El cine es industria
Vende lo que parece y no lo que es. Nos calzamos zapatos de a 20 centímetros sobre el nivel del mar con los dedos ulcerados y decimos ¡Qué cómodos! Nuestros políticos hablan por voz de quienes les dictan lo que deben decir y no nos dicen cómo está nuestro país.
Hace pocos días una estupenda productora, Iona de Macedo, dio una charla a aprendices de guión en la Escuela de Guión de Madrid y nos contó que estudiando el cine español desde los años 60 hasta el 2004 descubrió cuáles habían sido los top ten de las pantallas españolas en esos años: Torrente, dos películas de Manolo Escobar, No desearás al vecino del quinto y Mar Adentro.
Y a mí me dio por pensar que España es el vecino del quinto en un edificio con Torrente de okupa en el primero, Manolo Escobar vendiendo carros con vocecilla de afilador de cuchillos escorado en el portal y un enfermo pidiendo morir con dignidad en el ático sin ascensor ni vistas al mar. No creo que nadie se sintiera engañado al ir a ver esas películas. ¿Este es el español medio para el que tengo que escribir guiones?
Del 2004 al 2012 igual hemos cambiado un poco ¿no? Acto seguido, Iona de Macedo, subrayó que cada título tiene su público pero hemos de ir a buscarlo sin engañarlo. Has de saber cuánto dinero recaudarás para saber cuántos euros necesitarás para producir y dónde buscar ese dinero. Por primera vez le escucho a una directora del ICAA, Susana de la Sierra (me encanta la preparación de esta mujer por cierto), decir que nuestro cine representa el 1% del PIB español en la rueda de prensa de inauguración de los Spanish Film Screenings.
Me alivia que empiecen a entender el cine como industria aunque los datos demuestren que somos tan pequeños, aún. Todo se andará porque todo es empezar. El poco cine que con la crisis nos ha quedado para hacer y vender fuera de nuestro territorio es Rec 3, Katmandu, No habrá paz para los malvados, Arrugas, Tengo ganas de ti y algunas más.
Estas películas cuentan verdades como puños, ¿o no? ¿Por qué van tus invitados a tu boda? Para comerte viva. Esto es así en el país de Manolo Escobar y en casi todos los demás. Nos está pasando que el mundo gira demasiado deprisa y ya no distinguimos las churras de las merinas en política o en pasta de dientes. Nos hemos acostumbrado a mirarnos tras las rendijas del burka que nos colocan los apóstoles del marketing y nos lo creemos todo a pies juntillas.
Vende lo que parece y no lo que es. Nos calzamos zapatos de a 20 centímetros sobre el nivel del mar con los dedos ulcerados por prietos y decimos ¡Qué cómodos! Nuestros políticos hablan por voz de quienes les dictan lo que deben decir y no nos dicen cómo está nuestro país.
Eso genera desconfianza y ansiedad, porque ante la mentira y gorda, nuestra intuición nos chilla que algo no va bien, luego coge tu dinero y corre, como está pasando en Grecia. ¿Y esta manera de vender un país, dónde nos coloca a quienes estamos dentro?
"Sentada al pie de la cama" decía un personaje de la película Los amigos de Peter. Pues así me hallo. Sentada al pie de mi cama pensando qué debo hacer porque no sé si preguntarle al vecino del quinto, a Manolo Escobar, a Torrente o dejarme morir dignamente mirando el mar de un país en crisis. Al final vendrá a ser el cine quien cuente la verdad sobre quién nos vendió tan barato, cómo hemos llegado hasta aquí y nos dé ideas sobre cómo salir de esta.