Salvar a 25.000 niños sirios
Para dejar atrás el debate sobre la prohibición de la entrada de inmigrantes a Estados Unidos, propuse que invitáramos a 25.000 familias sirias a enviarnos a uno de sus hijos. Aquí podrían quedarse en hogares de acogida hasta el final de la guerra y sus padres podrían reclamarlos en cualquier momento. Di por hecho que nadie argumentaría que unos niños plantearían riesgos para la seguridad.
Me quedé preocupado cuando escuché la propuesta de los candidatos republicanos a las elecciones presidenciales estadounidenses de prohibir toda la inmigración procedente de Siria, así como los argumentos de los candidatos demócratas de que cualquier restricción ante esa inmigración estaría violando nuestros ideales compartidos como americanos. Para superar este debate sugerí que Estados Unidos debería invitar a que 25.000 familias sirias enviaran a uno de sus hijos menor de 10 años a Estados Unidos. Aquí podrían quedarse en hogares de acogida hasta el final de la guerra. Sus padres podrían reclamarlos en cualquier momento y podrían dejar instrucciones para que sus hijos pudieran también ser reclamados por otros familiares o adoptados si los padres morían en la guerra. Di por hecho que nadie podría argumentar que unos niños plantearían algún riesgo para la seguridad.
Al principio pensé que este plan sólo tenía un precedente, aunque uno importante. En 1938, cuando los nazis ya estaban enviando decenas de miles de judíos a los campos de la muerte permitieron que los niños judíos emigraran si alguien estaba dispuesto a acogerlos. A las acciones llevadas a cabo por ciudadanos británicos para acoger a estos niños judíos entre 1938 y 1940 se les llamó comúnmente Kindertransport [transporte de niños]. Gran Bretaña acogió a miles de niños de Alemania, Austria y Checoslovaquia asumiendo que los niños se irían del país cuando acabara la guerra.
Hace poco me topé con otro caso similar. De primeras me dijeron que hubo una operación llamada "Bundles from Britain" [Paquetes desde Gran Bretaña]. Luego resultó que en realidad se llamó "Bundles for Britain" [Paquetes para Gran Bretaña] y que a través de ella los estadounidenses enviaron a Reino Unido bufandas, jerséis, guantes y calcetas, entre otras cosas. No obstante, también es cierto que durante la Segunda Guerra Mundial, más de 3,5 millones de niños británicos fueron enviados desde las principales ciudades británicas a las zonas rurales del país o, en algunos casos, a Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. Esto se hizo para protegerlos de los intensos bombardeos, que tenían más probabilidades de ocurrir en grandes áreas metropolitanas. La operación se llamó Pied Piper [el flautista de Hamelín].
Existe una tercera operación -Peter Pan (o "Pedro Pan")- que yo desconocía hasta que empecé a pedir a la gente que apoyara una petición para exigir al Congreso que permita acoger a niños sirios en Estados Unidos. Este programa, creado a principios de los sesenta, permitía que padres cubanos enviaran a sus hijos a Estados Unidos tras el establecimiento del Comunismo en Cuba. Cuando estos niños llegaron a Estados Unidos, el Departamento Católico del Bienestar los ayudó a establecerse en casas de acogida.
Poco después del lanzamiento de mi petición referente a niños sirios, una amiga me escribió, preocupada. Me decía que había algo raro en la petición: que no le dejaba donar dinero para los niños. Le expliqué que al final se necesitarían donaciones para hacer frente a los costes del cuidado de esos niños; pero que, por ahora, lo que más se necesitaba era apoyos para la petición.
Lisbeth Schorr, una campeona de las causas progresistas y, como yo, alguien que escapó de la Alemania nazi siendo niña, lo expresó mejor: "Estos Kinder-Transports no podrían haber tenido lugar sin la ley del Parlamento Británico que permitió que al menos 20.000 niños refugiados de esos tres países entraran a Inglaterra. Esa misma legislación se propuso y fracasó en el Congreso de Estados Unidos al mismo tiempo. Ahora no podemos rectificar ese error, pero un Kinder-Transport sirio supondría un paso en esa dirección".
Entre las primeras personas que tuitearon a favor de la petición se encuentra Arianna Huffington, que no necesita presentación. También se animaron algunos científicos políticos de renombre, como Norman Ornstein. Sin embargo, me enteré de que incluso las ideas que se consideran válidas y apolíticas tienen que luchar para hacerse escuchar por encima del nivel de ruido. Espero que las personas que lean estas líneas y piensen en los muchos niños que pasarán estas fechas en escuelas bombardeadas, rebuscando comida entre la basura, no sólo firmen la petición, sino que además animen a otras personas a unirse con esta buena causa. (Pincha aquí para firmar.)
Amitai Etzioni es profesor de Relaciones Internacionales en la George Washington University. Puedes seguirle en Facebook, Twitter, or YouTube.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano