Brasil y Argentina, unidos por el impuesto al viaje
Para países en crisis como España, que tienen en el turismo un ingreso clave, el costo extra del impuesto a los viajeros sudamericanos puede ser visto como un nuevo problema. Sin embargo, mientras el shopping siga siendo más barato a causa de la debacle del euro, no tendrán que sumar una nueva preocupación.
Los vecinos sudamericanos coincidieron en una solución similar para frenar la ola de turistas locales que gastan sus ahorros en el exterior. En ambos países, las compras con tarjeta de crédito tienen un costo extra que podría hacer sufrir todavía más a una Europa en crisis.
Brasil y Argentina tienen una larga historia de medidas económicas semejantes pero motivadas por razones diferentes: o bien padecen el mismo problema o gozan del mismo período de "vacas gordas". Generalmente un Gobierno sigue al otro, en la dinámica habitual de su relación de amor y recelo permanente.
Esta vez, la presidenta brasileña Dilma Rousseff tomó la iniciativa. El decreto presidencial 7.454 de abril de 2011 aumentó el Impuesto sobre Operaciones Financieras (IOF) a las compras con tarjeta de crédito en el exterior de 2,38% a 6,38 por ciento. Así, el fisco brasileño calculaba sumar 313 millones de euros (394 millones de dólares estadounidenses) a su recaudación.
El auge del empleo, la mejora en el poder adquisitivo y la apreciación del real frente al dólar llevó a muchos brasileños a subirse a un avión por primera vez. Los gastos de los brasileños en el exterior llegaron en 2010 a un récord de 16.400 millones de dólares estadounidenses (13.000 millones de euros), de los cuales 10.160 millones de dólares (8.030 millones de euros) fueron con tarjeta de crédito.
Sin embargo, la medida de Rousseff no logró el objetivo de frenar la salida de dólares y el déficit turístico. En 2011, se rompió otro récord y los brasileños gastaron 21.200 millones de dólares (16.855 millones de euros) en sus viajes al exterior, la cifra más alta de la que se tiene registro, según el Banco Central del país más extenso de América Latina.
El fenómeno es de tal magnitud que los consulados de los Estados Unidos en Brasil debieron abrir durante los fines de semana y feriados para cubrir la demanda de visas. Para este año, el panorama es similar: en julio los centros diplomáticos estadounidenses procesaron un 24 % más de visados a brasileños que el mismo periodo de 2011.
Barack Obama, rápido de reflejos y necesitado de más ingresos para revivir la economía del país, anunció un aumento en el número de visas concedidas a turistas brasileños y puso en marcha la apertura de nuevos consulados en Belo Horizonte y Porto Alegre, a causa del elevado nivel de gastos de los ciudadanos brasileños en Estados Unidos.
Argentina ahora también busca frenar el gasto de sus ciudadanos en el exterior. "Queremos que gasten y veraneen en el país", declaró el titular de fisco argentino, Ricardo Echegaray, luego de anunciar el cobro de un recargo de 15 % para quienes que compren con tarjeta de crédito fuera del país a partir del 1 de septiembre de este año. Tres días después, el Gobierno expandió el mismo recargo a las compras en el exterior con tarjetas de débito y en sitios de Internet con moneda extranjera. Este 15 % fue definido como un "adelanto de impuesto" ya que luego el contribuyente puede deducirlo de su declaración anual del impuesto a las ganancias. De todas maneras, el Gobierno puede llegar a recaudar 500 millones de dólares adicionales, unos 397 millones de euros por este nuevo gravamen.
Argentina siguió el camino de Brasil pero por motivos bien diferentes: fuga récord de dólares, una tasa de inflación anual de más del 20 % que encarece el turismo local, caída del consumo interno y de la actividad económica por menores exportaciones, y el aumento al doble del gasto con tarjetas de crédito en el exterior en 2012 a causa de las trabas a las compras de dólares, que Cristina Fernández comenzó a implementar desde que fue reelecta en octubre de 2011.
La salida de dólares por turismo en los primeros tres meses del año superó, por primera vez desde 2002, a la entrada de divisas norteamericanas en este sector, según un informe de la consultora Ecolatina. Salieron del país 1.345 millones de dólares (1.069 millones de euros) frente a 860 millones (683 millones de euros) que ingresaron. Según abeceb.com, otra consultora argentina, el turismo receptivo cayó un 5,6 % en abril de este año contra un alza de 31,2 % del número de argentinos que viajó por el mundo.
Los expertos vaticinan que, como en Brasil, la medida no tiene el éxito asegurado. "Los argentinos son viajeros por naturaleza y lo seguirán siéndo", afirmó Claudio Palacios, presidente de la agencia de turismo mayorista Juliá Tours, una de las principales del país.
Hay una realidad que atenta contra las medidas impositivas de ambos países: muchos productos, como vestimenta y tecnología, son más baratos en Estados Unidos o Europa que en Brasil o Argentina, incluso con los recargos impositivos.
Por citar un ejemplo, un jean de marca para mujer puede costar en Buenos Aires entre 400 y 600 pesos argentinos (entre 68 y 102 euros) contra un promedio de entre 25 y 40 euros en España o un promedio de 50 dólares (39,7 euros) en Estados Unidos. En Brasil, se replica el mismo fenómeno alimentado por el hecho de que algunas marcas populares en los Estados Unidos son consideradas de alta gama en San Pablo o Río de Janeiro.
Para países en crisis como España, que tienen en el turismo un ingreso clave, el costo extra del impuesto a los viajeros sudamericanos puede ser visto como un nuevo problema. En los cinco primeros meses de este año, creció un 2,4 % el ingreso de turistas, con un alza de 27,3 % de visitante de aquellos que viajan desde América Latina, según datos oficiales. Sin embargo, mientras el shopping -uno de los grandes incentivos de brasileños y argentinos para viajar fuera de sus países- siga siendo más barato a causa de la debacle del euro, los socios europeos no tendrán que sumar una nueva preocupación.
Este post también estará disponible en el blog del autor La revancha de Keynes.