Un sueño razonable
La Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito ha dibujado las rutas de trata más utilizadas, líneas imaginarias que atraviesan todo el globo y que conducen a trabajadores mexicanos a granjas en Estados Unidos, a niñas vietnamitas a los burdeles de China, y a mujeres indonesias a convertirse en esclavas domésticas en Dubai. En total, víctimas de 152 nacionalidades identificadas en 124 países.
© UNICEF/UNI91025/Noorani
Cuando Osei tenía 6 años, sus padres le pusieron al cuidado del capitán de un pesquero, con la promesa de que recibiría educación en la escuela y formación como aprendiz. Hasta aquí, una historia normal en un país como Ghana, y un sueño compartido por cualquier padre: la posibilidad de un presente y un futuro para sus hijos. No se imaginaban que, desde ese momento, Osei sería uno de los 1,2 millones de niños y niñas que, según las estimaciones de UNICEF, caen cada año en manos de explotadores.
Las redes de crimen organizado conviven con clanes familiares y negocios unipersonales en esta maraña de explotación llamada trata de seres humanos. Es imposible cuantificar sus víctimas, sujetas a la implacable ley de la oferta y la demanda, vendidas y desechadas como mercancía, pero sí sus beneficios: unos 150 mil millones de dólares cada año.
Osei fue obligado a trabajar en condiciones durísimas en un barco pesquero, sin el acceso a la educación que habían prometido a sus padres ni a percibir un salario. Pero su historia no es un caso aislado, los niños representan actualmente casi una tercera parte de las víctimas de trata detectadas, y este porcentaje va en aumento. De ellos, las dos terceras partes son niñas.
La Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito ha dibujado las rutas de trata más utilizadas, líneas imaginarias que atraviesan todo el globo y que conducen a trabajadores mexicanos a granjas en Estados Unidos, a niñas vietnamitas a los burdeles de China, y a mujeres indonesias a convertirse en esclavas domésticas en Dubai. En total, víctimas de 152 nacionalidades identificadas en 124 países. Sus destinos: el trabajo en condiciones de esclavitud, la explotación sexual, el tráfico de órganos, la mendicidad, el matrimonio forzoso y la comisión de delitos.
La trata, en nuestras calles
Lo podemos ver, sólo fijándonos un poco, por las calles de nuestras ciudades. Son chicas muy jóvenes, esperando a sus clientes. Son niños, en su mayoría de etnia romaní, pidiendo una limosna o intentando limpiar nuestros parabrisas.
Las formas más comunes de trata en nuestra región son la explotación sexual, la mendicidad y la comisión de delitos menores. En un mundo de fronteras desdibujadas, los tratantes introducen en nuestro país a niñas, niños y adolescentes, requeridos por la insaciable industria del sexo o del lucrativo negocio de la mendicidad y el delito.
Aunque hemos llegado tarde, ya que el delito de trata de seres humanos no fue incluido en nuestro Código Penal hasta 2010, son muchos los esfuerzos que se están haciendo para combatir el delito y proteger a las víctimas. El esfuerzo coordinado de Policía Nacional, Guardia Civil y organizaciones de intervención con víctimas está dando frutos. Los medios de comunicación cada vez se hacen mayor eco de estas realidades invisibles, incluso cuando es fácil confundir delincuentes con víctimas.
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Erradicar la trata, una tarea titánica pero no imposible
Combatir las redes de explotación es una ardua tarea. Mientras los profesionales en la lucha contra el delito hacen su trabajo, UNICEF pone el acento en atajar la vulnerabilidad de los niños. Programas para prohibir el castigo físico en las escuelas o apoyar a las familias con dificultades para cuidar de sus hijos, pueden parecer alejados de la lucha contra la trata. Pero, junto a otros muchos programas educativos y de protección, son vitales para garantizar a los niños un entorno seguro libre de abusos y con oportunidades de futuro.
Osei, nuestro niño pescador, fue rescatado gracias al trabajo conjunto del Gobierno de Ghana y una ONG local. Ahora reside en un centro para víctimas de trata, donde recibe la educación y los cuidados necesarios para curar sus heridas y prepararse para el futuro. Es solo una historia, pero que sirve de ejemplo para demostrar que no todo está perdido y que es posible luchar contra la terrible lacra de la trata de menores.
En el año 2013, las Naciones Unidas designaron el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata, señalando que este día es necesario para «concienciar sobre la situación de las víctimas de la trata de seres humanos y para promocionar y proteger sus derechos.»