender que el astro brillante que aparecía y desaparecía, iluminando y ocultando las cosas, era la fuente de energía de animales y plantas, de mares y tierras; era un dios. Y le llamaron Ra, Osiris, Mitra, Helios, Apolo...

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Fotografía: Magia de estrellas, de MAYTE PIERA.

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle.

Mateo 2 1-12

Celebramos la Navidad, el nacimiento de un dios. Este evento, con las mismas fechas, lleva ocurriendo desde que el hombre aprendió a mirar al cielo y a comprender que el astro brillante que aparecía y desaparecía, iluminando y ocultando las cosas, era la fuente de energía de animales y plantas, de mares y tierras; era un dios. Y le llamaron Ra, Osiris, Mitra, Helios, Apolo... Y lo adoraron porque se lo merecía, porque mandaba sobre las cosechas, regía el apareamiento de los animales y su posterior abundancia para la caza; el frío y el calor, la luz y la oscuridad. Porque cambiaba, con su ciclo, el aspecto y las emociones de la vida.

Si el sol era un dios, su ciclo visible-invisible diurno, lejano-cercano anual; eran la pauta y el ritmo de la existencia. Por esto, los solsticios, cuando el sol adquiere la máxima declinación, fueron desde tiempos remotos, momentos importantes de cambio de periodo; eran momentos de grandes festejos y conmemoraciones. El año era realmente un ciclo de vida-muerte-renacimiento del dios.

La palabra solsticio viene del latin; sol sistere; cuando el sol está quieto. Durante la primera parte del año, el sol asciende. Alcanza una declinación positiva máxima en el solsticio de verano, el 21 de junio, y comienza a descender hasta llegar al solsticio de invierno, alrededor del 21 de diciembre, cuando su declinación es la máxima negativa; el sol se para para comenzar a ascender nuevamente.

En las culturas del hemisferio norte, tras el solsticio de diciembre, crecían los días, aumentaba la temperatura, acababa la época de escasez de alimento. Era un gran momento de regocijo.

Durante esta fecha ocurría un hecho astronómico curioso. Las tres estrellas que forman el cinturón de Orión están alineadas. A estas tres estrellas se las conocía como los tres reyes o los tres magos (con el sentido de astrónomos o científicos, más que el de hechiceros). Si prolongamos la línea de los tres magos aparece Sirio, postulada por algunos como la famosa estrella de Belén. Ya comenté anteriormente en este blog la importancia de Sirio, la estrella más visible del firmamento, para los griegos y los egipcios, que llegaron a tener un calendario basado en Sirio o calendario Sótico. Los tres reyes apuntaban hacia Sirio, que marcaba el sitio donde nacería un dios.

¡Elemental! La declinación de Sirio y del sol, el día de su solsticio, hace alrededor de 5000 años (época aproximada de las primeras observaciones astronómicas en el Mediterráneo), era aproximadamente la misma y cercana a -23,5º. Podemos hacer un experimento tomando un planetario, que cualquiera se puede descargar de forma gratuita en http://www.stellarium.org, buscamos el solsticio de invierno del año 3000 a.c. Si prolongamos los tres magos, nos marcará a Sirio, claro, que aparecerá por un punto en el horizonte; el mismo por el que horas después veremos nacer el sol; el dios, el benefactor el que acaba con el frío, el que se lleva la hambruna.

¡Brindemos por el!

Cuidado porque en el Stellarium, el solsticio de invierno del año -3000 aparece sobre el 9 de enero, el programa no corrige el calendario según la precesión de los equinoccios.

¿Sincretismo? ¿Casualidad? En todo caso, es un curioso cuento. Aquí os lo ofrezco, deseando que el cinturón de Orión os traiga muchos regalos este solsticio.

Este post fue publicado originalmente en el blog de la autora