'Stay hungry, stay foolish' no era esto
El de Steve Jobs era un discurso dedicado a los que no se desaniman, a los que saben que pueden hacer algo para mejorar su vida o la sociedad, a los que no pierden la ilusión ni el hambre de conocimiento. A los que pierden el sueño pensando en lo que podríamos llegar a ser.
Miren, una ya no sabe a quién encomendarse. O en quién inspirarse. Se nos muere Mandela, y todos los líderes mundiales acuden a su funeral, inclinan la cabeza y proclaman la grandeza de su figura, su capacidad de perdón y de reconciliación tras veintisiete años en prisión. Luego todos vuelven a casa, se sacuden el polvo del viaje y siguen con su agenda y sus ajustes de cuentas. Que si la NSA, que si la Agencia Tributaria, que si Cuba es el paraíso de la libertad... El más sincero en Sudáfrica fue el intérprete de lenguaje de signos esquizo. Quizá de lo único que es culpable es de hacer bien su trabajo: a mensajes hueros, traducción vacía. No oigo lo que dices porque veo lo que haces. Frank Underwood también lo adelanta en el tráiler de la segunda temporada de House of Cards: "El camino hacia el poder está pavimentado de hipocresía".
Andamos justos de genios, y los pocos que quedan, se nos mueren sin relevo. Recuerdo bien la mañana en que murió Steve Jobs. Me acuerdo de haber escuchado aún entre sueños a Carlos Herrera anunciando que Jobs había perdido la batalla contra el cáncer. Me costaba trabajo creerlo, pero sí, los genios también mueren. Supongo que como tantísimas otras personas, aquella mañana escuché una vez más su célebre discurso en la universidad de Stanford. Stay hungry, stay foolish(permaneced hambrientos, permaneced alocados) donde nos alentaba a seguir insatifechos, a ir a por más. Jobs nos decía que los que están suficientemente locos como para creer que se puede cambiar el mundo, son los que acaban cambiándolo.
En días como hoy, me pregunto si los que nos dirigen han tomado la frase en su literalidad. Incapaces como parecen ser de generar ninguna idea original, para mí que le han dicho a algún asesor de esos de tres mil euros al mes, sin graduado escolar pero con tío en Alcalá: "Oye, chico, cúrrate algo que suene como que nos interesa la innovación. Eso mismo que dijo el tipo ese de Apple..." Y el asesor, en el mejor de sus afanes, se ha cogido el traductor de Google, le ha copiado la cita, y le ha salido "Permaneced con hambre. Permaneced tontos". Si lo dijo Steve Jobs, ¿quién es el pobre asesor para replicar? Hale, hoja de ruta para aplicar la receta.
Stay hungry, permaneced hambrientos. A mediados de 1998, se desató una ventolera de indignación popular contra la dictadura del general Suharto, en Indonesia. Como consecuencia de ello (entre otras cosas, claro), el general se retiró. Un par de meses después del retiro de Suharto, su sucesor, el presidente Habibie, habló por televisión: exhortó al ayuno. El presidente dijo que si el pueblo indonesio no comía dos días por semana, los lunes y los jueves, se podría superar la crisis económica. ¿Será que en la hoja de ruta el asesor nos ha incluido las ideas de Indonesia?
Porque sólo así me explico que tengamos a gente pasando hambre en España y esto forme parte ya de nuestra cotidianidad. Sólo apelando al absurdo puedo meterme en la cabeza que en las páginas de los periódicos pueda leer los pormenores del caviar favorito de exgerifaltes a 240.000 pelas el kilo de Beluga Royal, y a continuación encuentres la última estadística de niños que sólo comen una vez al día.
Sólo me salva de la arcada la fe en las personas. Cuando el Banco de Alimentos pide 10.000 toneladas de alimentos y hacemos saltar los pronósticos y aportamos 15.000. Cuando piden 60.000 voluntarios y han sido 85.000 las personas que han acudido a ayudar. Gracias a ellos, aún no he eliminado la esperanza de la ecuación.
Stay foolish, permaneced tontos. ¿Quién quiere a ciudadanos formados? Quíteme allá esas becas. ¿Quién quiere a ciudadanos informados? Sigue repartiendo argumentarios de partido, preguntas de respuesta pactada, y además, que sean facilitas, que no entiendo mi letra y se nota mucho en el plasma si tengo que desviar la vista para leer la chuleta. Se me nota más si tengo que tartamudear a lo Woody Allen para hacer tiempo mientras intento recordar la respuesta precocinada. ¿Cómo era? ¡Ah, sí! "Qué bárbaro. Y eso que habíamos engañado a los clientes".
Escuchaba hace poco a Fernando Savater en un ciclo de conferencias sobre educación. Entre otras muchas cosas, Savater decía que hay que formarse para trabajar, para poder tener oportunidades laborales. Qué duda cabe. Porque un ingeniero si se queda en paro y no le queda otra, puede trabajar de camarero. Pero si un camarero se queda sin trabajo, difícilmente va a poder ejercer como ingeniero. Pero también hay que formarse para ser ciudadanos críticos. Y hay que formarse para cultivar la humanidad. En días como hoy, estas palabras resuenan con fuerza en mis oídos. Ciudadanía crítica y humana. Y de nuevo tener la esperanza de que nuestros políticos sean el reflejo de esos ciudadanos. Formados, críticos y humanos. Educados.
Permaneced hambrientos, permaneced alocados no era esto. El de Steve Jobs era un discurso dedicado a los que no se desaniman, a los que saben que pueden hacer algo para mejorar su vida o la sociedad, a los que no pierden la ilusión ni el hambre de conocimiento. A los que pierden el sueño pensando en lo que podríamos llegar a ser.
Que me parece mentira que a estas alturas tengamos que estar pidiendo, como Lorca en 1931, medio pan y un libro.
Stay hungry, stay foolish.