Que vengan los hombres de blanco
Me gustaría amanecer un día y leer que la UE ha decidido destinar la mitad de esos 100.000 millones que vienen a España para impulsar las tecnologías, potenciar la investigación y fomentar el emprendimiento y la innovación.
Leer los periódicos es desde hace semanas una práctica poco recomendable para la salud, porque te pone o al borde del infarto o de la úlcera sangrante según el día. A mí últimamente me desconciertan.
Leo el pasado viernes los siguientes titulares: "Las TIC pueden generar 218.000 empleos en España hasta 2020". Según el informe 20.20 elaborado por el Club de Excelencia en Sostenibilidad (al que pertenecen, entre otros, ABB, Accenture, Ericsson, REE, T-Systems o Vodafone), el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones pueden generar un ahorro potencial de 600.000 millones y unos ingresos añadidos de 65.000 millones de euros a la economía española de aquí a 2020. Además supondría la creación de unos 218.000 puestos de trabajo.
La implantación de redes eléctricas inteligentes ahorrarían 11.097 millones de euros y generarían 19.200 empleos; los sistemas inteligentes de producción ayudarían a lograr unos ahorros de 73.853 millones de euros y unos 22.800 empleos, mientras que los transportes inteligentes y servicios a personas, como 'e-health', 'e-learning' y teleasistencia, supondrían ahorros de 94.573 millones y de 122.958 millones, así como 20.900 empleos y 47.000 empleos, respectivamente. Si le sumamos las empresas auxiliares y los empleos indirectos, parece muy claro el camino a recorrer.
"Fantástico"-pienso. "Ya está, ya saben lo que hay que hacer. Los datos son apabullantes. ¡Esto es lo que necesitamos!".
Pero no. Sigo leyendo. Y entre otros casos, me encuentro con que el Ayuntamiento de Tarifa impulsa un megaproyecto hotelero en Valdevaqueros. El plan contempla la construcción de 1.423 plazas hoteleras y 350 viviendas, según el alcalde. En una zona de gran valor paisajístico rodeada de zonas protegidas, de nuevo la única opción que se contempla para su desarrollo es la promoción urbanística.
Yo no salgo de mi asombro. ¿Otra vez el ladrillo? ¿Otra vez alentando otra generación de albañiles primero, y de camareros después? ¿Otra vez aferrados al pan para hoy y hambre para mañana? Cosas del cortoplacismo, supongo.
Me gustaría amanecer un día y leer que la UE ha decidido destinar la mitad de esos 100.000 millones que vienen a España ("rescate", "apoyo financiero"..., galgos o podencos, ustedes mismos) para impulsar la implantación de tecnologías, potenciar la investigación y fomentar el emprendimiento y la innovación. Que los expertos que nos van a mandar para controlar que esos dineros son bien utilizados no serán los Hombres de Negro, sino los de Blanco: investigadores, profesores, médicos.., envueltos en sus batas blancas. Que establezcan que los intereses a devolver serán en forma de patentes publicadas. Que los ingenieros españoles serán exportados y no expatriados; es decir, que elegirán irse porque por su calidad se los rifarán en medio mundo, no porque se vean obligados a marcharse para poder sobrevivir. Que el éxito se medirá en base al número de personas que han sido reeducadas y se han integrado en el mercado laboral con una formación adecuada. Que la excelencia se alcanzará cuando se hayan creado las 30.000 nuevas empresas que necesitamos. Y no harán falta más inyecciones de fondos europeos, porque los nuevos ingresos para las arcas públicas y los nuevos puestos de trabajo provendrán de todas aquellas empresas extranjeras que, a la vista del ecosistema favorable recién establecido, tendrán claro que implantarse en España es la mejor decisión.
Me pregunto si tendrán que venir de fuera para hacernos rectificar. Serían bienvenidos.