Buenos Aires bajo el agua
Tras una tormenta inédita que dejó al menos 60 muertos por inundaciones en la mismísima capital de Argentina y en La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, muchos se preguntan dónde están los ingresos fiscales récord de la última década de crecimiento a tasas chinas.
Tras una tormenta inédita que dejó al menos 60 muertos por inundaciones en la mismísima capital de Argentina y en La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, muchos se preguntan dónde están los ingresos fiscales récord de la última década de crecimiento a tasas chinas. Hace poco más de un año, el 22 de febrero de 2012, murieron otras 51 personas en un accidente ferroviario porque fallaron los frenos de la locomotora al entrar en la estación. Déficit de infraestructura estructural y clientelismo político para el uso de los fondos públicos explican la paradoja.
Los gobiernos nacional, provincial, porteño y de La Plata (todos los distritos castigados por las inundaciones) se jactan prácticamente todos los meses de obtener ingresos extraordinarios. Lo muestran como un reflejo del crecimiento económico y la mejora en la gestión pública. Sin embargo, la inflación es un factor clave que engrosa el erario. La gran duda es en qué gastaron y gastan tanto dinero.
Todos los números relucen. La recaudación nacional total pasó de 74.466 millones de pesos argentinos (10.900 millones de euros) en 2003 a los 679.000 millones de pesos argentinos (100.500 millones de euros) de 2012. Para este año, se esperan ingresos tributarios por 822.000 millones de pesos argentinos (121.700 millones de euros). Se multiplica por más de 10 la cifra de una década atrás. El año pasado, por primera vez, la secretaría de Hacienda admitió un déficit fiscal neto de 4.000 millones de pesos (592 millones de euros), sin contar las transferencias al Tesoro del Banco Central y la Anses (Administración Nacional de Seguridad Social) por más de 20.000 millones de pesos argentinos (2963 millones de euros). Si se suman las recaudaciones del Estado nacional, los gobiernos provinciales y municipales, la cifra asciende a 1 billón de pesos argentinos por año, unos 148.000 millones de euros.
La provincia de Buenos Aires, la más importante del país en términos económicos y de población, tampoco se queda atrás a la hora de recaudar. En 2003 tuvo ingresos por 26.017 millones de pesos (3.850 millones de euros) y el año pasado embolsó una cifra récord de 89.000 millones de pesos argentinos (13.100 millones de euros). Para este año el presupuesto prevé ingresos por 109.000 millones de pesos argentinos (16.100 millones de euros). Sin embargo, el déficit fiscal es irreversible y el gobernador Daniel Scioli depende del envío de dinero extra del gobierno central para los pagar sueldos de los 550.000 empleados estatales.
Pablo Bruera, el intendente (alcalde) de La Plata, hace gala de su gestión financiera. Al consultar el sitio de web de la Agencia Platense de Recaudación (APR), se puede acceder al Reporte de Gestión. En la página 39 se ve la evolución de la recaudación fiscal de los últimos años: 210 millones de pesos argentinos (31 millones de euros) en 2009, 494,8 millones de pesos argentinos (73 millones de euros) en 2010 y 630 millones de pesos argentinos (93,3 millones de euros) en 2012. "APR cumple", es el eslogan del ente recaudador platense.
Entre martes y miércoles de la semana pasada cayeron sobre La Plata, la cuarta ciudad de Argentina en cantidad de habitantes (894.000) y una de las más antiguas del país, 400 milímetros de agua -casi el triple del mes más lluvioso- en tan sólo 6 horas. Oficialmente, 51 personas murieron por consecuencias de la inundación y de la falta de obras de alcantarillado y drenaje. Fue la peor tragedia de la ciudad y se vieron imágenes desagarradoras que desataron la solidaridad de todo el país. El problema no es nuevo para los gobernantes: ésta fue la cuarta inundación en La Plata en los últimos 10 años.
La ciudad de Buenos Aires sufrió un día antes la misma tormenta. Murieron ocho personas por los desbordes en los canales que entubaron a los arroyos Vega y Medrano. En noviembre, la capital se había inundado por otra gran lluvia que revela al cambio climático como un problema irresoluble para los porteños.
Sin embargo, la recaudación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires también gozó del crecimiento económico. En 2012 anunció ingresos totales por 33.683 millones de pesos argentinos (4.978 millones de euros), un 28,4% más que en 2011 y más del doble de los 16.599 millones (2.459 millones de euros) de 2003.
El principal gasto en 2012 fue para el pago de salarios (49,9% de los ingresos), seguido de gastos en compra de medicamentos y recolección de basura (22%), según el último informe de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP). Para obras públicas de infraestructura, tan sólo se direccionó el 8,3% de los recursos en el ítem "inversión real directa".
El rubro en cuestión por las inundaciones ("Agua y alcantarillado") tuvo menos recursos en el cuarto trimestre. Unos 424 millones de pesos argentinos (62,8 millones de euros) en 2012 versus 654,7 millones de pesos (96,8 millones de euros) en 2011.
El punto es cómo se gastaron y gastan los recursos extraordinarios en un contexto con una inflación acumulada de más de 200% en los últimos 10 años, según estimaciones privadas.
El jefe de gobierno de Buenos Aires, el opositor Mauricio Macri, alega que la inflación que la administración nacional no puede bajar de menos del 20% anual, le impide utilizar más dinero para obras y que depende casi exclusivamente del crédito de organismos multilaterales, a tasas de interés más accesibles.
A nivel nacional, el balance es más o menos similar. Según cálculos del economista argentino José Luis Espert, el gasto público pasó de 16.900 millones de euros en 2003 a 156.000 millones de euros en 2012. Casi un 75% de esa cifra se destina a pagar sueldos de empleados públicos, jubilaciones y subsidios a las tarifas de servicios públicos (transporte, agua y energía).
"No hay un sistema de prioridades para el dinero, que se filtra según las ambiciones políticas de turno. Se gobierna pensando en ganar la próxima elección cada dos años. No hay políticas de prevención, Argentina improvisa y el déficit de infraestructura es estructural", dijo en declaraciones al programa de radio Vuelo de Regreso por FM Milenium la socióloga argentina Liliana de Riz.
Los números hablan por sí solos. La década de crecimiento económico e ingresos récord en Argentina quedó atrás y dejó muchas cuentas sin saldar. El desafío para toda la clase política ahora es solucionar de inmediato un déficit grave de infraestructura sin que se pierdan más vidas en el camino y ya sin un PIB que se expande a semejanza de China.
Este post también se podrá leer en el blog del autor La revancha de Keynes