Encuentro con Gustavo Aceves en la Piazza Navona
Desde el pasado septiembre los turistas que visitan Roma pueden contemplar la exposición escultórica Lapidarium, del artista mexicano Gustavo Aceves. 40 caballos, de entre 3 a 12 metros, "galopan" en los rincones más impresionantes de la ciudad eterna, el Coliseo, el Arco de Constantino o el Mercado Traiano.
Lapidarium en el Coliseo de Roma. Imagen: Gustavo Aceves.
El encuentro con el artista mexicano residente en la localidad italiana de Pietra Santa, me ha hecho comprender por qué hay personas que tocan la cima del éxito desde niños.
"Soy mexicano, pero para tu información no soy de Monterrey, nací en la ciudad de México". Cuando una entrevista empieza complicada es difícil enderezarla, pero cuando el entrevistado es un pedazo de artista sensible y cercano, todo cambia y el momento se convierte en inolvidable.
Lapidarium de Gustavo Aceves, pintor y escultor mexicano, está compuesta por 40 esculturas, con medidas que van de los 3 a los 8 metros y algunas piezas llegan hasta los 12. El proyecto es de dimensiones y ambiciones fuera de lo común.
Situémonos frente al Coliseo. Desde el mes de septiembre pasado, se oyen algunos comentarios particulares de los turistas: "¿y este caballo cuantos años tendrá? ¿será antiguo o es moderno?", y no sólo se escuchan estas preguntas de los visitantes en el Coliseo, sino también por los pasillos del Mercado de Traiano y el Arco de Constanino cuando los visitantes se quedan asombrados ante los 40 caballos de Gustavo Aceves.
Lapidarium en la zona arquelógica del centro de Roma- Mercado Traiano. Imagen: Gustavo Aceves.
Sus caballos galopan en los rincones más impresionantes de la ciudad eterna. Llaman la atención hasta al más despistado. Roma abruma por su arte y por su historia, pero también cuando permite que las obras de grandes artistas acompañen los muros del antiguo imperio.
Gustavo Aceves describe su muestra como "una piragua a tope de hombres, mujeres y niños, mitad barca del Caronte, mitad caballo de Troya", la califica de "testimonio mudo y silencioso como el silencio de los inmigrantes a mitad de trayecto". Para él, "cada escultura es una esquela"
40 esculturas ecuestres galopan en el corazón de Roma llevando a cuestas el alma de aquellos que lo han perdido todo y buscan la felicidad en algún lugar del mundo.
Lapidarium llegó a Roma en Septiembre y se queda hasta marzo.
Gustavo Aceves tiene una voz amable y cariñosa. Me fue contando trocitos de su vida, esos que no se olvidan y que dicen tanto de la persona.
En su casa de la ciudad de México, entre la Colonia Roma y Santa Fé, un día le pidió a su madre que le ayudara a alquilar un pequeño estudio que estaba desocupado en la azotea, tenía 14 años. Allí empezó a dibujar. Dice que en las fiestas patrias triunfaba con los dibujos de los héroes mexicanos que le regalaba a las niñas.
Al preguntarle por los estudios que había realizado, dijo orgulloso que no había realizado ninguno, que él desde pequeño sólo pintaba y que su madre fue su mejor cómplice -"las madres intuyen lo que quieren sus hijos". Su barrio era de futbolistas, boxeadores y cantantes.
"En mi pequeño estudio fue en donde lloré por primera vez al estudiar la vida y la obra de Van Gogh, cuando lo descubrí me quedé mudo y supe que el arte tenía que ver con una cierta aceptación de la carencia, no había asociado nunca el arte con la admiración, el amor y el cariño. Estos han sido los parámetros con los que tracé mi vida para siempre"
Se reconoce como artista precoz y comenta que cuando tenía 30 años, su obra ya se había subastado en las mejores casas de arte internacionales.
Descubrió Nueva York y le gustó, pero cuando visitó por primera vez Europa confirmó que no sabía nada, que tenía que empezar de cero. París le enamoró, vivió allí pero dice que Italia es inmensa para los que se dedican al arte.
Lapidarium en Roma. Imagen: Gustavo Aceves.
Lapidarium es una exposición resultado de una larga reflexión entre el arte y la gente, según comenta Aceves, confirma que esta obra no es una casualidad, es su proyecto con más profundidad y el más grande que ha realizado.
La obra nació cuando la gente no hablaba del problema de la emigración "guardo un papel en el que dibujé los países en donde pasaría esto". Lapidarium es una exposición que está hecha para sacudir las conciencias de la gente.
Para crear esta muestra monumental, se requiere mucho tiempo y de muchas manos. Aceves se reafirma: "Yo no dependo de mi humor para trabajar, soy muy riguroso conmigo y con mi equipo, la disciplina es la base para que los sueños se conviertan en realidad".
Sobre el mito de que los artistas viven en otro planeta y sin tocar con los pies la tierra contestó: "El placer de vivir no está descartado, no somos monacales, pero la disciplina es lo que te permite que los sueños se realicen"
Y de cómo es posible que dos pintores realicen estas majestuosas esculturas contestó:
"Había madurado con José Luis este proyecto, veíamos barcas, compraba estampitas con dinosaurios. El proyecto se hizo con imágenes, cuando se conjuntaron quedó claro que el proyecto tenía que ser en tercera dimensión. Lo intentamos como pintores, no dio resultado y decidimos ir a la escultura. Llegamos a Pietra Santa hace cinco años a buscar una casa para vivir. Experiencia como escultores teníamos cero"
Los caballos de Lapidarium en el Mercado Traiano. Imagen: Alicia Romay..
Pietra Santa es la meca de los escultores en Italia y allí se fueron a vivir.
"Les comentamos a las personas del pueblo que trabajan desde siempre esculpiendo, que queríamos hacer 100 caballos, dijeron que estábamos locos. No podían creer que nunca hubiéramos hecho escultura. Empezamos a esculpir con yeso, en un mes los terminamos". No deja de ninguna manera sin alabar y agradecer a todos los que trabajan con él:
"Los que trabajan conmigo trabajan durísimo, la escultura es un canto coral".
Sobre su proyecto inmediato contesta con gran ilusión: "Mi proyecto inmediato es estar con mi familia, comprar flores y volver a pintar. Nunca he pintado flores, pero ahora lo quiero hacer"
Pasaron dos horas desde que llegué a la Piazza Navona, el tiempo se fue volando, tomamos un Proseco junto con José Luis, su compañero de trabajo, y con Aimée, que se ocupa de contar a la prensa las novedades. Nos hemos reído mucho y hemos pasado un momento extraordinario